Por Nonantzin Martínez
Desde 2013, la Organización de las Naciones Unidas celebra el Día Internacional de la Felicidad en reconocimiento al papel importantísimo que la felicidad desempeña en la vida de las personas de todo el mundo. ¡Quién no busca ser feliz!
Aunque las condiciones, necesidades, perspectivas y hasta privilegios son diferentes en cada individuo, este es un concepto universal que, de acuerdo con la Real Academia Española, es “un estado de grata satisfacción espiritual y física”, lo cual va muy de la mano con lo que yo pienso y vivo, pues en mi experiencia se resume en una sencilla ecuación: felicidad = bienestar.
Partiendo de esto, me considero una persona feliz porque gozo de buena salud, puedo hacer lo que me gusta, tengo un techo y comida y, todas la mañanas al despertar, veo una gran sonrisa en el rostro de mi hijo.
Una de las gurús de la felicidad, Gretchen Rubin, en su famoso libro The Happiness Project, da en el clavo al aterrizar ese concepto de “ser feliz”, el cual a veces nos parece una cosa inalcanzable, etérea, fugaz: “lo importante para ser feliz es identificar qué hábitos están interfiriendo con nuestro bienestar para poder cambiarlos por otros mejores, pues los hábitos son la “arquitectura invisible” de una vida feliz. Al cambiarlos, cambiamos nuestra vida”.
Junto con ello, como bien apunta la ONU, el camino hacia la felicidad “requiere de valores fundamentales como la amabilidad y la compasión”, especialmente en tiempos de crisis como los que vivimos ahora con la pandemia.
No hay receta para ser feliz, pero sí caminos muy personales para que la felicidad sea parte de nuestro día a día. Volviendo a Gretchen Rubin, su propuesta práctica para alcanzar la felicidad es “escribir un conjunto propio de mandamientos personales”, que son los principios generales bajo los que cada quien rige su vida.
Al realizarlos, asegura que se alcanza esa plenitud y satisfacción que te hace ser feliz. Ella, por ejemplo, tiene como mandamientos “ser ella misma”, “hacer las cosas en el momento, sin dilación”, “disfrutar el proceso”, “alegrarse y divertirse en el lugar donde se encuentre”, entre otros.
No sé si a todos les funcione una propuesta de este tipo porque, insisto, las condiciones, necesidades, perspectivas y hasta privilegios son diferentes en cada individuo, pero en mi caso, que soy una persona muy estructurada, puedo decir que, aun sin escribir una biblia de mandamientos, no pierdo de vista cosas que me ayudan a mantenerme en mi centro para lograr mi bienestar, y porque estoy consciente que si yo soy feliz, mi hijo, uno de mis motores principales de vida, también será feliz.
Quizás a otras mujeres que sean mamás y profesionistas, como yo, les pueda servir esto que me impulsa a mí:
Si está dentro de nuestras posibilidades, abracemos la felicidad hoy y todos los días, que ella siempre está ahí.
*Nonantzin Martínez es periodista especializada en temas de estilo de vida, crianza, maternidad y gastronomía. Ha sido parte de las redacciones de revistas como Marie Claire, Glamour, Padres e Hijos y Balance, y colaborado en Good Housekeeping México, Cocina Fácil y GQ México. Actualmente es editora de Baby Creysi, aprendiz de fotógrafa y mamá de un niño de 7 años.
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