Como toda aventura, la maternidad suele venir acompañada de incertidumbre. Muchas madres se sienten perdidas en el camino de criar a sus hijos: muchas son las dudas y pocas las certezas. Pero esta inseguridad tiene su lado valioso, pues al reconocer que no lo sabemos todo, abrimos espacio a la reinvención y el aprendizaje de qué es la maternidad en la vida real.
Convertirse en mamá requiere paciencia y mucho trabajo, muchos pensarán que el título ya se tiene por el hecho de haber gestado y parido, pero ser realmente una “MAMÁ” va mucho más allá de lo biológico. El significado detrás de qué es la maternidad es algo que se construye día a día: en aprender a descifrar las necesidades de tu hijo, entender sus gustos, interpretar su llanto, descubrir qué lo reconforta y muchas otras cosas más.
La maternidad también es un espejo que refleja nuestra propia historia. Nos confronta con la educación recibida, los ideales preconcebidos, con nuestras posibilidades, pero también con nuestras limitaciones. En un eterno diálogo interno las mamás se preguntan no sólo qué es la maternidad para ellas, sino cuestiones de la crianza como:
- ¿Qué quiero para mis hijos y qué está en mis manos hacer por ellos?
- ¿Cómo debo equilibrar la crianza con mis propias necesidades?
- ¿Con quién puedo sentirme apoyada?
- ¿Qué decisiones me traerán paz?
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¿Qué es la maternidad? Lejos de la perfección y los mitos
La maternidad es una labor intensa, lejos de la perfección mágica que algunos imaginan. Por eso genera tanta tensión. No existen fórmulas universales, pero sí una verdad reconfortante: la mayoría de las mamás se llegan a sentir perdidas y agobiadas en más de una ocasión.
Las mamás tienden a compararse, pensando que solo a ellas les cuesta trabajo la crianza, se culpan por no haber sido más pacientes y amorosas, o se reprochan pensando que pudieron haberlo hecho mejor. Algunas otras caen en el error de expectativa, pues esperan una experiencia de la maternidad idealizada, pero luego se enfrentan a una realidad que no coincide con esto.
A esto se suman los mandatos que dicta la sociedad acerca de qué es la maternidad y cómo debe de ser. Muchas mamás creen realmente el mito de la “madre perfecta“: esa mamá imperturbable, siempre serena, que sabe siempre qué hacer. En busca de este ideal inalcanzable, las mamás se desviven pidiendo consejos, hacen preguntas con la esperanza de encontrar certezas o una guía que les asegure que todo va a estar bien.
Estos consejos, aunque pueden ser bien intencionados, no necesariamente son convenientes para sus hijos, ni para sus familias. Además, el exceso de opiniones y opciones termina por acabar con algo esencial para cualquier mamá: la confianza en sí mima para tomar decisiones sobre su crianza y estilo de vida familiar.
La maternidad no tiene respuestas absolutas
La maternidad actual plantea continuamente encrucijadas cada vez más difíciles para las mamás, que ya no saben lo que es mejor para sus pequeños: ¿Parto natural o cesárea? ¿Lactancia o fórmula? ¿Guardería o cuidado en casa? ¿Pediatra o remedios de la abuela? ¿Escolarización temprana o tardía? Es como si solo hubiera dos opciones en cada extremo y una de ellas siempre fuera incorrecta.
Por fortuna, lo que debes saber es que no hay respuestas absolutas a qué es la maternidad o cómo debe de ser vivida. Lo que funciona para un hijo no necesariamente es lo más conveniente para el otro. Lo que a una mamá le resulta natural para criar, puede ser una opción inimaginable para otra.
¿Significa esto que todo se vuelve subjetivo? ¿Da igual el modo de conducirnos con nuestros hijos? No, convertirse en mamá conlleva tomar decisiones cotidianas, valorar situaciones, buscar alternativas y elegir la más conveniente en ese momento para cada situación específica. Ejercer la maternidad nos coloca en una posición de responsabilidad, como los adultos encargados de cuidar, proveer y, de cierto modo, resolver la vida de nuestros hijos. Por eso, lo más difícil tal vez sea confiar cada vez en que las decisiones que tomamos son las adecuadas.
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El desafío de ser una mamá auténtica
El verdadero desafío está en habitar el rol de mamá desde la autenticidad. Pero ¿sabes algo? Los niños no necesitan supermamás (¡qué carga tan pesada sería eso!). Los niños necesitan mamás reales que los acompañen en su crecimiento, que los ayuden a ser cada vez más autónomos.
De igual modo, así como es fundamental que las mamás disfruten de la presencia de sus hijos, también lo es que sepan cuidar de su propio bienestar. El mayor regalo que un hijo puede tener es una mamá plena, contenta con su vida como mujer, con su trabajo, con su pareja, con sus amigos y sus proyectos personales. También es importante que los niños sepan que su mamá es una persona que se puede equivocar, y mucho, pero que sus errores no significan una falta de amor hacia ellos.

Quizás la lección más valiosa que una madre puede enseñarle a sus hijos es demostrarles que, a pesar de tener errores y vulnerabilidades, siempre lucha por mejorar y salir adelante. Así, con su ejemplo, les enseña a sus hijos a navegar un mundo imperfecto. Al fin y al cabo, la maternidad no es un destino, sino un viaje que se hace caminando… y a veces, tropezando.
Espero que esta columna te ayude a pensar y a descubrir tu propio modo de ser mamá.
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