Como padres debemos educar a nuestros niños con generosidad y altruismo y te voy a decir porqué. Los valores nos enriquecen como personas y vuelven al mundo más amable, por eso es importante enseñar y fomentar en nuestros hijos e hijas a empatizar con las necesidades y realidades de los demás y, cuando esté en sus posibilidades, ayudarlos.
Y es que todos, de manera directa o indirecta, nos beneficiamos de estas actitudes, ya que ellas nos hacen la vida más agradable y sencilla. ¿Qué sería de las sociedades sin la generosidad y el altruismo de sus habitantes?
De acuerdo con Principios de la psicología social, publicación adaptada por las Bibliotecas de la Universidad de Minnesota, el altruismo se refiere a “cualquier comportamiento que esté diseñado para aumentar el bienestar de otra persona y, en particular, aquellas acciones que no parecen proporcionar una recompensa directa a la persona que las realiza”.
Y ejemplifica que esto ocurre “cuando hacemos todo lo posible para ayudar a las personas que han perdido sus hogares como resultado de un desastre natural como un huracán; cuando nos detenemos para ayudar a un extraño que se ha quedado varado en la carretera; cuando somos voluntarios en un hogar para personas sin casa; donando a una organización benéfica o cuando nos involucramos para evitar que ocurra un delito”.
La Psicoanalista Priscila Tirado, con práctica privada en la Ciudad de México, explica que, desde un punto de vista psicológico, el altruismo y la generosidad se aprenden por medio de la educación recibida por parte de las figuras primarias, es decir, los padres o aquellos que fungen como los cuidadores de niños y niñas.
Desde la perspectiva biológica, algunos autores los proponen como algo instintivo, ya que, al ayudar al prójimo, se promueve o permite la conservación de la especie.
Reconocer privilegios y realidades
Es importante que mamás y papás eduquemos a los niños con consciencia sobre la importancia de poner en práctica los valores en el día a día, enfatiza la psicóloga Priscila Tirado, quien señala que “educar con conciencia significa permitirles reflexionar por qué para ellos esto también ‘debería’ ser importante como lo es para los demás”.
En el caso del altruismo y la generosidad, tus niños o niñas pueden poner en práctica estos ejemplos:
- Brindar la ayuda necesaria para que otro pequeño o adulto estén bien.
- No unirse a las burlas o segregación de los demás, ni normalizar las desigualdades o sufrimientos ajenos.
- Si tienen mascotas, aprender a cuidar de ellas con amor y respeto.
Ahora bien, si nuestras hijas e hijos, futuros adultos, no son generosos o altruistas, serán incapaces de percibir con perspectiva, y en su totalidad, la realidad en la que viven, acota la experta.
Si siguen estos patrones, “les será más difícil reconocer privilegios y realidades en las que no todos tienen las mismas oportunidades que ellos, y eso limitará su actitud empática hacia los demás, aspecto que puede interferir en sus relaciones interpersonales”.
No hay que olvidar que educar en valores también es educar con el ejemplo; no podemos pretender que el niño haga suyas situaciones que no es capaz de ver en sus padres y personas significativas, por eso la congruencia es importantísima a la hora de querer influir en ellos.
Altruismo y pseudoaltruismo
Cuando el dar no perjudica al que ofrece estamos frente a un acto genuinamente altruista, porque altruismo sano no significa renunciar a lo tuyo para dárselo a otro, enfatiza Priscila Tirado. No se trata de un sacrificio masoquista, pero tampoco es esperar que se te regrese de vuelta, porque entonces eso sería pseudoaltruismo.
“Dar lo que tenemos a otro puede ser una actitud de agradecimiento por lo que otros, antes, contribuyeron al crecimiento y desarrollo de uno mismo, lo cual permite un desarrollo óptimo intra e interpersonal”, dice la experta.
Desde casa desarrollemos esa capacidad para responder con amor por encima de la envidia y el resentimiento, tan necesaria en un mundo ávido de una fuerte inyección de empatía.
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