Todos celebramos el Día de la Niña y el Niño con gozo y alegría, especialmente si ya somos madres o padres. Sin embargo, no todos sabemos mucho sobre su origen. Este día dedicado a la infancia no es exclusivo de México (aunque cada país lo celebra en una fecha distinta): es un momento importantísimo en el que el tema de la infancia y su forma de vida se vuelve universal. También nos recuerda los derechos de los niños.
La creación de esta celebración surgió como una propuesta mundial. En los años cincuenta, la Asamblea General de las Naciones Unidas recomendó que los países establecieran una fecha para difundir y promover los derechos de la infancia. La idea era que se utilizara para plantear jornadas de actividades que ayudaran a las sociedades a hacerse conscientes de la necesidad imperiosa de procurar el bienestar de la niñez.
Pero vayamos atrás y recordemos un poco el contexto: en la década de los cincuenta, el mundo aún no sanaba las profundas heridas que provocaron las atrocidades de la Segunda Guerra Mundial. Este conflicto bélico propició la creación de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), grupo que un par de años más tarde redactó un documento muy importante para la humanidad: la Declaración Universal de los Derechos Humanos.
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Pero había un detalle: la declaración, al hablar de toda la humanidad, incluía a la infancia, pero no hablaba de sus particularidades. Era necesario ser más específicos porque la infancia, de hecho, es una etapa en la que tenemos justamente necesidades específicas que nos vuelven más vulnerables.
En los cincuenta, entonces, la discusión sobre la importancia de plantear en un documento cuáles eran los derechos de las niñas y los niños se volvió parte de la agenda y la tarea culminó a finales de la década, momento en el que surgió la Declaración de los Derechos de los Niños. Desde entonces, los defensores de los derechos de las niñas y los niños han luchado incansablemente porque los Estados no violen y también procuren el respeto a estos derechos que velan por la dignidad de nuestras infancias.
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La realidad es que los derechos de las niñas, niños y adolescentes son un fundamento basado en el respeto, el amor y el cuidado que merecen todas las infancias del mundo. Si reflexionamos en torno a estos principios notaremos su lógica y lo mucho que nos involucran como madres y padres:
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Una manera de posibilitar que esta etapa única e irrepetible sea no solo un buen recuerdo, sino también el proceso de formación saludable y amoroso de alguien que en el futuro será capaz de construir paz en comunidad, es vivir abrazando el respeto como un principio no negociable: respetar su derecho a ser niñas y niños que merecen ser felices.
*Ollin Islas es periodista, promotora de los derechos de niños, niñas y adolescentes y fundadora de Morritos, una asociación civil que trabaja para prevenir la violencia sexual y todo tipo de maltrato contra las infancias.
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