Por Montserrat Martínez
Alguien nos dice que es mejor el parto natural, otro que programemos cesárea; lactancia materna exclusiva, fórmula o complementar los dos; circuncisión o no; dormir del lado derecho o el izquierdo; llevar comida al hospital el día del parto o aguantar el hambre. Y cuando nace nuestra bendición, los consejos para mamá crecen: pecho o mamila, papilla o BLW, ir a un pediatra o a otro, abrigarlo mucho o poco, a qué escuela ir, qué comer, cómo dormirlo… La lista de temas es interminable, y llega a ser muy abrumador. Aquí, lo primero que quiero gritar es ¡¿quién te preguntó?!
La mayoría de las veces, estos consejos llegan de la nada, sin pedirlos. Un día platiqué que mi hijo se había despertado a las tres de la mañana, enseguida me llegaron recomendaron cinco libros en inglés, dos en español y varios métodos sobre cómo entrenarlo para dormir, y resulta que lo único que tenía era frío. Para los que no están dentro es muy complicado entender el contexto, y todos nos creemos expertos en el tema.
Aquí lo peligroso es que tanto consejo lleva a la confusión, y muchas veces nos hace pensar que no lo estamos haciendo bien o que tomamos la decisión equivocada.
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Sentía no entendía lo que necesitaba mi hija, hasta que me di cuenta que seguro todas esas personas que me daban consejos pasaron por lo mismo, y ahora solo se acuerdan de lo mejor, de lo que les resolvió esos problemas o esas dudas. Lo que olvidamos siempre es que cada niño es diferente, cada mamá es diferente, cada situación es diferente y lo que le funcionó a uno puede no ser lo mejor para el otro.
Así que hoy, queridas mamás, quiero compartirles una frase que mi pediatra me ha dicho una y mil veces y que a mí me ha ayudado en esos momentos de duda; Montse: “Mamá feliz, bebé feliz”. ¿Qué quiere decir esto? Que mientras más nos estresemos por esas cosas, más lo van a sentir nuestros hijos, y más lo van a mostrar: no durmiendo bien, negándose a comer, mostrándose ansiosos, y de muchas otras formas.
Por eso, lo mejor es hacer lo que te dé más paz a ti. Si odias dar pecho o no te salió la leche que hubieras querido, no te sientas culpable; la fórmula también los ayuda a crecer. Si llora mucho y decidiste darle chupón, no pasa nada. Si sientes que no deja de llorar, y te nace darle un abrazo fuerte; no lo dudes.
El mejor consejo a seguir es… NINGUNO. O mejor dicho, el que tú quieras oír. Por supuesto que en ocasiones vamos a llamar a nuestras amigas y familiares para pedir tips, es normal. Pero, al final del día, las que decidimos somos nosotras, y que nadie te haga pensar lo contrario.
Además, acuérdate que tienes de tu lado a expertos que te pueden ayudar con todas tus dudas: tu ginecólogo en el embarazo y tu pediatra después. Y si no confías en ellos ¡huye y busca otros!
*Montserrat Martínez Zetina es consultora de empresas y una amorosa madre de tres increíbles personitas comprometidas en dar lo mejor de sí en todo y hacer del mundo un lugar mejor.
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