¿Alguna vez has conocido a una criatura más perseverante que un niño tratando de conseguir lo que quiere? No sé tú, pero yo no, ¡los peques son los campeones en esa área! No hay nadie con mayor dedicación que un niño en la misión para obtener el permiso, la aprobación o alguna recompensa de sus padres. No importa cuántas veces le digas que no, el niño seguirá insistiendo y esto puede volverse frustrante y molesto, por eso quiero compartirte 3 palabras para ponerle fin a los rezongos de los niños.
Desafortunadamente, el nivel de persistencia de los niños no siempre es bien recibido por los padres, quienes a menudo se ven obligados a entablar negociaciones “del tipo de liberar rehenes” en los momentos más inoportunos: en el pasillo de dulces del supermercado, en el área de juguetes de la tienda departamental, en la cocina mientras preparas la comida, pegados a la puerta del baño mientras estás en la regadera. Es como si los niños pudieran ver en qué situaciones somos más vulnerables y tratan de “atacarnos” en esos momentos de debilidad.
Incluso en medio de la desesperación no debes ceder a los rezongos y lloriqueos del pequeño. Por supuesto que estás dispuesto a hacer todo lo que esté a tu alcance para detener el llanto, el enojo, el berrinche o la molestia de tu nene, pero eso no va a solucionar el problema. No necesitamos de especialistas que nos digan que el rezongo y llanto de un peque son de los sonidos que más distracción nos generan.
Si bien es importante enseñarles a los niños que no significa NO para combatir las súplicas en las tiendas, es igualmente importante detener las negociaciones antes de que se salgan de control. Del famoso “¿ya, ya, yaaaaa?” pasando por el “¿podemos desayunar helado?” de cada mañana, hasta al “¿puedo cenar jugando videojuegos?” de la noche, tendremos que aprender a aplicar a tiempo una o las 3 palabras para ponerle fin a los rezongos de los niños, pues bien sabemos que los peques son conocidos por su mente unidireccional y preguntarán… y preguntarán… y preguntarán… en caso de que pudieras haber cambiado de opinión en el último minuto.
Igual que con cualquier comportamiento, primero debemos comprender la raíz del problema para abordarlo de manera adecuada, y lo primero que debemos de saber es que el comportamiento de un niño no es fortuito.
El rezongo infantil es un comportamiento aprendido que los niños de cualquier edad pueden adquirir. Tu peque siempre lo usará porque alguna vez, en un momento de debilidad y extremo cansancio, cediste y dejaste que se quedara despierto media hora más después de que te lo pidiera por octava vez. En resumen, el rezongo funcionó: el crío logró el objetivo de acostarse más tarde.
Como cualquier comportamiento aprendido, el rezongo infantil se puede desaprender. La solución proviene de Lynn Lott, coautora de la serie de libros Disciplina Positiva (Positive Discipline), y funciona en niños de entre dos o tres años, hasta la adolescencia y asevera que solo se necesitan tres simples palabras: “Preguntaste y respondí”.
El concepto es simple. Cuando Luis, de siete años, le ruega a su mamá que lo deje comer golosinas cerca de la hora de acostarse y recibe un “no” por respuesta, lo más probable es que regrese en cinco minutos preguntando nuevamente, esta vez con un “por favoooooor” solo para que sepas que él realmente, realmente quiere, necesita las golosinas.
En lugar de repetirle lo mismo o saltar a un regaño, evítate el rezongo de tu peque mirándole a los ojos y sigue los siguientes pasos:
Pregúntale: “¿Alguna vez has oído hablar de Preguntas y respuestas?” (Probablemente te dirá que no).
Pregúntale: “¿Me hiciste una pregunta sobre comer golosinas?” (Él dirá que sí).
Pregúntale: “¿La respondí?” (Probablemente dirá: “Sí, pero es que yo de verdad…”)
Pregúntale: “¿Te parezco el tipo de mamá/papá/tía que cambiará de opinión si me preguntas lo mismo una y otra vez?” (Lo más probable es que Luis se vaya, gruñendo de frustración, y se dedique a otra cosa).
Si Luis vuelve a preguntar, simplemente dile: “Preguntaste y respondí”. (¡No se necesitan más palabras, te lo aseguro!)
Una vez que has establecido esta dinámica, estas son las únicas palabras que debes decir para las preguntas persistentes y rezongos.
¡La firmeza es la clave! Una vez que decidas usar “Preguntaste y respondí” con tu hijo rezongón, asegúrate de seguir así. Si el molesto interrogatorio continúa incluso después de haber respondido con “Preguntaste y respondí”, simplemente aléjate un poco. Una vez que tu hijo vea que ni siquiera te vas a enganchar en una discusión aprenderá rápidamente que rezongar, llorar o patalear no es un comportamiento efectivo para lograr sus objetivos.
Si Sofía, de 12 años, está particularmente decidida a seguirte pidiendo que la lleves a que le perforen la ceja, mantente firme. Responder a su pregunta nuevamente, o peor aún, cambiar tu respuesta, le reafirmará que su insistencia funciona.
¡Tendrás que juntar mucha paciencia, pero tu hijo finalmente conectará los puntos y verás los resultados!
Padres y cuidadores como equipo
Haz de “Preguntaste y respondí” un esfuerzo conjunto con tu pareja y considera incluir a cualquier familiar o amigo que pueda tener que lidiar con los rezongos y negociaciones de tu hijo. Cuando Luis y Sofía se den cuenta de que no obtendrán un “sí”, incluso después de haberte preguntado cinco veces, a tu compañero de crianza tres veces y a la abuela dos veces, captarán la indirecta y retirará esta táctica.
Al final, entender el comportamiento, personalidad y temperamento de los hijos forma parte de una paternidad y crianza positiva. Debemos ser consistentes, las respuestas a las peticiones de los niños deben ser cortas para que de verdad escuchen y respeten lo que les decimos.
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