Cuando un bebé nace cautiva a todos por su ternura y fragilidad que despiertan. Cada día que pasa tus peques adquieren nuevas habilidades, conforme se van desarrollando se presentan nuevos desafíos en los que su comportamiento será diferente -incluso- habrá momentos en los que desconocerás a tus traviesos. Te contamos qué son las crisis madurativas infantiles.
Si ya tienes hijos quizá hayan pasado por una o dos de estas etapas, algunas quizá sin haberlas notado, pues, aunque la llamada primera adolescencia (a los dos años) o el drástico cambio que hay en los chicos alrededor de los siete son las más famosas, la verdad es que hay otros momentos de crecimiento que para los seres humanos son puntos de crisis, ahora te hablaré sobre ellos.
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¿Qué son las crisis madurativas infantiles?
Los períodos en el crecimiento de una persona que se vuelven importantes por tratarse de una oportunidad de hacerse más fuerte y adaptarse de mejor manera al mundo son reconocidos como crisis madurativas infantiles y son etapas necesarias en el desarrollo humano para avanzar en un sano proceso de crecimiento intelectual, emocional, físico y social.
Es cierto que una crisis es un periodo o momento difícil, pero hablando del crecimiento infantil se trata de etapas que todos hemos de atravesar pues, de no ser así el proceso de maduración puede verse entorpecido, hemos de comprender que son faces por las que todo ser humano atraviesa y son necesarias para alcanzar la madurez, por lo que no debes desesperar; lo mejor es superar cada etapa de crisis madurativa de la mano de tu hijo con paciencia, amor e información.
Por ejemplo, cuando un bebé consigue sentarse y mantenerse erguido ha superado un momento de crisis, gracias a lo que comienza a adquirir más control sobre su cuerpo y confianza en sus capacidades, es decir, ha empezado a madurar en sus movimientos y el control de su cuerpo.
Ahora bien, hablar de crisis madurativas es hablar de cómo el cerebro de un pequeño va evolucionando. El cerebro llega a su punto máximo de desarrollo (maduración) alrededor de los 25 años de edad, así que, ¿te imaginas cuántos puntos de quiebre hay en el proceso?
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¿Cuáles son las crisis madurativas de un niño?
Las más conocidas son las de los dos y los siete años y bueno, la pubertad es importante porque justamente marca el final de la infancia, sin embargo, sicólogos y pedagogos hablan de algunas otras que son mejor recibidas por los padres, ya que no están sobrecargadas de información negativa como las antes mencionadas, por el contrario, se esperan ansiosamente como parte del crecimiento óptimo de un bebé.
Aunque hay diferentes opiniones, te enlistaré las edades aproximadas de esos momentos álgidos, que se repiten con mayor frecuencia en distintas investigaciones:
3 meses
A esta edad aparece el primer gran reto para un bebé que hasta ahora desconocía los principios básicos de la autonomía: girarse sobre sí. Conforme han pasado los días el cuerpo del pequeño se ha vuelto más fuerte y es entre los tres y los cuatro meses cuando de pronto mamá o papá descubren con gran alegría que su pequeñito ya es capaz de ponerse boca abajo y poco a poco de incorporarse sobre sus pequeños brazos y levantar la cabecita. Esto le ayudará a sentarse y lograr mantenerse así.
8 meses
Lo que el bebé ha buscado en primera instancia es llegar a la postura erecta que ve en quienes le rodean, para este momento la ingesta de alimentos sólidos ya ha iniciado y el bebé se sienta sin ningún problema.
Lo que es el momento de quiebre ahora es su capacidad de trasladarse: comienza a gatear, y es más importante de lo que cualquiera creería ya que es fundamental para regular su movimiento y sentido del equilibrio, fortalecer su sistema musculoesquelético, su desarrollo neurológico, desarrollar sus reflejos y funciones cognitivas.
“El gateo propicia la maduración de funciones cognitivas a través de la conexión de los hemisferios cerebrales y el proceso de lateralización del cerebro mediante el cual se termina estableciendo un hemisferio dominante, además establece una relación con la adquisición de habilidades posteriores como la lectura o la escritura”.
12 meses
¿Puedes imaginar un momento de crisis para un bebé, más fuerte e impactante, que caminar? Literal y metafóricamente es el paso más grande que un ser humano da en su desarrollo psicomotor, sin duda una de las crisis madurativas más importantes y mejor recibidas no solo por los padres, ¡también por el bebé!
Con ese primer paso el infante se descubre igual a quienes le rodean, él también puede ponerse de pie, caminar y ser capaz de ir a donde le plazca. A nivel cerebral el avance es inmenso, de igual manera sucede con su autoestima, el conocimiento de su cuerpo y sus capacidades motrices.
2 años
Hay quienes le llaman los terribles dos, pues vienen acompañados de la famosa y complicada etapa del no. La frase primera adolescencia describe perfectamente lo que pasa entre los dos y los tres años. La rebeldía parece ser la bandera de esta edad, recuerdo a mi sobrina Ximena que solía ser la nena más tierna y tranquila que había conocido y, de pronto, un día simplemente se convirtió en una desconocida chiquita temeraria, traviesa e incontrolable, una transformación que nadie podía creer y que sucedió precisamente cuando estaba alrededor de los tres años.
A esta edad sus emociones y sentimientos son más complejos, de algún modo, pues son situaciones y sensaciones nuevas y no tiene las herramientas de autocontrol para poder enfrentar lo nuevo que la vida les presenta, de modo que su frustración la expresan con berrinches típicos, llorando, gritando y haciendo pataletas.
Por supuesto que no se trata de estigmatizar a los niños que cruzan por este periodo que es completamente normal y necesario, lo que te recomiendo es ser empático, armarte de paciencia y, sobre todo, poner y mantener límites claros y firmes, siempre en una actitud amorosa, de manera que tu hijo se sienta valorado, comprendido y respetado, lo que estás haciendo es ayudar en la formación de su personalidad.
De los 6 años en adelante
6 años, la rebeldía a flor de piel
Si algo caracteriza a los niños entre los 6 y los 8 años (esta crisis puede presentarse entre estas edades) es la volatilidad de sus estados de ánimo, generalmente están de malas, aunque pueden pasar de la más absoluta molestia a estar felices en menos de un segundo. Los chicos han comenzado a descubrirse como persona individual y a conocer su mundo interior, por lo que demandarán más espacio personal, pues están buscando su lugar en este mundo. Así que la rebeldía es una constante durante este tiempo.
Además, coincide con el inicio de la vida escolar con mayor demanda hacia él, poco apoco le han sido dadas más responsabilidades, pero también ha iniciado su proceso de convivencia y socialización con otros iguales a él, eso le demanda desarrollar más habilidades para formar parte de un grupo y al mismo tiempo ser un individuo único, sin duda nada simple.
Recuerda siempre que además de tener la responsabilidad del cuidado y la formación de tu hijo, también eres quien ha de contenerlo y de ponerle límites que le ayudarán a ser una persona funcional en su integración a la sociedad. Durante esta crisis lo esencial es ser sumamente amoroso y paciente, puedes estar seguro de que pasará; ayuda ser empático con ellos, pero sin dejar de ser firme. Es el momento idóneo para que se introduzca a una actividad deportiva o artística, esto le servirá para liberar emociones y energía que pueda tener contenidas, así como para aprehender disciplina, responsabilidad y compromiso.
Pubertad
Entre los 9 y los 11 años tu pequeño atravesará por este período, esto significa que son sus últimos años de infancia, su cuerpo ha llegado a una importante crisis madurativa y determina este cambio donde las hormonas comienzan a despertar y la transición a la adolescencia aparece. Para los pequeños es duro enfrentar el cambio de su cuerpo, han comenzado a aparecer las características sexuales y además crece de manera desigual, se vuelven un tanto torpes porque no dominan sus nuevas dimensiones. Puede ser que ya no se reconozcan al mirarse al espejo, su fisonomía también comienza a cambiar, igual que sus intereses y gustos.
Enfrentar la pubertad de tu hijo puede ser un reto, la base para salir adelante son amor, empatía y comunicación, ahora no es suficiente con entenderlo y ser cariñoso, es fundamental que encuentres los canales de comunicación más efectivos para que tu hijo se mantenga en contacto contigo y no se vuelva un extraño, él debe sentir y saber que estás de su lado y para apoyarlo, jamás para juzgarlo. Recordar que tú también fuiste adolescente puede ser de gran ayuda. Afortunadamente esta crisis también es transitoria, la no tan buena noticia es que dará pie a otro momento de quiebre en el desarrollo de tu hijo: la adolescencia, pero esa… es otra historia.
Todas las crisis de maduración que un ser humano vive son completamente normales y benéficas, como papá o mamá lo mejor que puedes hacer es informarte sobre el crecimiento humano, recordar que tu hijo es un individuo único e irrepetible, amarlo porque es tu hijo, aceptarlo y siempre respetarlo.
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