Ser padres

¿Los niños experimentan duelo?

Hablar de pérdidas en cualquier etapa de la vida es difícil, pero cuando son pérdidas que se experimentan en la infancia el tema es un poco más complejo. Los adultos tenemos la idea de que ese mundo color de rosa que viven los peques no debe ser manchado con noticias o temas dolorosos, sin embargo, es inevitable, la vida tiene sus bemoles y sí, los niños experimentan duelo.

¿Qué es el duelo?

El duelo es la respuesta que tenemos ante una pérdida, el proceso que vivimos para entender y asimilar dicha pérdida y hacerla parte de nuestra vida, es entonces cuando el duelo termina, de tal modo que no hay tiempo definido en cuanto a la duración de este proceso, ya que es único e individual. No se trata de un trastorno emocional ni mucho menos de una enfermedad.

Para que lo puedas entender mejor, el manual Hablemos de duelo, de Patricia Díaz Seoane, nos explica que es posible identificar cuatro momentos importantes durante este proceso cuando es resultado del fallecimiento de un ser querido:

  1. Aceptar la muerte como un hecho irreversible.
  2. Identificar, entender y asimilar las emociones asociadas con la pérdida.
  3. Aprender a vivir en un mundo en el que el fallecido ya no está ni estará.
  4. Recolocar al muerto en nuestra vida y seguir viviendo.
Es importante identificar las emociones que los niños experimentan con el duelo.
Foto: Envato Elements

No solo la muerte conduce al duelo

Es fundamental comprender que no solo la muerte nos enfrenta al duelo, en realidad este se presenta ante cualquier tipo de pérdida:

  • Un cambio de casa
  • El divorcio de los padres o de tíos muy cercanos
  • Cambio de escuela, etc.

En este sentido, la psicóloga Selene Portilla Fabián nos dice que, el duelo es la pérdida de un objeto libidinal y este objeto incluye afectos y sentimientos, es decir, que ese objeto proporciona placer y seguridad en el mundo personal.

Así que ante el cuestionamiento sobre si los niños experimentan duelo, la respuesta sensata y correcta es un sí rotundo. Ellos son tan humanos como cualquiera y desde el momento de su nacimiento comienzan a experimentar pérdidas.

¿Has considerado lo que significa para un babé dejar el vientre materno, en donde habita seguro y sin tener que esforzarse ni por respirar? Y de ese modo, durante el desarrollo de todo ser humano la pérdida se vuelve una constante.

“Cómo entiende el niño una muerte en particular depende de las referencias que haya tenido de sus papás, de cómo enfrentan ellos la muerte y cómo lo manejan, eso es lo que va a determinar cómo vaya asimilando el niño el concepto de la muerte; depende completamente de la mentalidad del papá”.

Psicóloga Selene Portilla Fabián

El primer duelo es al nacer. Foto: Envato Elements

Platicamos también con la psicóloga Virginia Chávez, académica e investigadora en la Universidad Cristóbal Colón de Veracruz, y ella lo explica de la siguiente manera: “Definitivamente el niño va a aprender qué es la muerte a partir de como papá o mamá vivan esa experiencia y cómo le enseñan a vivirla. Además, como padres debemos transmitirle que, así como identificamos el nacimiento de un ser humano tenemos que identificar y aceptar que la muerte es parte del proceso de la vida y si papá y mamá lo entienden, será mucho más fácil que el niño lo viva así”.

Por su parte, Selene continúa: “A los niños a los que les queda más claro el proceso de la muerte son los que viven con una enfermedad terminal, ellos lo van entendiendo que de acuerdo con el proceso de la enfermedad pues enfrentan cambios físicos y saben que hay días en los que se sienten bien y otros en los que no. Van a experimentar cambios y ellos aprenden más alrededor del proceso de la muerte porque lo viven en ellos mismos”.

Otro aspecto muy importante es que el niño reaccionará ante una pérdida de acuerdo con la importancia que esta tenga en su vida.

Si hablamos de duelo de muerte también tiene mucho que ver cuánto tiempo convivieron con esa persona. No es lo mismo experimentar la partida de un abuelo que vive en la misma casa o al que ven frecuentemente que la de un abuelo que vive en otra ciudad o con el que no conviven. Al niño le afecta perder lo que forma parte de su entorno cotidiano”.

Psicóloga Selene Portilla Fabián

Es por eso que los niños pueden sufrir más la pérdida de su mascota o de su libro favorito que la muerte de un familiar que para ellos no es cercano.

Incluso extraviar un juguete puede causar duelo en los niños. Foto: Envato Elements

Sí experimentan duelo, pero, ¿es el mismo proceso en todas las edades?

La Dra. Virginia nos responde que el desarrollo de cómo va pensando el niño es diferente en la primera infancia, que va de los cero a los tres años, de 3 a 6 es la segunda infancia y la niñez es de 6 a 12.

Entonces, primero, es muy importante identificar en qué etapa está el niño para que enfrente o que tenga estrategias diferentes para entender y para vivir un proceso de duelo.

Por ejemplo, para los niños de 3 a 6 años es fácil aceptarlo porque no alcanzan a dimensionar lo que significa: ya no está aquí, porque ellos pueden pensar que lo van a seguir viendo en sus sueños, creen eso porque tienen un pensamiento donde la imaginación es fundamental, es parte de su desarrollo.

En cambio para un niño de 9 o 10 años el vivir un proceso de duelo o enfrentar una muerte es diferente, ellos lo entienden de una manera más parecida a como lo entiende un adulto, sin embargo, el significado no es el mismo porque el niño no tiene vivencias ni creencias, las está aprendiendo”.

¿Cómo lo asumen los niños de acuerdo con su edad?

Basándonos una vez más en el manual Hablemos de duelo, de Patricia Díaz Seoane, las etapas se pueden dividir en:

Experimento de duelo en niños entre los 0 y 3 años:

  • No existe el concepto de pérdida o muerte como tal.
  • Los estados emocionales se contagian.
  • Aparecen alteraciones de las rutinas principales como la comida y los estados de sueño y vigilia, los menores se vuelven irritables.

Experimento de duelo en niños entre los 3 a 6 años:

  • No entienden la irreversibilidad de la muerte.
  • Creen que los fallecidos siguen manteniendo sus funciones vitales, pero en otro lugar.
  • La muerte es selectiva, principalmente algo característico de personas mayores o que están muy enfermas.
  • Las explicaciones adultas son recibidas de manera literal, no alcanzan a entender las expresiones sobre la muerte.
  • Necesitan mensajes claros y concisos.

Experimento de duelo en niños entre los 6 y 10 años:

  • Comprenden la universalidad y la irreversibilidad de la muerte al final de esta etapa, aunque hay oscilaciones en el concepto.
  • Tardan en comprender que los muertos no sienten, que los sentidos han dejado de funcionar y preguntan mucho sobre el tema, lo acaban entendiendo en esta franja de edad.
  • Comprenden bien la interrupción de las funciones vitales: saben que el corazón ya no late y que no se respira.
  • Cuando entienden que ellos también pueden morir se angustian ante la idea de su propia muerte y la de quienes los rodean.
  • Aparecen los primeros pensamientos de culpa asociados a su egocentrismo.
  • Existe preocupación por su salud y la de los adultos de su entorno. Temen otras muertes y que enfermen sus figuras de apego o ellos mismos.
  • Pueden mostrar interés en participar en los ritos y despedidas; hacia los 6 años es recomendable que lo hagan, siempre con condiciones favorables y habiéndoles explicado bien en qué consisten previamente.
  • Es importante no mentirles ni edulcorarles la información: antes o después conocerán la verdad y preferirán haber sido incluidos.
  • Resulta fundamental que su opinión se tome en cuenta o, al menos, que les consultemos determinadas cosas para integrarles en el proceso.
  • Curiosidad sobre la muerte, problemas de concentración, preguntas recurrentes, etc.

Experimento de duelo en niños entre los 10 y 12 años:

  • No necesitan explicaciones adaptadas, comprenden todas las dimensiones de la muerte.
  • Son conscientes de la mortalidad y en esta etapa aparecen las preocupaciones o las ideas en torno a su propia muerte.
  • Aparece curiosidad por los temas espirituales y religiosos, sus opiniones sobre este tema oscilan mucho.
  • Son conscientes del impacto que genera la muerte.
  • Participan en los ritos funerarios y muestran interés por este tema.
  • Son conscientes de los cambios asociados a la muerte y de cómo van a condicionar su futuro o de cómo influirá en las demás áreas de su vida.
  • La expresión emocional les cuesta, pero debemos facilitársela.
  • Pueden sentirse agobiados o abrumados ante la preocupación adulta.
  • Se debe respetar su silencio si son reacios a hablar y buscar otro momento más propicio.
  • Debemos dotarles de toda la seguridad que podamos en esos momentos.
  • Suele ayudarles el hecho de conocer otras situaciones y experiencias similares.
  • Hay que evitar decirle cosas que coloquen al menor en una situación de responsabilidad o le lleven a asumir roles que no le corresponden
  • Las emociones extremas, las reacciones persistentes, la incapacidad conducta extremos deben ser vigilados y, llegado el caso, consultados con un especialista.
  • Muchas reacciones de duelo son similares a las de un adulto.
Después de los 10 comprenden las dimensiones de la muerte. Foto: Envato Elements

Hay algo que es un hecho, debes tratar a tu hijo con respeto y siempre decirle la verdad de acuerdo con la edad que tenga. Recuerda que es pequeño, no incauto, es un ser humano pensante y con toda la capacidad y el deseo de comprender cómo es la vida y el mundo en que vive.

La psicóloga Virginia asevera que, “como padres tenemos miedo de hablarle a nuestros hijos sobre la muerte y el duelo porque pensamos que ellos van a sentir o van a pensar muy similar a nosotros y no es así, la realidad es esta: nosotros vamos creando un contexto alrededor de la muerte de acuerdo con nuestras vivencias, y nuestros niños no tienen las mismas; es lo que van enseñando mamá o papá acerca de la muerte lo que se las va construyendo”.

Psicóloga Virginia Chávez Montes de Oca

Cel. 2291708765

Mail: virginia.chavez@gmail.com

Psicóloga Virginia Chávez Montes de Oca

Psicóloga Selene Portilla Fabián

Mail: sel.portilla@gmail.com

Psicóloga Selene Portilla Fabián

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Ligia M. Oliver Manrique de Lara

Productora de radio, cine y TV, copywriter, correctora de estilo, traductora, guionista (publicitaria, cinematográfica, televisiva), reportera o entrevistadora en el formato que sea necesario para generar audiencia; ya sea en campañas publicitarias o temas diversos, basándome en estrategias creativas que permitan posicionar una marca, un programa, un texto, un argumento, etc. Desarrollarme en proyectos editoriales, publicitarios, cinematográficos, televisivos, radiofónicos, de relaciones públicas, contacto de prensa o estrategias de marketing en Redes Sociales. https://www.youtube.com/watch?v=n_EeR2RBF7A&feature=youtu.be

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