Por Ivonne Vargas
Al pensar en nuestras hijas e hijos tenemos un deseo muy fuerte de que sean adultos autónomos y con capacidades para adaptarse a las circunstancias. Sin embargo, para llegar a esta meta, deben tener habilidades “blandas” o soft skills. Si acaso, tres de cada 10 mamás y papás dicen tener herramientas para enseñar al niño a comunicarse mejor, por ejemplo (esta cifra se desprende de una encuesta realizada por Wiley Education Services, una firma en Estados Unidos especializada en planes de capacitación para escuelas).
Al hablar de habilidades blandas nos referimos a la forma en que interactuamos con los demás. Los ejemplos inmediatos son: observar, saber escuchar, comunicar, gestionar el tiempo, ser autocríticos y tener confianza en uno mismo. Decimos que es importante desarrollarlas desde pequeños porque es a través de ellas que se tiene una mejor interacción en la escuela y con los amigos.
Te suena la frase “¿en el trabajo no saben comunicarse?” Bueno, pues pensando en el futuro, estas habilidades blandas se convierten en aquellos comportamientos, actitudes y cualidades personales que ayudarán a tu hijo a navegar mejor en el entorno laboral.
A diferencia de una habilidad técnica, que se aprende en la escuela y es más fácil de cuantificar –como los idiomas–, la habilidad blanda, también llamada interpersonal, es subjetiva. No resulta fácil medir la persuasión, la motivación, la ética o cómo resolvemos los problemas.
Que sean difíciles de evaluar no quiere decir que no importen. Las habilidades blandas son clave para vivir con mayor entendimiento personal y felicidad o estar en frustración, dice Miller.
La escuela es el lugar donde se practican y se mejoran las habilidades blandas. Ahora, con la pandemia, época en la que el hogar es sinónimo de clases virtuales, tenemos la oportunidad de crear un espacio y una dinámica para enseñar a nuestros pequeños sobre estas destrezas.
En México es escasa la investigación sobre cómo se relaciona el desarrollo de habilidades blandas desde pequeños con el éxito futuro, por ello propongo el siguiente esquema de desarrollo de estas destrezas, creado en el área de psicología de la Universidad de UTAH.
1. Comunicación. Según las encuestas anuales realizadas por la Asociación Nacional de Universidades y Empleadores y el Foro Económica Mundial, esta es la habilidades que se encuentra constantemente entre las de mayor demanda entre los empleadores. Trabajar desde pequeños la forma de comunicar no solamente los ayudará en las relaciones sociales que empiezan a formar sino que, a futuro, es clave para avanzar en la carrera profesional.
Tips para desarrollarla:
2. Liderazgo. Esta es una combinación de varias habilidades y refleja la capacidad de tu pequeño para interactuar en varios ambientes.
Un juego que te ayuda a desarrollar las habilidades de liderazgo tiene que combinar comunicación y confianza. Puedes pedirle a varios amigos o integrantes de la familia que se venden los ojos, excepto el pequeño. Como él o ella puede ver, deberá guiar a todos los demás, en una habitación, con instrucciones claras. Si hay más de un niño o niña, deja que se turnen para ser el líder del grupo.
3. Solución de problemas y pensamiento crítico. Para trabajar en esta destreza se necesita aprender a observar, analizar y comunicar.
Algo tan sencillo como hacer un rompecabezas ayuda al niño a pensar en diferentes maneras de solucionar el problema para que las piezas encajen. También le puedes pedir que te cuente cómo haría para ahorrar una parte del dinero que le das. Deja que tus hijos sugieran, evita la tentación de hacerlo tú e imponer tu idea en su mente. Pídele que argumente un poco la propuesta que te hace; después, comparte su idea con alguien más de la familia.
4. Adaptabilidad. Para ajustarse a cualquier situación, hay que empezar por ser resiliente; tener la capacidad de encontrar soluciones –y sobre todo aprendizaje– ante una dificultad.
Para desarrollar esta competencia, permite a tu hijo o hija vivir una situación frustrante, por ejemplo, terminar un curso que no le resulta agradable, o permitir que tengan un fin de semana propuesto por sus hermanos u otro familiar. Lo importante es que entienda que no por qué las cosas sean diferentes a lo que él o ella quiere, son malas opciones.
5. Actitud positiva. Desarrollar esta habilidad determina cómo te perciben los demás y cómo se ve el niño así mismo y al mundo.
Para esta competencia, ayúdalo a celebrar sus fracasos y no solo los éxitos. En el momento en que se presenta el acto decepcionante para el pequeño, hay que hablar sobre cómo aprovechar lo vivido para aprender. Cuestiónale qué puede observar en lo que sucedió y si ve algo positivo, pero también esfuérzate para no desesperarte ante la posible negativa del pequeño. Ver las cosas en positivo, en una actitud de aprendizaje, empieza por los papás y en el tipo de explicación que den sobre lo sucedido.
* Ivonne Vargas es autora del libro “Contrátame”, periodista y conferencista con experiencia en investigación sobre Capital Humano, educación y carrera. Ganadora en dos ocasiones del Premio de Periodismo en Recursos Humanos que otorga la bolsa de empleo OCCMundial.
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