Por: Psicóloga Ileana Torres Ruiz* / Guardianes
Ser mamá o papá no es fácil. Educar niñas y niños, hacernos responsables de ellos, aunque sea por unas horas, puede ser una de las experiencias más divertidas y tiernas, pero también desafiantes para un adulto, ya seas madre, padre, cuidador o docente.
En general no nos preguntamos cómo tratarlos, simplemente recurrimos a las estrategias que otros adultos aplicaban con nosotros para lograr que nos laváramos los dientes, dejáramos de brincar sobre las bancas, nos despertáramos a tiempo, comiéramos brócoli y realizáramos las tareas de matemáticas.
Sin duda cada quien tiene su estilo particular para resolver los retos que la educación de nuestras niñas y niños nos presenta, sin embargo, cuando nos preguntamos ¿cuál será la mejor manera de educarles? es cuando el tema se torna interesante.
Cuando nos preguntamos ¿Cómo influye en su autoestima la manera en que le enseño justo lo que más trabajo le cuesta entender en las clases?, ¿Será positivo o negativo para su desarrollo que les permita hacer todo lo que quieran?, que cada quién se concentre en su dispositivo móvil cuando estamos en casa ¿afectará nuestra comunicación?
Cada uno de nosotros, sin importar el rol que juguemos para las niñas y niños recurrimos frecuentemente a ciertos estilos de crianza, esto genera un clima familiar y tiene efectos en su desarrollo emocional, intelectual y social.
Los estilos de crianza se definen como las actitudes o creencias generales de los adultos acerca de cómo debe ser una formación adecuada para niñas y niños.
Dichos estilos de crianza, los aprendemos en nuestras familias de origen, así que comúnmente repetimos con los niños y las niñas lo que nosotros vivimos de pequeños o bien, justo a partir de reflexionar sobre nuestra infancia y las experiencias que consideramos dolorosas optamos por aplicar estilos de crianza distintos, a manera de evitarles pasar por las mismas situaciones que nosotros.
Psicólogos del desarrollo se han interesado en estudiar estos procesos, Diana Baumrind (1991) es una de las primeras en catalogar estos estilos a los que llamó: Estilo Autoritario, Permisivo y Asertivo, más tarde otros autores incluyeron el estilo indiferente y usaron como sinónimo del estilo asertivo, estilo cooperativo o democrático.
En general en este estilo de crianza los adultos valoran sobre todo la obediencia de niñas y niños, predomina un trato exigente, reglas rígidas. Madres, padres y/o maestros tienden a buscar tener el control, se concentran en los comportamientos negativos, las fallas y no en las conductas positivas y en los logros de sus hijas e hijos.
Cuando predominan prácticas de crianza con este estilo frecuentemente se observa que niñas y niños crecen inseguros, ansiosos, dudan de su capacidad y su autoestima no es tan positiva porque se acostumbran a centrarse ellas y ellos también en sus fallas.
Este estilo se caracteriza porque existen reglas limitadas, confusas, cambiantes y ambiguas. En el aula o en el hogar las niñas, niños hacen lo que les place y tienen el control, los adultos no poseen ideas claras de que esperan de estas niñas y niños, evitando confrontar sus conductas conflictivas, pero disfrutan de premiarlos y apapacharlos.
Cuando por el contrario destacan prácticas de crianza con este estilo se encuentra comúnmente niñas y niños que no saben regular sus impulsos, sus emociones, se les dificulta completar tareas o actividades.
Aquí encontramos que prevalece una actitud fría, distante con los niñas y niños, la comunicación escasea, los adultos se olvidan las necesidades de los pequeños, y entre sus prioridades, la crianza de niñas y niños queda fuera, de manera que ellas y ellos intentan resolver sus necesidades por su cuenta con los recursos que cuentan pero muchas veces no lo logran pues requieren de apoyo y orientación.
Cuando prevalece un estilo de crianza indiferente el desarrollo de niñas y niños se dificulta o se entorpece en general, ellos necesitan de adultos que estén ahí para guiarlos, la indiferencia de parte de los adultos que son significativos para los niños favorece un autoconcepto pobre y una autoestima baja; para sentirse y saberse amado, valorado toda niña y niño necesita atención escucha y compañía.
El eje que guía este estilo de crianza es la voluntad de educar en autonomía a niñas y niños, así que conjuga un trato afectuoso, buena comunicación, con normas y límites claros, bien definidos. Los adultos atienden las necesidades de niñas y niños, pero les enseñan a valerse por sí mismos, a pensar en las consecuencias de sus acciones, les acompañan y apoyan en los retos de su desarrollo, además les ofrecen opciones tomando en cuenta sus capacidades y necesidades.
Sin duda este estilo promueve el desarrollo integral de niñas y niños, quienes conocen de reglas y orden, sintiéndose amados y apoyados, de tal manera que crecen con independencia y autoestima positiva.
En la vida cotidiana, ninguna persona adulta utiliza un estilo de crianza puro, es decir solo cooperativo, autoritario, permisivo o indiferente y mucho menos educa con un mismo estilo a todas las niñas y niños.
Esto es porque todos los estilos de crianza aportan herramientas valiosas. ¿Puedes imaginar a unos padres cuyos hijos están por independizarse de casa?, sin duda echaran mano de un estilo de crianza indiferente, o bien un maestro(a) que está a cargo de un grupo que necesita reglas firmes, seguramente recurrirá a un estilo autoritario.
Así lo importante es comenzar a identificar las herramientas positivas que conlleva cada estilo, tomar lo mejor de cada uno pensando en favorecer la autonomía, el desarrollo y la felicidad de las niñas y los niños.
En ocasiones ser autoritario es necesario cuando corren peligro de accidente o enfermedad, en otros momentos actuar con un estilo permisivo es válido cuando está disfrutando de un festejo, se encuentra muy cansado o está muy enfermo. Una pequeña dosis de indiferencia cuando hace un berrinche o cuando necesita aprender a resolver algo por su cuenta lo hará más independiente. Cada situación amerita una reacción diferente. Frente a esta aventura de acompañar a las niñas y niños en su desarrollo vale la pena, hacer una pequeña pausa, darnos un relajante respiro y preguntarnos:
¿Cuál es el estilo de crianza que más utilizo con niñas, niños y en qué circunstancias?, ¿De qué manera logro transmitirles mi afecto y favorecer su crecimiento con el estilo que he usado hasta ahora?, ¿Qué, de lo positivo que encuentro en cada estilo, qué me gustaría aplicar a partir de ahora?
Guiarnos por la expresión de afecto y apoyo, respondiendo a sus necesidades, ejercitando su regulación y disciplina a través de límites y expectativas es impulsar el crecimiento de nuestras niñas y niños.
lleana Torres Ruiz es maestra en Psicoterapia Infantil y docente universitaria Conferencista en temas de prevención del maltrato y abuso sexual infantil en Guardianes.
Te recomendamos leer: En la crianza NO debemos buscar la obediencia.
* Guardianes es un programa de Afectividad y Sexualidad A.C., que se dedica a buscar el interés superior de niñas, niños y adolescentes, alineado a los Objetivos de Desarrollo Sostenible de la Agenda 2030. Nuestra organización cuenta, desde 2017 , con el Estatus Consultivo Especial otorgado por el Consejo Económico y Social de las Naciones Unidas. A lo largo de sus 19 años de trayectoria, ha colaborado con organizaciones de la sociedad civil en la defensa de los derechos de las niñas, niños y adolescentes, centrando sus esfuerzos en la prevención del maltrato y abuso sexual infantil www.guardianes.org.mx
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