Maternidad y discriminación laboral en México

Ser madre es un problema público en México. La discriminación, las condiciones laborales, las prestaciones y las exigencias sociales hacia las mujeres entorpecen de forma importante el sano desarrollo profesional, generando no solo menores oportunidades de crecimiento y acceso a mejores puestos y salarios, sino también causando un desgaste importante a nivel emocional, físico y psicológico; es necesario darle visibilidad a este reto que enfrentamos las mujeres y sobre todo, quienes somos madres.

En México, hay alrededor de 15 millones 785 mil madres trabajadoras, que representan el 72.9% de las mujeres económicamente activas, de acuerdo con datos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI).

Por su parte, seis de cada diez mujeres con infantes que trabajan de manera remunerada en México lo hacen en la informalidad, es decir, no cuentan con acceso a instituciones de salud, ni perciben prestaciones laborales de ley, según la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo (ENOE).

Sumado a esto, según cifras del Instituto Nacional de las Mujeres (Inmujeres), 8 de cada 10 madres con al menos un hijo o hija, carecen de acceso a servicios de guardería. Además, de acuerdo con la Encuesta Nacional sobre la Dinámica de las Relaciones en los Hogares (ENDIREH 2021), 70% de las mujeres en México hemos experimentado al menos una situación de violencia a lo largo de la vida, y el 27.4% ha padecido violencia económica, patrimonial y/o discriminación en el trabajo.

Estas condiciones dificultan aún más el acceso y crecimiento de las mujeres dentro del mercado laboral, por lo que muchas se ven obligadas a dejar sus empleos y pausar sus carreras, debido a la falta de apoyo tanto gubernamental como empresarial, y hasta en el círculo familiar, en el que por lo general se tiene preestablecido que, son las mujeres las encargadas de las tareas domésticas y cuidados de menores y adultos mayores.

Esto se refuerza en los centros de trabajo, en los cuales existen casos de discriminación hacia las madres y mujeres embarazadas; se violenta de forma “sutil”, como en el caso de las licencias parentales, pues mientras que a las mujeres se les otorga por ley 84 días, a los hombres sólo 5 días, perpetuando las violencias y discriminación.

De hecho, en México, una de las quejas más comunes ante el Consejo Nacional para Prevenir la Discriminación (Conapred), es la discriminación laboral por embarazo. Algunas de las formas más comunes en las que las mujeres son víctimas es por medio de preguntas alusivas a la posibilidad de embarazo en las entrevistas laborales, junto a la pregunta relacionada a si se es soltera o casada. Otra manera es por medio del despido injustificado tras el embarazo, siendo esta última la que registra más quejas ante Conapred hasta con el 94.6% del total de quejas.

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Repercusiones para la madre y el papel de las empresas

Existen muchas consecuencias ante esto, pero las más relevantes en tema discriminación, es primero, la falta de impulso al desarrollo económico y profesional de las mujeres; como segunda consecuencia, está la falta de apoyo en los sitios de trabajo para hallar el equilibrio entre la maternidad y la profesión, es decir la carencia de apoyo de guardería, de salas de lactancia, o de prestaciones equivalentes entre padres y madres para fomentar la corresponsabilidad en la crianza.

La tercera consecuencia, es el estrés acumulado que deriva en el cada vez más famoso burnout, que afecta psicológica, física y emocionalmente a las madres. Esto puede llegar a proyectarse con una disminución importante de productividad, una desconexión con la crianza y en graves instancias, con ideas o concreción de suicido. Aquí todos pierden, no sólo las madres.

Ante esto, la tarea fundamental de los centros de trabajo es establecer condiciones más saludables y de apoyo para las madres trabajadoras, de manera que eviten preguntas discriminatorias durante los procesos de selección, así como incorporar políticas que impulsen a estas mujeres.

En el ranking que realizo todos los años a partir de la iniciativa de Mamá Godín, -en el cual evalúo a organizaciones públicas, privadas y sociales con sede en México para conocer las mejores empresas para las madres trabajadoras-, he podido reconocer cómo estamos y qué podemos implementar para apoyar la causa desde el sector privado, y esto es:

  • Días iguales de incapacidad tras nacimiento o adopción a padres y madres, (remunerados).
  • Permisos especiales en caso de enfermedad o emergencia de las infancias.
  • Servicios de cuidados o guarderías gratuitos.
  • Establecer salas de lactancia.
  • Pago equitativo entre hombres y mujeres dentro de la empresa.
  • Talleres de sensibilización contra la discriminación.
  • Líneas de apoyo y protocolos para atacar casos concretos de discriminación.

Finalmente, no puedo dejar de incluir el ámbito familiar para exhortar nuevamente a la corresponsabilidad de tareas domésticas cotidianas (y naturalmente de cuidados), para reducir las dobles y triples jornadas laborales a las que se enfrentan las mujeres todos los días. Sentando bases en casa y enseñando sobre equidad, podremos construir un país con menos casos de discriminación y más justo en lo que respecta el desarrollo profesional de toda su población, pero en especial de las madres trabajadoras.

Aideé Zamorano.
Fundadora de “Mamá Godín”

Mamá Godín busca colocar en la agenda pública los retos en el mundo laboral que impiden (por tradición patriarcal) generar igualdad de oportunidades para el desarrollo profesional de las mujeres -y madres- en instituciones públicas y privadas. 

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