Acabo de salir de una meditación de cuencos tibetanos. No es algo que domine ni que haga muy seguido, pero se me presentó la oportunidad y fui. No lo hago para volverme mejor en nada, ni para obtener algo a cambio, lo hice porque me gusta y ya. Es tu tiempo como mujer.
¿Cuándo fue la última vez que hiciste algo simplemente porque te gusta? Y no me refiero al doomscrolling en tu celular o en alguna red social. Eso se hace más por inercia que por gozo.
Me refiero a hacer algo no social, para ti, sin buscar un objetivo posterior. Puede ser leer un libro, pero no un libro que te deje algo para ser mejor en tu chamba, o en tu vida, no. Un libro que te gusta y ya. O tal vez es hacer crucigramas, bailar sola en tu cuarto, o hacer punto de cruz, qué sé yo. Hablo de hacer algo simplemente porque disfrutas hacerlo, sin buscarle una utilidad.
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La hiperproductividad femenina vs el tiempo como mujer
Vivimos en una sociedad que premia la hiperproductividad, donde entre más cansada estés, mejor te ven los demás. Pareciera que valemos por lo que hacemos y no por lo que somos. Y entonces te pregunto: ¿haces las cosas para los otros o para ti? Porque si lo haces para ti, dudo que sea tu hit pasar 10 horas al día frente a una pantalla.
No podemos cambiar de un día a otro nuestra vida y volverla un constante joie de vivre, pero sí podemos hacer pequeños cambios para hacer más de lo que realmente disfrutamos y menos de lo que hacemos solo porque la costumbre nos lo dicta.
Dedicarle más de una hora diaria a algo que disfrutamos hacer suena ideal pero es, realísticamente, imposible para muchas de nosotras. Pero 20 minutos o media hora sí es viable. ¿No tienes tiempo? Checa cuánto tiempo pasas al día en redes sociales, ahí está el tiempo que te hace falta.
Como mujeres, siempre estamos haciendo las cosas para alguien más: para el jefe, para mi familia, para mi amiga, para mis hijos. ¿Y tú?
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Piensa en ti, date tiempo como mujer
¿Cómo es posible que logramos hacer tantas cosas para tantas personas en 24 horas y nada para nosotras? Me voy al cliché más grande que existe, pero si no fuera tan cierto, no sería cliché: la relación más importante que tienes es contigo misma y si no pones tu gozo en primer lugar, nadie lo hará por ti y terminarás vacía –si, muy productiva– pero vacía.
Hacer cosas que nos gusten y nos hagan sentir bien es una necesidad casi tan básica como tener comida en el plato. Y cuando tu relación contigo misma se fortalece, automáticamente se fortalecen las relaciones con los otros.
También se fortalece tu autoestima, y hasta tu capacidad de poner límites. Todo viene de ponerte a ti en primer lugar y si bien ese es un tema largo y complejo, dedicarte tiempo a ti es una manera sencilla y eficaz de empezar.
Haz algo que disfrutes aunque no seas bueno. Incluso, aunque te salga pésimo. ¿Te gusta escribir? Haz poemas cursis que rimen con la palabra noche aunque nadie nunca los lea. Toma cientos de fotos de ese encuadre que te llamó la atención aunque no terminen en Instagram.
Agarra una pelota y sal a patearla, o a botarla, aunque no te interese formar parte de ningún equipo. Nos han hecho creer que no podemos tener el poder de hacer lo que nos gusta por el mero hecho de hacerlo, de estar presente, en el aquí y ahora.
Hazlo, diario, aunque sea por unos minutos al día y verás que disfrutar de las cosas sin ninguna meta de por medio te hará sentir muy, muy bien. Y si nos ponemos un poco más intensas, es también una manera de darle una cachetada a ese sistema que nos quiere siempre serviles, siempre atentas, siempre dispuestas a dejar lo que gozamos para atender a alguien más.
Este artículo se publicó originalmente en La-Lista. Consúltalo aquí.
MATRIA Romina Pons
Es editora, locutora, escritora, productora y mamá. Ha escrito en diversos medios sobre música, feminismo y cultura digital. Actualmente produce y conduce distintos podcasts para Audible y HBO, entre otros. Twitter e Instagram: @rominapons.