¿Has escuchado hablar de masculinidad flexible? ¿Sabes a qué se refiere? Si respondiste que no a estas preguntas, no te preocupes, en esta ocasión te hablaré de este tema que resulta muy interesante y además vigente pues, en efecto, los modelos de paternidad están cambiando.
La Comisión Nacional para Prevenir y Erradicar la Violencia Contra las Mujeres (CONAVIM) cita a Luis Bonino, psicoterapeuta y director del Centro de Estudios de la Condición Masculina (CECOMAS), quien define a la masculinidad como “una arbitraria construcción social resultante de la organización patriarcal y de dominio masculino en las relaciones de género, compuesta por un conjunto de valores, definiciones, creencias y significados sobre el ser, deber ser y no ser varón pero, sobre todo, de su estatus en relación con las mujeres”.
Desde la sociología se ha estudiado la masculinidad a partir de distintas aristas, por ejemplo, las que la consideran como una dimensión del orden de género y, por tanto, se enfocan en cómo las relaciones de poder ocupan un lugar central en la explicación de la sociedad, de las identidades y de las formas de relación de los hombres con los otros hombres y con las mujeres; entendiendo el género como una categoría del análisis social que permite identificar la forma en que se organizan las relaciones sociales con base en la diferencia sexual.
Bonino ha desarrollado toda una teoría sobre lo que llama Micromachismos:
“Es decir, las sutiles e imperceptibles maniobras y estrategias de ejercicio del poder de dominio masculino en lo cotidiano”.
Desde esa perspectiva, incluso los hombres que pueden definirse como no machos (si se acepta el concepto) llegan a tener brotes de micromachismo (o machismo subliminal).
En una entrevista para Movimiento por la Paz, el experto menciona que un micromachismo muy común y que “viene representado por aquellas situaciones en las que el hombre no se implica en las tareas domésticas o familiares porque ‘no sabe’ o porque ‘ella lo hace mejor’. En este caso, obligar a la mujer a hacer lo que en una relación igualitaria debería ser cosa de dos, supone una maniobra de imposición de tareas que, de forma sutil, genera una importante sobrecarga en ella”.
Justo aquí es donde entra la masculinidad flexible, es decir, esa capacidad de los varones a compartir roles con su contraparte femenina, de la que no debería ser posible desprenderse pues son como el ying y el yang, los opuestos eternos que requieren del otro para ser.
Platiqué sobre el tema con el Dr. Carlos Luna (sexólogo especialista en diversidad sexual, neurolingüística, bioética y salud sexual) acerca de la masculinidad flexible. Él tiene una idea muy concreta de por qué se están dando estos cambios en la manera de relacionarnos unos con otros:
“Actualmente, las mujeres se encuentran presentes en áreas profesionales de todos los campos y ocupan puestos de liderazgo político, científico y empresarial, algo que no hace mucho era impensable. Hoy se está poniendo a prueba el antiguo modelo masculino de proveedor, protector, autoritario y mayormente ausente; con esto quiero decir que los estereotipos de género han cambiado (o lo están haciendo)”.
En palabras del Dr. Luna, la masculinidad se hace flexible “al entrar más el varón en el ámbito familiar pues entonces va transformando su estereotipo masculino, incorporando en su perfil características consideradas como “femeninas”, el hombre activamente busca conectar, generar equilibrio y sintonizar los afectos con su familia, lo cual también va marcado por ciertas conductas muy positivas para propiciar un espacio más justo en el hogar, con tareas compartidas, sin consideración de la identidad de género y con énfasis en el bienestar de todos en el hogar, pero sin lastimar o mermar de su identidad masculina”.
En el más estricto sentido biológico, la paternidad es el vínculo genético que une a un varón con su descendencia. Ya hablando de relaciones personales, la paternidad es la relación que un hombre construye con su descendencia, sea esta biológica o no.
“En la estructura patriarcal tradicional donde la mujer asume el rol de madre cuidadora y el varón el de padre proveedor, no se asocia al varón al cuidado. Desde la identidad masculina se obliga al rechazo de aquellas tareas asociadas a lo femenino” menciona el Dr. Carlos, o sea que, el padre proveedor se desentendía del cuidado, educación y formación de los hijos, siendo el clásico padre ausente.
Carlos dice que “una de las misiones principales de los padres (hombres y mujeres) es cuidar, que es una capacidad humana asociada a valores que fomentan las relaciones interpersonales como son respeto, confianza, seguridad y altruismo”.
Si entendemos que la paternidad (igual que la maternidad) es un vínculo social, emocional y afectivo que se construye con el paso del tiempo y la dedicación, entonces hay tantos tipos de paternidades como hombres que se asumen y aceptan como padres de familia, de manera que cada individuo elige y decide el tipo de padre que quiere ser.
“Las nuevas generaciones de padres muestran mucho mayor interés en intervenir activamente en el proceso del embarazo, la crianza y educación de los hijos, a partir de la cercanía emocional, afectiva y física. La nueva paternidad tiene el potencial de ser mucho más sensible, presente, abierta y orientada al crecimiento”, concluye el Dr. Luna.
Entonces, la masculinidad flexible sí está cambiando los modelos de paternidad
¡Definitivamente! la masculinidad flexible representa un cambio significativo en la forma en que los hombres entienden y expresan su masculinidad. Al adoptar una mentalidad que desafía los roles de género tradicionales, los hombres que practican la masculinidad flexible pueden establecer relaciones más igualitarias con sus parejas y participar activamente en la crianza de sus hijos.
Aunque se han logrado avances, es un hecho que persisten desafíos debido a las normas culturales arraigadas, por lo que es necesario fomentar la educación y la conciencia para promover una masculinidad más flexible y modelos de paternidad igualitarios. Este cambio beneficia no sólo a los hombres sino a las mujeres y la sociedad en general, al romper con las restricciones impuestas por las normas de género.
Agradecemos al Dr. Carlos su colaboración y su disposición a atender a nuestros lectores en caso de cualquier duda o inquietud.
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