“Mi hija de cuatro años hacía muchos berrinches. Yo ya no podía aguantarlos. Antes de que empezara a sentir el desgaste parental, tenía muy buena relación con ella, pero de pronto cada vez que comenzaba a gritar y a llorar me dolía el cerebro.
“Así que sí, cuando ella tenía una rabieta yo empezaba a gritar también de manera histérica. Me ponía muy violenta, le decía cosas horribles. Era una violencia verbal muy fuerte y trataba de contenerme para no golpearla pero varias veces me daban ganas de matarla.
“Un día no quiso tomar su siesta y yo ya no podía con ella. A esa edad ya no tomaba siesta, lo sé, pero yo estaba tan desesperada que quería que se durmiera. Entonces la puse en la cama, se golpeó en el borde, empezó a llorar y yo de verdad que solo quería asfixiarla”.
Este escalofriante testimonio es de una mujer llamada Elisabeth y es real. Fue compartido por Moïra Mikolajczak, profesora en psicología médica en la Universidad de Lovania, en el World Parenting Forum, organizado por Parenting Global.
“La historia terminó bien. Afortunadamente la mamá supo buscar ayuda e ir a un psiquiatra. Contrató a una niñera e hizo que fuera una red de seguridad entre ella y su hija. La mamá realmente nunca lastimó a la hija, pero aquí podemos ver que estuvo cerca de hacerlo. Si no se hubiera controlado o si no hubiera buscado ayuda cuando se dio cuenta de los pensamientos que tenía, las cosas hubieran terminado mal”, explicó la especialista.
Como Elisabeth, hay millones de mamás y papás que sienten una enorme presión y estrés por el hecho de ser padres. Es un desgaste crónico del que no se pueden deshacer.
De acuerdo con Mikolajczak, Elisabeth había ido a muchos seminarios sobre crianza respetuosa, leyó libros sobre cómo educar a su hija, pero estaba tan cansada que terminó volviéndose de esta manera.
Ella no lo sabía pero tenía Desgaste Parental, también conocido como Parental Burnout.
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Cuando papá y mamá llegan al límite de sus fuerzas y están totalmente exhaustos, con sensación de vacío, podemos decir que estamos frente a un desgaste parental. Aman a sus hijos, pero la experiencia de ser padres se vuelve un suplicio.
¿Por qué llegamos a ese límite? ¿Qué causas internas y externas pueden desencadenar este agotamiento crónico?
Para Moïra Mikolajczak, aunque tener hijos siempre ha sido estresante, hay muchas presiones internas y externas en la actualidad que contribuyen a desarrollar este síndrome. “Muchos sociólogos han identificado estas presiones, derivadas de la vida moderna y yo voy a señalar seis”.
Hoy, se espera que los hombres estén involucrados más en el tema de la crianza. Sin embargo, las mujeres siguen a cargo de un 65 a 70% de las tareas con los niños, incluso en los países en donde el varón contribuye más.
Los niños y las niñas ahora son mucho más deseados y queridos. Gracias a los métodos anticonceptivos es mucho más fácil decidir el momento en que queremos ser padres. Teniendo tantas herramientas a la mano, una maternidad o paternidad no deseada resulta frustrante.
Gracias a la Convención de los Derechos de las Niñas y los Niños en 1989, fueron reconocidos los derechos de los más pequeños. Esto es muy positivo, pero aumentó la presión sobre los padres, quienes sienten que están ejerciendo su papel bajo el control del Estado.
“Antes el Estado no intervenía en la familia.La institución de la familia era poderosa por sí misma. Si los padres querían corregir cualquier cosa de los hijos estaban en su derecho. Hoy dar nalgadas está prohibido en muchos países. Ahora cuando un niño se porta mal tenemos que pensar en cuál sería la sanción adecuada. La presión sobre los padres ha aumentado”.
Mikolajczak asegura que los psicólogos también tienen que hacer su “mea culpa” pues no existe una receta mágica para criar a los hijos, aunque a veces se plantee así.
“Hemos escrito muchos libros sobre cómo ayudar a ser mejores padres, pero esto da a entender que hay una receta. La realidad es que cada dinámica entre los padres y los hijos es específica y única. Podemos dar consejos, pero no siempre van a funcionar con tu hijo o hija. Cuando los padres leen estos consejos y ven que ningún tip les funciona, se desesperan, frustran y presionan”.
Una fuente más de presión para los padres proviene de las redes sociales. Páginas cuyo objetivo es ayudar, pero que tienen un efecto contrario.
“Exceptional Parenting, Super Moms&Dads, The Ministry of Parenting, Parenting Formula, etc.. Estas páginas buscan ayudar a los padres y terminan contribuyendo al burnout poniéndole mucha presión”, dice la psicóloga.
Otra forma en que las redes sociales aumenta la presión es cuando vemos vidas ajenas y pensamos que son mejores que la nuestra.
El último punto que señala la experta es el crecimiento de los valores individualistas. Antes, ser madre y padre abnegado era lo único, no había cabida para pensar en sí mismos, hoy eso está cambiando.
“Los valores individualistas dan a todas y todos el derecho y deber de ser felices y pensar en su propia felicidad. Pero ser padres es un trabajo de autosacrificio. Digamos que están entre dos mundos contradictorios. Por un lado pensando en sí mismos y por el otro en los hijos. Eso también es presión”.
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Aunado a esa presión, Mikolajczak asegura que hay factores personales que hacen que se acumule el desgaste. Por ejemplo, si los padres tienen heridas psicológicas debido a una infancia complicada, si tienen un hijo con problemas alimenticios, de aprendizaje, de salud, de conducta… Todo se acumula en una especie de olla exprés.
Para identificar si una mamá o papá tiene burnout hay cuatro síntomas:
a) Sensación de estar exhausta o exhausto:
No es cansancio, pues este desaparece con algunas noches de sueño. Se trata de un agotamiento crónico que consume toda la energía y la poquita que queda se guarda para sí mismo.
b) Distancia emocional con los hijos
Los padres están tan abrumados que sienten que actúan en modo piloto, como robots. No tienen energía para invertir en una relación con sus hijos.
c) Pérdida de placer
Están hartos de ser padres. “Dicen, amo a mis hijos, pero no siento ningún placer al estar con ellos. El sentimiento de irritabilidad predomina, solo les gusta ver cómo duermen, lo ven como el único momento en que sienten amor hacia ellos”.
d) Contraste con la mamá o papá que eres y el que querías ser
Llega un punto en que los padres con burnout se vuelven violentos y no se reconocen. Esto genera desesperación, culpa, pena, vergüenza y más estrés. Simplemente no pueden creer cómo son en contraste con cómo querían ser.
No todos los padres con desgaste parental van a experimentar estas consecuencias, pero sí son las más comunes.
“Cuando los síntomas se vuelven más severos podemos empezar a ver enfermedades físicas, desórdenes psicológicos, consumo de alcohol y estupefacientes e ideas de suicidio que se vuelven más intensas. Los pensamientos suicidas son más frecuentes que en otro tipo de desgaste o depresión porque no puedes escapar o renunciar a tus responsabilidades como padre. Si estás infeliz en el trabajo o estás desgastado puedes tomarte unos días libres, o incluso puedes renunciar, aquí claramente no puedes cambiar a tus hijos”
Para los niños también hay fuertes consecuencias. De manera gradual aumenta el comportamiento violento hacia ellos.
“Un padre desgastado deja de ponerle atención a los hijos debido al distanciamiento sentimental. Puede que deje de cumplir con sus necesidades educativas o alimenticias. Si dejas que un adolescente cocine no hay tanto problema, pero si haces que un niño de 6 o 7 años haga su propia comida, sin ninguna supervisión, hay peligro”, finaliza Mikolajczak.
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