Hace unos meses leí un estudio que me llamó mucho la atención. Se llama El trabajo invisible de la casa: las madres como capitanas de los hogares, de la psicóloga Lucía Ciciolla, académica de la Oklahoma State University.
Te confieso que me dejó impactada. A través de un análisis minucioso explica cómo afecta en la salud física, emocional y psicológica todo lo que las mujeres hacemos en casa y que parece que “nadie nota”.
Sé que cada una de nosotras tenemos circunstancias diferentes, pero en esta investigación, la experta examina la forma en que la distribución del trabajo en la pareja está relacionada con el bienestar de las mujeres y, por consiguiente, de toda la familia.
El 90% de las encuestadas consideró que ellas tenían la responsabilidad completa de organizar los horarios de la familia, el 70% dijo ser “la capitana” del barco y el 78% aseguró que ellas eran quienes conocían y tenían contacto con los maestros de los niños.
Lo que dice la experta es que la enorme carga mental que supone organizar una familia y las tareas del hogar, el hecho de fomentar el bienestar de los hijos e incluso tomar decisiones financieras genera sentimientos de angustia y vacío en las mujeres. A la larga eso deteriora la salud y genera insatisfacción con la pareja.
En muchas ocasiones cuando anunciamos que vamos a ser mamás las personas nos dedican todo su apoyo y atenciones, pero cuando nace nuestro bebé, pareciera que desaparecemos y que no necesitamos ayuda.
Y es que el trabajo invisible de las mamás se da por hecho. Es una lista interminable de pendientes que pareciera que se resuelven mágicamente. No importa si tienes quién te ayude en casa. Tú como mamá eres la líder, la que registra las citas médicas, la que está al pendiente de las actividades de los niños, la que organiza y sabe qué hace falta en el refri.
Sin duda creo que, como tú, yo también soy multitarea. ¿Y cómo no serlo? Creo fielmente que parte del trabajo de las mamás es recordar cada detalle, cada cita, fecha o tarea. Es atender el hogar y criar a los niños, pero también puedo sentir una gran responsabilidad por el bienestar general y los estados emocionales que presenten mis hijos.
Simplemente es un trabajo agotador, muy pocas veces visto y validado.
La buena noticia es que tanto hombres como mujeres están empezando a reconocer que la administración del hogar sigue recayendo del lado femenino. Parece poco pero piénsalo: hasta hace algunos años nadie se detenía a pensar en la madre, siempre abnegada, sin queja alguna. Hoy sabemos que si queremos que los niños estén bien, necesitamos atender el bienestar de las mamás, nuestro bienestar.
En la investigación que te cuento se mostraron vínculos entre este tipo de carga mental con niveles altos de angustia en las madres. No hay duda que el malabarismo constante y la multitarea nos pasa factura.
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Es de vital importancia que exista una organización la cual permita, no solo dejar a los padres en el papel de proveedores, sino que también se involucren en todo lo demás. Hay que hablar sobre dividir las tareas de forma coherente, a consciencia, es decir, responsabilizarlos de alguna labor en particular.
De esa manera la carga emocional y el estrés que sufrimos como mamás será más llevadera. Si nosotras estamos tranquilas y dejamos participar a nuestra pareja en las actividades diarias dejando que lo haga a su manera, sin controlar o queriendo que lo haga a nuestra manera, seguramente tendremos mejor relación con él y con nuestros hijos. Es importante sentirse apoyada para poder así tener los recursos emocionales para enfrentar la gran tarea de ser madre.
Nos enseñan que lo primero en nuestras vidas deben de ser nuestros hijos, después nuestra pareja y al final de una larga lista de “prioridades” nos acordamos que también necesitamos tiempo para nosotras.
Tenemos que aprender que antes de ser madres, esposas e hijas somos mujeres. Es normal que entre tantas obligaciones que vienen acompañadas con ser mamás nos olvidemos de nosotras, pero la maternidad no puede ser una condena. Es fundamental que cada día dediques un espacio para hacer esas actividades que antes de ser mamá te producían alegría, bienestar físico y emocional.
Cada día me dedico ese “tiempo de mamá” porque me hace sentir bien y ser mejor madre. Me doy un espacio para hacer ejercicio y consentirme haciendo las cosas que desde siempre he disfrutado. ¿Eres capaz de regalarte una hora diaria solo para ti? Inténtalo, recuperarás tu individualidad y te sentirás más feliz.
Soy Anahí y te espero en mi próxima columna en Baby Creysi.
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