Enseñar a nuestros hijos el poder de la intención es uno de los mayores regalos que podemos darles. Vivimos en un mundo acelerado, donde las distracciones y exigencias externas pueden alejarnos de nuestra esencia. Nosotros creemos profundamente en la intención como una herramienta para vivir con propósito y autenticidad.
Cuando un niño aprende a establecer intenciones desde temprana edad desarrolla confianza en sí mismo, claridad en sus acciones y una conexión más profunda con su mundo interior. Pero, ¿Cómo podemos transmitirles esta poderosa enseñanza en la vida cotidiana?
No se trata de grandes discursos ni de conceptos complicados. Se trata de pequeñas prácticas diarias que, con constancia y amor, pueden transformar su manera de relacionarse consigo mismos y con el mundo.
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Desde el momento en que nuestros hijos abren los ojos, podemos guiarlos a elegir cómo desean vivir su día. Algo tan simple como preguntar: “¿Cómo quieres que sea tu día hoy?” les ayuda a desarrollar la conciencia de que tienen el poder de influir en su cotidianidad.
Con el tiempo, ellos también empezarán a formular sus propias intenciones, dándose cuenta del efecto que sus pensamientos y decisiones influyen en su bienestar.
Una de las lecciones más valiosas que podemos enseñar a nuestros hijos es que toda acción lleva una intención detrás. Desde algo tan sencillo como compartir un juguete hasta enfrentar un reto en la escuela, cada acción tiene un propósito.
Podemos guiar a nuestros hijos a reflexionar sobre esto con preguntas como: ¿Por qué decidiste ayudar a tu amigo?¿Cómo te gustaría hacer sentir a los demás con tus palabras?
Cuando los niños aprenden a conectar sus acciones con un propósito, desarrollan una mayor conciencia sobre el impacto que tienen en su entorno y en sus propias vidas.
Los niños tienen una capacidad innata para imaginar y crear, y podemos aprovechar esto para enseñarles cómo manifestar sus deseos a través del poder de la intención. Un ejercicio hermoso es pedirles que cierren los ojos por unos segundos y visualicen algo que desean lograr.
Puede ser algo pequeño, como hacer un nuevo amigo en la escuela, o algo más grande, como aprender a andar en bicicleta. Luego, anímalos a expresar su intención en voz alta: “Voy a hacer mi mejor esfuerzo para aprender a andar en bicicleta con confianza”.
Enseñar a nuestros hijos el poder de la intención también implica que aprendan a aceptarse y a tratarse con amor. Muchas veces, los niños se frustran cuando algo no les sale como esperaban, y es ahí donde podemos guiarlos a redirigir su intención hacia la compasión.
Cuando tu hijo se equivoque o se sienta frustrado, ayúdalo a reformular su pensamiento: En lugar de “No soy bueno en esto”, que diga “Estoy aprendiendo y mejoraré con práctica”.
En lugar de “Hoy tuve un mal día”, que reflexione “Hoy aprendí algo nuevo, aunque fue un día difícil”.
Al ayudarlos a elegir pensamientos más amorosos e intencionales, los estamos preparando para enfrentar la vida con resiliencia y confianza.
En The Orchid, exploramos la importancia de cultivar la gratitud como parte del camino hacia una vida intencional. La gratitud nos ayuda a centrar nuestra energía en lo positivo y a reconocer los regalos que la vida nos ofrece cada día.
Una manera sencilla de cultivar esto con los niños es incorporar un pequeño ritual nocturno: antes de dormir, preguntarles “¿Qué fue lo mejor de tu día?” o “¿Por qué te sientes agradecido hoy?”. Esta práctica, la cual puede ser de tan solo unos minutos de duración, refuerza emociones positivas, y además les enseña a enfocarse en lo bueno, incluso en días difíciles.
El poder de la intención es la quinta y final lección en nuestra novela The Orchid: El Código Secreto de las Diosas Modernas, en donde explicamos a nuestros lectores como la intención no es sólo desear algo; es comprometerse con una visión y actuar en consecuencia. Si sembramos esta semilla en nuestros hijos desde pequeños, les estaremos dando una herramienta invaluable que los acompañará por el resto de sus vidas.
Y aunque aquí hablamos de guiar a nuestros hijos, lo más valioso es que tú misma incorpores estos hábitos en tu propia vida. La mayor influencia que puedes ejercer sobre ellos es a través del ejemplo, ya que la observación es una de las formas más poderosas en las que los niños aprenden y modelan su comportamiento.
Cuando tú vives con intención, ellos lo notan y, de manera natural, empiezan a hacerlo también. Al final, la mejor enseñanza no es lo que decimos, sino cómo vivimos.
En The Orchid exploramos cómo la intención nos permite redescubrir nuestro poder interior y vivir desde la autenticidad. Te invitamos a leerlo y a permitir que su mensaje inspire no sólo tu propio camino, sino también el de tu familia. Porque cuando vivimos con intención, guiamos con amor y dejamos una huella profunda en quienes más amamos.
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