Las mañanas son un caos. Hay que correr a prender la computadora, peinar, preparar el desayuno y comenzar a trabajar. El día apenas comienza. Después hay que parar para correr de nuevo, preparar el lunch para el ‘recreo’, recoger los trastes del desayuno y seguir trabajando. La siguiente parada es la comida, preparar, limpiar, servir, supervisar la tarea y seguir trabajando. La cena, el baño y dejar todo listo para el siguiente día.
Así han sido los días desde el inicio de la pandemia. Cansancio y la necesidad de flexibilidad para mezclar y lograr compaginar cada una de las actividades del día a día. A veces sin espacio para el descanso o la recreación, o simplemente no hacer nada.
La pandemia dejó sobre la mesa una prioridad: trabajos flexibles. Con los trabajos remotos nos dimos cuenta que, aunque no seas padre o madre o te dediques a los cuidados, necesitamos un trabajo que nos permita combinar la vida personal y profesional.
Sin embargo, esto se vuelve aún más necesario cuando en casa se tiene hijos grandes o pequeños. De acuerdo con datos del Instituto Mexicano para la Competitividad (IMCO), las mujeres en México destinan 50.4 horas a tareas domésticas y de cuidados, es decir, 2.5 veces más horas que los hombres.
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Además, Masse hace énfasis en que para nuestra cultura laboral la flexibilidad no era importante, “pero la pandemia abrió una oportunidad enorme para replantearse el tema, estamos en un momento donde los empleadores tomaron decisiones que jamás imaginaron”, señala.
Este momento de inflexión traerá un nuevo paradigma, donde el grado de flexibilidad se mida con resultados y no por la cantidad de horas que se pasa en el trabajo. “Solo así empezaremos a pensar en esquemas donde las mujeres no sufran tanto y puedan balancear actividades personales y profesionales”, dice.
Los trabajadores somos personas, nuestra vida personal sucede a la par de lo que pasa en el empleo. Por eso, hoy más que nunca la flexibilidad tiene un gran valor no solo para los que nos dedicamos a la crianza y los cuidados, sino para todos.
Si los empleadores comprenden eso, explica Masse, no se tiene que hacer programas especiales, sino darle a cada trabajador lo que necesita. Algo que debe contemplar no solo la cuestión infantil, también otras vertientes como la discapacidad.
Hoy más que nunca las empresas y empleadores deben ser conscientes de lo valiosa que es la flexibilidad, es y será una forma de cuidar a las y los trabajadores y el bienestar de su familia.
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Beatriz Gaspar es periodista egresada de la carrera de Comunicación, de la FES Acatlán, UNAM. Actualmente es reportera de La-Lista, mamá de Natalia y columnista de Lazos, una publicación semanal que aborda temas sobre liderazgo femenino, maternidad feminista y crianza responsable.
Este artículo se publicó originalmente en La-Lista. Consúltalo aquí.