Esta temporada está marcada por eventos como los convivios en los centros de trabajo, las preposadas, posadas, Navidad y el Año Nuevo. Esta es una época que muchos asocian con alegría, unión familiar y celebraciones; sin embargo, no todas las personas experimentan estás fechas de la misma manera. Algunos incluso pueden sufrir de depresión navideña, con sentimientos de tristeza y síntomas de ansiedad.
La llegada del invierno en muchas regiones trae consigo días más cortos y menos luz solar. La disminución de la luz puede afectar el equilibrio de neurotransmisores en el cerebro, especialmente en personas que sufren de Trastorno Afectivo Estacional (TAE). Este trastorno se caracteriza por síntomas de depresión durante los meses de invierno y se relaciona con la falta de exposición al sol, que afecta los niveles de serotonina, un neurotransmisor ligado al estado de ánimo.
Por otra parte, la depresión navideña, también conocida como “blues de Navidad” o “depresión blanca” tiene diversas causas, pero comprenderlas puede ayudar a encontrar maneras de sobrellevarla. Por eso, a continuación te invito a reflexionar sobre algunas de ellas.
Durante el fin de año, la sociedad suele presentar imágenes de familias felices, cenas perfectas y abundancia de regalos. Este ideal puede hacer que muchas personas se sientan excluidas, aisladas e incluso avergonzadas si no cumplen con esas expectativas.
Las personas incluso pueden llegar a tener un sentimiento de fracaso o insuficiencia. Además, las redes sociales y los medios de comunicación pueden amplificar esta sensación al mostrar solo momentos de alegría y éxito.
Para quienes han perdido a un ser querido, esta época puede ser especialmente dolorosa. Las festividades traen recuerdos de aquellos que ya no se encuentran entre nosotros y la nostalgia o el dolor de la ausencia pueden ser profundos.
Los rituales que antes se disfrutaban en compañía pueden resaltar la pérdida, haciendo que las personas experimenten tristeza, añoranza o incluso desesperanza.
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No todos tienen la posibilidad de compartir el fin de año con familia o amigos. Algunas personas están lejos de sus seres queridos, ya sea por trabajo, estudios, o distancia geográfica. Otras carecen de una red de apoyo debido a factores como el envejecimiento, el desplazamiento, o simplemente la falta de vínculos cercanos.
La soledad, en una época que celebra la unión, puede ser abrumadora, intensificando los sentimientos de aislamiento y de depresión navideña.
El gasto en regalos, cenas, decoración y viajes puede poner una gran presión en el presupuesto familiar o personal, especialmente para aquellos con recursos limitados, lo cual puede aumentar la ansiedad y hacer que las personas sientan que no pueden cumplir con las expectativas de los demás o incluso de sí mismos. Esto puede llevar a un sentimiento de insuficiencia y malestar.
El fin de año suele traer cambios en la rutina diaria. Las vacaciones, las fiestas, el cambio de hábitos de sueño y alimentación pueden afectar el bienestar emocional. Muchas personas tienden a descuidar el ejercicio, el sueño adecuado y una alimentación equilibrada, factores importantes para mantener la salud mental.
Este desajuste en la rutina también puede ser un desencadenante para la depresión navideña, pues puede hacer que la persona se sienta agotada, irritable o decaída.
El fin de año es un momento en el que muchas personas reflexionan sobre los objetivos logrados y los que no se han alcanzado. Quienes sienten que no cumplieron sus metas a menudo experimentan frustración, autocrítica y tristeza. La tendencia a enfocarse en los aspectos negativos o incompletos de la vida puede incrementar las probabilidades de sufrir de depresión navideña.
Si bien esta época del año puede ser un desafío emocional, existen maneras de afrontarla y cuidar de la salud mental:
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La depresión navideña es una realidad para muchas personas y responde a un conjunto de factores emocionales, sociales, y físicos. Reconocer que no es una experiencia aislada y entender sus causas es un primer paso para aprender a gestionarla. La salud mental merece tanta atención como la salud física, y cuidarla durante esta temporada puede marcar una gran diferencia para recibir el nuevo año con una perspectiva renovada y positiva.
Espero que esta información te permita entender que sentir tristeza en estas épocas es más común de lo que crees y que no estás solo, pues a muchas personas les pasa. Por eso, trata de enfocarte en lo positivo y, si lo necesitas, no dudes en buscar la ayuda de un profesional o una red de apoyo que se convierta en tu soporte para sobrellevar los momentos difíciles.
¡Nos vemos en la próxima columna!
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