Todos hemos visto a una mamá o papá que de pronto sale corriendo de algún lugar para ir a recoger a sus pequeños al karate, al CrossFit, al ballet o a la natación, y es que —por diversas razones— prácticamente todos los padres de familia buscan al menos una actividad adicional a la escuela para sus pequeños, lo que a veces hace que el estrés sea agobiante, ya que es necesario combinar horarios y rutas de escuela, trabajo y clases y es entonces que, ante el corre y corre, surge la duda: ¿inscribimos a los niños a clases extra en la tarde o no?
La escuela sí o sí es algo que los niños deben hacer, al menos yo no conozco a ninguna familia que lo ponga en tela de juicio, y por supuesto que a la mayoría de los pequeños no les hace feliz la idea de abandonar la comodidad y calidez de su hogar para ir a un salón de clases, pero la formación académica es, afortunadamente, un derecho y una obligación para los menores.
Todo lo contrario sucede con las clases extra, no está escrito que sea obligado, aunque son una buena herramienta para desarrollar el potencial de los pequeños, para inculcarles disciplina, gusto por el deporte, responsabilidad y sobre todo para mantenerlos enfocados en el lado positivo y constructivo de la vida, esto sin importar si decidiste seguir la crianza moderna, crianza asistida por tecnología, crianza medusa, crianza intensiva, etc., etc., etc.
Distintas pueden ser las razones que hacen a los papás buscar clases o actividades extra, desde la tradición familiar (como cuando todos han practicado al menos una actividad deportiva desde hace dos o tres generaciones), por que vean que el menor tiene demasiada energía y es imperante que la pueda quemar en algo, por recomendación médica o académica, porque han visto que el peque tiene ciertas cualidades o habilidades, porque el mismo niño lo pide e incluso, para mantener a los hijos en un lugar seguro mientras sus papás están aún trabajando.
Son estilos de crianza, a veces el niño todo el tiempo se mantiene ocupado con varias actividades, y esto ayuda para que se empiece a fortalecer su cerebro, su cuerpo, todo para que sea un adulto exitoso o sobresaliente.
Fernanda Fernández Mugártegui
La psicóloga educativa Fernanda Fernández Mugártegui platicó conmigo sobre en este tema…
Baby Daily: ¿Inscribimos a los niños a clases extra en la tarde o no? ¿Es benéfico?
Fernanda Fernández: Depende de cómo esté canalizado, si el niño tiene ciertas dificultades de aprendizaje o desarrollo y esas actividades le ayudan y le estimulan, está perfecto; pero si empieza a presentar dificultades y la mamá o el papá lo sigue “forzando” para que lo haga, entonces se está rebasando el proceso de educación y poniendo en riesgo su infancia, sus gustos y su integridad, se convierte en exceso para el niño para complacer el ego de los padres.
BD: ¿Cómo es eso de poner en riesgo la infancia?
FF: Por ejemplo, la infancia se pone en riesgo cuando tú como responsable de la educación del niño dentro de sus actividades no dejas el espacio o break para que le digas de acuerdo, tienes permiso de salir a jugar, de ver la tele, de estar en un videojuego o de convivir con otros niños y únicamente te enfocas en lo que es obligación, tipo ‘saliendo de la escuela (que lo ideal es que sea de turno completo de 8:00 a.m. a 4:00 p.m.), llegas te cambias y te vas a natación, saliendo de natación tienes que ir a tus clases de música, de las de música te regresas y haces tarea.
Terminado de hacer tu tarea comes y te tocan tus lecciones de inglés y después ya a dormir; es ahí cuando estás jugando con la integridad y con la infancia del niño porque ya no le estás permitiendo desarrollarse en un entorno social, porque para ti su entorno social son las actividades extraescolares y extracurriculares que tú quieres que lleve.
Entonces si no le estás poniendo énfasis a que también estás hablando de un niño en una edad promedio entre los 8 y 12 años que es cuando los padres tienen el mayor control, significa que por un lado estás dejando de lado por completo las preferencias del niño y estás enfocándote en lo que tú quisieras para él, en lo que quieres que sea; estás enfocada o enfocado en que sea el mejor de su clase, que sobresalga por todo y demás. Es ahí cuando ya lo estás poniendo en riesgo, es ahí cuando no estás dejando que se divierta, que juegue, qué experimento, que se ensucie, que grite y que corra, porque quieres que sea un “niño adulto”, lo estás convirtiendo en un niño “correcto” que no sabe lo que es jugar.
BD: Como padres, ¿cómo se puede saber si se están rebasando los límites del niño?
FF: Sucede que cuando lo llevas a convivir con otros niños y lo intimidan, porque probablemente en el campo mental y físico sea el mejor de todos, pero una vez hablando en el entorno social es un pequeño borreguito al lado de 50.000 lobos. Entonces si tú como papá no estás detectando esos pequeños foquitos de alerta, que tú crees que tu hijo es feliz, que convive, pero lo llevas a un parque o a una fiesta y el niño no se relaciona ¡es un foco rojo! Es cuando tienes que decir ¿qué estoy haciendo yo como mamá o como papá, que no está dejando que mi hijo se relacione?
BD: Si se ha caído en ese exceso ¿se puede dar marcha atrás?
FF: Sí claro, probablemente sea cuestión de reducir el tiempo de tareas, reducir el tiempo de actividades extra u obligatorias y llevarlo un poco más a convivir y que socialice con otros niños; los papás deben preguntarse si quieren un niño exitoso o quieren un niño feliz.
La Organización mexicana Pro Educación comparte una lista acerca de los beneficios de que los chicos tengan actividades extraescolares:
No se puede hablar de un número adecuado de actividades extra o de un tiempo específico, ya que, al tratarse de personas cada niño es distinto, pero tener una o dos a la semana puede ser algo de mucho beneficio, quizá un deporte y una disciplina artística (buscando equilibrar al menor). En este sentido, también depende de cada niño si le ayuda más hacer karate que natación o violín, no hay un estándar definido.
Es imprescindible que al elegir se consideren los intereses del pequeño, quizá el ama correr y tú quieres que sea la estrella del ajedrez, o anhela pintar y a ti te obsesiona que sea el mejor receptor del equipo de americano del colegio. Al final, son ellos quienes practican y ejecutan esas clases, así que son ellos los que tienen la capacidad de elegir, lo importante es que sea la clase que sea, no sea un detonante de estrés para la familia.
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