Por Nonantzin Martínez
En los tiempos que corren –con pandemia incluida– los adultos somos presas del reloj, de las agendas saturadas, de las juntas interminables, de resolver cosas aquí y allá “para ayer”, de estar conectados a nuestros dispositivos “todo el santo día”, de vivir sometidos un estrés que no da tregua, a veces, incluso, en fines de semana. Tristemente estamos tan adaptados a estos escenarios que los hemos hecho parte de nuestra vida, y “ni tiempo tenemos” para cuestionar si eso está bien o no.
¡PAREMOS! Esto no debería considerarse algo normal, por nuestro propio bien y por el de nuestros hijos e hijas porque, sin darnos cuenta, con esa agenda llena estamos interfiriendo en su buen desarrollo ya que, en la infancia, lo que ellos necesitan es nuestro tiempo, nuestra presencia, un acompañamiento pleno y amoroso –vale decir, sin teléfonos celulares– y NO se los estamos dando.
Ahora bien: ¿cuánto tiempo dedicaste a ello? Aunque esa no es la pregunta correcta, la hice de esa forma porque los adultos solemos cuantificar todo en minutos u horas invertidas.
Tal vez tu respuesta haya sido: “media hora”, “20 minutos”, “40 minutos”, “dos horas”, ¿es correcto? Pues bien, déjame decirte que si lograste ponerle un número al tiempo, es porque no tienes –no tenemos, me incluyo– la conciencia plena de que los hijos no necesitan solamente unos cuantos minutos u horas al día de nosotros: cuanto MÁS tiempo les dediquemos, ¡MEJOR! ¿Por qué? Porque entre mayor sea el tiempo que pasemos con ellos, su desarrollo cognitivo, emocional y social se verá potenciado.
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La reflexión que hace el psicólogo Alberto Soler, co-autor del libro Hijos y padres felices. Cómo disfrutar la crianza y autor del videoblog Píldoras de Psicología, al respecto del tiempo que pasamos con nuestros hijos me parece tan contundente, que no dudo que a muchos, como a mí, les de mucho para pensar:
Y continúa su la reflexión –que puedes encontrar aquí– diciendo que “ellos no necesitan tantos juguetes ni actividades extraescolares, lo que ellos necesitan en sus primeros años de vida es A NOSOTROS”.
Cuanto más tiempo pasemos con nuestros hijo e hijas, mejor. En este sentido, el experto considera que el concepto de “tiempo de calidad” es engañoso: “eso calma nuestra conciencia y nos lleva a una actitud conformista”, dice. Y es cierto, no debemos conformarnos con solamente darles, no sé, 30 minutos al día, aunque sea de la “súper máxima calidad”, ja. Lo realmente importante que estamos con nuestros hijos siempre que podamos, “ellos no quieren pequeños tiempos de calidad, simplemente quieren TIEMPO CON NOSOTROS”.
Y sin duda todo el tiempo que podamos tener con ellos –ojo, acá es súper importante que busquemos acomodar nuestras agendas de vida privilegiando el bienestar de todos– tiene que ser obviamente de calidad, porque de nada sirve estar cerca de ellos como estatuas, ausentes, sin participar de su goce, aprendizaje y alegría.
Nadie dijo que la crianza fuera fácil, y mucho menos en un mundo que nos arrastra en su frenesí, que nos hace olvidar esa toma de conciencia de las acciones que son positivas, y las que no, para nuestros hijos.
Yo, hace unas semanas, caí en cuenta que mi agenda de trabajo estaba siendo poco compatible con las necesidades de mi hijo y tuve que definir prioridades. Tenía sobre mí un mar de proyectos que me estaban impidiendo disfrutar con toda calma de la hora de la cena o de jugar con él. Hice un alto y me reorganicé. Tuve que dejar cosas y acomodar horarios, y no saben lo bien que me ha caído tener la tarde, casi completa, para mi hijo –y a él, por supuesto–. Hay días en los que de plano me es imposible cerrar la computadora a las 6:30 pm, pero ya son las menos y las platicamos antes.
La semana pasada, por la tarde, cuando yo había terminado mi jornada y él había hecho sus deberes, pasamos como dos horas –les digo, otra vez el concepto del tiempo– súper divertidos metidos en su casita de madera contándonos historias, poniendo música, bailando y jugando con sus peluches. Llegó su papá y se integró a la fiesta. Cayó la noche y no solo mi hijo fue el más feliz: nosotros también lo fuimos.
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Ahí me di cuenta que, sin duda, el tiempo que pasamos con nuestros hijos e hijas influye positivamente en su bienestar. El psicólogo Alberto Soler señala que estar presentes en la vida de nuestros críos los ayuda a tener:
Hay dos recursos que podemos dar a nuestros hijos, agrega el experto, que son las cosas materiales y el tiempo. Debido a las dinámicas en las que estamos involucrados, hemos privilegiado lo material. De hecho, muchas mamás y papás compensan su falta de tiempo con ellos con objetos, juguetes y otros “premios”. Mi consejo, como mamá profesionista de un niño de siete años, es que no llenemos vacíos emocionales con cosas materiales. Para mí lo verdaderamente importante es ser parte de la vida de mi hijo, de sus logros y avances, de sus dudas e inquietudes, de su felicidad, que también es la nuestra.
Si alguien se siente culpable por no tener tiempo para estar con sus hijos como quisiera –como yo me sentí hace unas semanas–, que esta sea una oportunidad para reflexionar y cambiar las cosas con las que no estamos satisfechos.
*Nonantzin Martínez es periodista especializada en temas de estilo de vida, crianza, maternidad y gastronomía. Ha sido parte de las redacciones de revistas como Marie Claire, Glamour, Padres e Hijos y Balance, y colaborado en Good Housekeeping México, Cocina Fácil y GQ México. Actualmente es editora de Baby Creysi, aprendiz de fotógrafa y mamá de un niño de 7 años.
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