Si crees que después de tener un hijo todo será como antes, quizá necesites detenerte y no hacerte tantas expectativas sobre la maternidad, pues no existe la madre perfecta, ni tampoco hay una forma única de vivir la crianza.
Cultural e históricamente han existido muchas maternidades. No es lo mismo ser mamá hoy, que hace medio siglo. “Hablar de maternidad es pensar en muchas formas posibles porque cada mujer tiene características particulares, en términos de su propia estructura de personalidad”, explica la psicoterapeuta Gabriela Cardós, del Centro Eleia.
La mercadotecnia tampoco ayuda a mostrar esa diversidad porque tiende a representar a la mujer que acaba de parir: maquillada, delgada, sonriente, plena, feliz y realizada.
Sin embargo, esta imagen genera expectativas en las mujeres que serán mamás por primera vez, y piensan que así debe ser. Y eso no necesariamente es lo que una madre puede estar sintiendo. “A la mujer no se le permite hablar de los sentimientos ambivalentes –universales y humanos– que tenemos en todas nuestras relaciones, y eso incluye a los hijos”, apunta Cardós.
De acuerdo con el Instituto Nacional de las Mujeres (INMUJERES), algunos medios de comunicación, como “la tele, el radio y el Internet, hablan de una mujer y madre perfecta, que es inexistente”.
Entre la ilusión y la desilusión por la maternidad ¿qué hacer?
Vivir la maternidad en carne propia no es lo mismo que verla a través de una serie de televisión o de la publicidad. Una madre puede estar exhausta, cansada, agotada; y también tener miedo y estar triste.
Para la doctora Gabriela Cardós, es necesario que una madre valide lo que está sintiendo; puede estar ansiosa, tener mucho sueño o estar preocupada, “pero no tiene que estar feliz ni contenta las 24 horas del día y los siete días de la semana”, dice.
Para ello, la doctora en psicología clínica y experta en relación mamá-bebé, recomienda:
- Dialogar sobre la maternidad como un momento de mucha vulnerabilidad y de adaptación hacia el bebé y de los demás integrantes de la familia.
- Reconocer que en la relación madre-hijo –y todas nuestras relaciones– existirán sentimientos ambivalentes; queremos a una persona y a la vez podemos sentir enojo hacia ella.
- Expresar el gran deseo de tener un bebé y, a la vez, estar asustadas o ansiosas.
- Aceptar que puedes sentir cansancio o frustración porque te está costando trabajo maternar.
- Pedir más tiempo para ti como mujer.
¡Deja de sentir culpa!
Las mujeres aprendemos a ser mamás desde nuestro propio vínculo con nuestra madre. Si bien puede haber una especie de competitividad entre las propias madres de diferentes generaciones, en la actualidad la mujer está permanentemente dividida.
Esta situación le puede provocar un conflicto a la mujer, ya que puede pensar que “si se va a trabajar no es una buena mamá porque deja a alguien más al cuidado de sus hijos. O bien, que si no trabaja, se quedó estancada y para qué estudió”, comenta la psicoterapeuta.
No intentes ser la madre perfecta, esa que nunca se equivoca, que siempre está solícita y sabe todo el tiempo lo que necesita el bebé. Para vivir la maternidad sin culpa, Gabriela Cardós, te propone:
- Date la oportunidad de ser una mamá que se equivoca. Las niñas y los niños también crecen frente a las equivocaciones y la frustración. “Se fortalecen al tener que esperar un poco y tolerar que mamá no siempre está ahí presente”.
- Deja de agobiarte por ser la mejor mamá y saturar a tu hijo de actividades.
- Recuerda que lo único que necesitan los hijos es un contacto cercano, que sus padres estén afectivamente y tengan la posibilidad de jugar.
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