Hoy hablaremos de los padres helicóptero y por qué este estilo de crianza no garantiza el éxito de tus hijos sino todo lo contrario.
Una de las actividades que más disfruto son las pláticas presenciales para jóvenes sobre inserción en el mercado de trabajo. Sé que me estoy adelantando algunos años en la formación de los pequeños, pero vale la pena tomarlo en cuenta, porque el tiempo pasa volando.
Te cuento que una de las opciones para ver la currícula de los jóvenes en las escuelas es el speed-date laboral. Básicamente se reúnen varios reclutadores que platican por cinco a siete minutos con el joven para conocer su perfil.
Esta actividad suele destinarse a los alumnos con mejor desempeño. En más de una ocasión, afuera del salón de talleres, aguardaba la mamá o el papá del alumno y al término de la dinámica me decían: “por favor, recuérdele que es mejor empezar a trabajar desde antes, que cuide su promedio, que deben prepararse porque no hay empleos, etcétera”.
El asunto del empleo es una preocupación genuina ante la situación actual. Pero la otra verdad es que muchos de esos padres responden al modelo “helicopter” o helicóptero, el cual es definido por pedagogos como una forma en la que los papás están demasiado involucrados, al grado de controlar el desempeño de los hijos desde pequeños y sobre todo en el aspecto escolar.
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No estoy en posición de calificar como “buena” o “mala” la acción de monitorear todo el tiempo, lo cierto es que los padres helicóptero impacta en forma muy significativa los primeros años de desarrollo en los niños.
Jill Norvilitis, profesora en psicología de la Universidad Estatal de Nueva York, y autora de estudios sobre el parenting helicopter desde la perspectiva de psicología positiva, señala que involucrarse en la vida del hijo al grado de no permitirle dar sus opiniones o quedar anulado frente a un maestro, obstaculiza desarrollar las habilidades de autocontrol.
Los padres helicóptero quieren evitar a toda costa que sus hijos fracasen y, las más de las veces, proyectan en ellos escenarios que no pudieron cumplir, así que se sienten personalmente comprometidos con el éxito de sus hijos.
En términos sencillos, podría decirse que están acostumbrados a despejar el camino de los pequeños: un día hablan con los maestros sobre sobre sus calificaciones y en otro momento quieren resolver alguna diferencia que el pequeño o pequeña tuvo con los amiguitos.
De acuerdo con el reporte “Los efectos de la formación helicóptero en estudiantes”, publicado en la Revista de estudios sobre la infancia y la familia, estas son otras acciones del comportamiento hiper-presente:
El término padres helicóptero surge en la década de los años 70. Es una expresión para los papás que están “sobre sus hijos”, como si quisieran acapararlos.
En un estudio de la Universidad Estatal de Florida, encabezado por Jill Norvilitis, se encontró que los niños con padres hiper presentes tienen más probabilidades de experimentar agotamiento en su ámbito escolar, están aburridos, enojados, resentidos y llegan al grado de la apatía en algunas materias. El peligro está en el futuro, pues estos niños tienen más dificultades para hacer la transición de la escuela al mundo real.
Para llegar a estas conclusiones, se encuestó a 500 estudiantes universitarios (de 18 a 29 años) sobre su educación y cómo se sentían acerca de su desempeño en la escuela. Los estudiantes clasificaron cuánto se identificaron con declaraciones como: “creo que mi padre o madre está demasiado involucrado en mi vida”, “me gustaría tener más control sobre mí “, “me siento agotado con mis estudios”, “mi familia me dice que siempre debo tener buenas calificaciones porque es a lo único que me dedico”.
Los jóvenes con puntuación de estrés más alto refirieron que sus padres están en constante monitoreo sobre su vida académica, por ejemplo, tienden a contratar profesores en tiempo extra para regularizar sus calificaciones o aprender nuevas tareas, buscan continuamente a los profesores para cuestionarlos sobre el desempeño del hijo e, incluso, minimizan los logros de la persona si no hubo una calificación sobresaliente.
Que no se mal entienda lo que venimos comentando: es parte del instinto natural querer ayudar a un hijo. Proteger es lo que hacemos como papás y mamás hasta que los pequeños estén listos para salir por su cuenta. Pero es distinto ayudar, que vivir “encima” de los hijos.
El riesgo que se corre con la crianza en helicóptero, y reitero que no lo digo yo, sino expertos en psicología infantil: es el mensaje que se manda al niño, en el sentido de que sus padres tomarán todas las decisiones importantes de la vida por ellos, incluida la planificación de su vida profesional y laboral.
¿Recuerdan la anécdota con la que comencé sobre el papá pidiendo que se ayude al hijo a buscar empleo, en lugar de que el joven o la joven tome la iniciativa? Desde el campo de mi experiencia en gestión de carrera, puedo afirmar que es imposible resolver la vida profesional de un hijo.
Para tener hijas e hijos autónomos e independientes, hay que guiarlos, pero no resolver su vida al grado de anular su juicio y sus opiniones. Por ejemplo, se les puede orientar en la forma en que necesitan acercarse a un profesor y preguntar dudas sobre las calificaciones. Esto empodera a un pequeño en formación.
Es cierto que habrá ocasiones en que los pequeños necesiten que el adulto los defienda, pero son escenarios específicos, donde su salud e integridad están en peligro. Una mala calificación no los pone en riesgo y lo importante de este evento es que nuestros pequeños entiendan cómo reaccionar, cómo plantear sus inquietudes y sepan defenderse.
Parece trillado, pero todos los seres humanos aprendemos de los errores y de los desafíos, así que la próxima vez que tu hijo tenga una baja calificación, resiste la urgencia de mandar un WhatsApp o correo al profesor para arreglar las cosas.
¿Por qué no mejor hablar antes con tu hijo para saber si ocurre algo en particular en la escuela?, y a partir de ello dar sugerencias.
Cuando me encuentro frente a un papá con excesiva preocupación sobre el futuro –que ellos imaginan– para sus hijos, pienso en la ironía de esta acción. Por un parte consideran que es positivo hacerse hiperpresente porque eso “garantizará” que la persona vaya por un buen camino y sea exitoso. La ironía está en que con esta acción se quita a los niños los recursos para aprender a autorregularse. ¿Cómo podemos pedirles que sean resilientes sino saben cómo vivir el estrés de una mala calificación?
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* Ivonne Vargas es autora del libro “Contrátame”, periodista y conferencista con experiencia en investigación sobre Capital Humano, educación y carrera. Ganadora en dos ocasiones del Premio de Periodismo en Recursos Humanos que otorga la bolsa de empleo OCCMundial.
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