Hoy me gustaría platicar contigo acerca de los berrinches de los niños. Cuando tu hijo empieza a hacer una rabieta es posible que creamos que lo estamos haciendo muy mal como mamás o papás. A mí también me ha pasado. Piensas, ¿en qué he fallado para que mi hijo haga esto? Es que en esos momentos no hay forma de hablar con él. ¡Está descontrolado!
Pero te tengo una noticia: todos los niños hacen berrinche, ¡tú hiciste berrinche de pequeño! Este comportamiento es completamente normal y es instintivo. Aparecen con frecuencia al final del primer año y son regulares a los dos y hasta los cuatro años.
Creo que todas las mamás y los papás hemos sufrido de los berrinches infantiles, ¡yo no me he escapado! Mis peques también los han hecho y las razones pueden ser muchas:
Cuando nació Emiliano, Manu se puso muy sensible. En esta columna te platico cómo fueron los celos entre hermanos y cómo se solucionaron. En esta etapa era evidente que quería llamar la atención de sus papás y fue comprensible.
Pero los berrinches también pueden ser por:
Muchas veces nos culpamos por estar “criando mal a nuestros hijos”, pero calma, puede ser una combinación de causas, su personalidad, circunstancias inmediatas y una conducta normal de su desarrollo.
Raras veces los berrinches son un síntoma de un problema más grave. Por eso tienes que estar atento a las señales de, por ejemplo, si duran más de 15 minutos, se producen con demasiada frecuencia o no disminuyen después de los cinco años. En este caso sí es importante que acudas con el médico para identificar la causa de este comportamiento.
No te pierdas: Las razones que llevan a un niño a hacer berrinche
Creo que cada mamá y papá va a desarrollar su propia técnica. Te puedo dar algunos tips que me han funcionado a mí, pero tú mejor que nadie conoces a tus niños.
Te platico lo que yo hago:
Recuerda que casi siempre los berrinches se producen porque los niños están tratando de obtener algo. Por ejemplo, si estás con tu otro niño y quiere que solo le hagas caso a él y hace berrinche puedes decirle: “Sé que quieres hablar conmigo, pero cuando termine con tu hermanito será tu turno”.
Sabes de qué te hablo: gritos, llantos, rodar sobre el suelo, arrojar objetos, dar patadas… ¡Incluso se ponen rojos! Sé que eso nos pone muy nerviosos, pero aunque su berrinche es intenso, no le doy lo que quiere hasta que se tranquilice.
Soy muy clara, le digo que comprendo lo que quiere, pero que debe entender que las cosas funcionan mejor si las dice de otra manera. Hay una frase que nunca falla: “Cuando termines de gritar y me digas tranquilamente que estás listo para que te preste atención podré ayudarte”.
Otra estrategia que uso para controlar el berrinche es encontrar un lugar tranquilo y seguro donde pueda calmarse y aplicar técnicas de distracción. Sé que sueno como militar pero es un poco como eso, ja, ja, ja.
A veces, cuando está en pleno berrinche le digo: “Vamos a la tienda”. Nos quedamos afuera un ratito, sentados en un banco mirando a las personas, y cuando está calmado platicamos de lo que quiere y lo que sintió al estallar.
Un error que muchos cometemos es decirle a nuestros niños que no lloren. Yo creo que, por el contrario, debemos permitir que se expresen a su manera y después de unos minutos intentar calmarlos, pero siempre pidiéndoles que nos expliquen lo que sienten. Ayúdalo a identificar sus sentimientos para darle significado a su comportamiento. Con esto sabrá que más allá de lo que pase lo aceptas y estás de su lado: “Veo que te sientes cansado, ¿quieres que te recueste?”.
Este es un gran error que muchos hemos cometido. Hace berrinche y con tal de que se calme le damos premios. Aunque nos desesperemos debemos ser firmes para que no crean que con ese comportamiento se consiguen las cosas. Aquí es importante que tú no flaquees y sé lo difícil que es.
Mi último consejo es que seas paciente. Si crees que estás a punto de perder el control respira, cuenta en tu cabeza hasta diez y piensa que es un niño y tú el adulto, tú puedes controlarte.
Espero que estos tips te hayan servido. Soy Anahí y te espero en mi próxima columna en Baby Creysi.
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