La temporada decembrina está por terminar y, seguramente, tus peques son los más felices con sus regalos. Sin embargo, esta es una época que da pie a reflexionar sobre la importancia de enseñar a los niños valores como la gratitud y el compartir, para evitar que sean niños hiperregalados.
El término de niños hiperregalados se usa para describir a niños que reciben una cantidad excesiva de regalos y generalmente de manera frecuente, sin una razón clara, como celebraciones específicas. A esto los expertos en psicología infantil lo han llamado el síndrome del niño hiperregalado, señalando que puede tener consecuencias en el desarrollo emocional, social y conductual de los niños.
Una de las posibles consecuencias de los niños hiperregalados es la falta de gratitud, ya que pueden llegar a no valorar los regalos que reciben, al percibirlos como algo que forma parte de su día a día. Esto puede impedir que vean lo afortunados que son al recibir las cosas que desean e incluso pueden desarrollar cierta falta de empatía con aquellos que no gozan de las mismas condiciones u oportunidades que ellos.
Como explica la Organización de las Naciones Unidas, la ciencia de la gratitud no sólo consiste en apreciar todos los aspectos de nuestra vida, sino reconocer que los demás desempeñan un papel en nuestro bienestar emocional. La gratitud es una habilidad esencial para el autoconocimiento y para fortalecer la salud mental, el autoestima y la vida social.
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Esto también fomenta una baja tolerancia a la frustración, pues el niño se acostumbra a recibir todo lo que desea y puede llegar a tener dificultades para manejarse en situaciones que no satisfacen sus expectativas. Los pequeños incluso pueden volverse materialistas, al asociar la felicidad con cosas materiales, en lugar de con experiencias o relaciones personales.
Los niños hiperregalados tienden a manifestar desinterés en la sobreabundancia de regalos. Esto significa que pierden el interés rápidamente en los objetos y no desarrollan un apego, una valorización o una presión hacia ellos.
A la larga, este comportamiento puede hacer que los niños hiperregalados desarrollen actitudes exigentes o poco agradables que, generalmente, llevan a que terminen en un proceso psicológico conductual. Esto sucede porque muchos niños creen que “regalar algo” es la única forma de demostrar amor, por lo que cuando ya no lo reciben pueden experimentar sentimientos encontrados.
Esto también ocurre porque muchos padres intentan compensar la falta de tiempo de calidad con sus hijos con regalos. Además, cabe recordar que vivimos en una sociedad consumista en donde se cree que el amor o el éxito parental es igual a la cantidad de bienes o materiales proporcionados.
Es importante recordar que, cuando un niño siempre obtiene lo que quiere, tendrá problemas para aceptar normas y límites en otras áreas de su vida. Por ello, es fundamental que el niño comprenda que tener límites o recibir un “no” de parte de su mamá o papá no está relacionado con la falta de amor.
Algunas alternativas para demostrarle amor a nuestros hijos sin caer en hiperregalarlos es enfocarnos en regalarles experiencias, más que objetos. Hay que procurar ofrecerles salidas familiares, actividades artísticas o deportivas y empezar a crear recuerdos valiosos con ellos.
También es importante aprender a dar regalos con propósito. Es importante priorizar los regalos educativos, creativos o que fomenten habilidades en los pequeños. Otro punto importante es enseñarle al niño que los regalos a veces son una forma de reconocer su esfuerzo. Por ello, en época especiales como la Navidad o el Día de Reyes, les decimos que deben portarse bien para recibir sus regalos.
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Es fundamental enseñar a los niños el valor de la gratitud y la importancia de valorar lo que tienen, desde las cuestiones materiales, aún cuando no sean todo lo que podemos desear, hasta lo inmaterial como la familia, los amigos y los momentos juntos.
Limitar la cantidad de regalos en fechas especiales también es una estrategia útil para mantener la ilusión de los niños. Incluso si tienden a recibir muchos regalos es importante distribuirlos a lo largo del tiempo. Esto les ayudará a valorarlos y a disfrutar de cada uno en su momento.
Promover el equilibrio es esencial para que los niños crezcan con valores sólidos y aprendan a apreciar todo lo que tienen. Te recomiendo que establezcas algunas reglas claras en familia respecto a los obsequios que reciben tus hijos. Por ejemplo:
Una buena estrategia es introducir sistemas de recompensas basados en el esfuerzo. Por ejemplo: sacar buenas calificaciones o cumplir con sus tareas, pueden ser metas a largo o corto plazo. Esto les enseña a apreciar la satisfacción de que se lo ha ganado por un buen trabajo.
Enseñar a nuestros hijos a valorar lo que tienen y a encontrar la felicidad en las experiencias, en lugar de en los objetos, es un regalo que durará toda la vida. Evitar que se conviertan en niños hiperregalados no significa privarlos, sino educarlos con amor, límites y conciencia.
Recuerda que los momentos compartidos, el tiempo en familia y las lecciones de empatía y gratitud son mucho más significativos que cualquier juguete. Como padres, tenemos la oportunidad de inculcar valores que ayudarán a nuestros hijos a convertirse en adultos responsables, agradecidos y felices. Regala siempre con propósito y amor.
¡Te espero en mi próxima columna! ❤️
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