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Reconocer y actuar ante el Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad

Por Nonantzin Martínez

Ni todos los niños que son distraídos tienen lo que se conoce como Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH), ni todos a los que se les trata como si padecieran el síndrome lo tienen. Hay una delgada línea en su diagnóstico, pues la hiperactividad se puede confundir con la energía propia de esta etapa de vida, nos dice la Dra. Jacqueline Cortés Morelos, presidenta electa de la Asociación Psiquiátrica Mexicana.

Este síndrome, como muchos otros padecimientos, nos deja ver que mantener la salud física y mental de nuestros hijos e hijas es otro de los grandes retos de la crianza, por eso es muy importante prestar atención a cualquier síntoma o indicio que nos haga pensar que algo no anda bien con ellos y llevarlos a revisiones pediátricas de forma regular.

En el caso de este trastorno del neurodesarrollo, hay padres y cuidadores que consideran que los impulsos o la energía exagerada en el actuar de su niña o niño es algo “normal”, porque un pequeño inquieto, que salta, que corre, que juega, que pregunta, que indaga, que “no se está quieto”, podríamos decir que es el retrato de una personita sana. Entonces, ¿cómo saber si mi hijo o hija podría tener un problema de este tipo?

La importancia del diagnóstico

Para diagnosticar a un menor con Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad, la Dra. Cortés Morelos señala que se deben cumplir ciertos criterios –los cuales detallaremos a continuación–, pero antes hay que destacar que para que se considere que se trata de este trastorno, las conductas del niño o niña deben causar disfunción en, por lo menos dos áreas de su vida: académica, social, familiar o personal (es en la etapa escolar donde se pueden observar con mayor claridad los síntomas).

En la Guía clínica para el tratamiento del trastorno por déficit de atención con hiperactividad en niños y adolescentes del Instituto Nacional de Psiquiatría Ramón de la Fuente Muñiz se explica que para establecer el diagnóstico de TDAH se necesita la presencia de seis criterios –síntomas– para los menores de 17 años.

La Dra. Cortés Morelos agrega que estos seis síntomas, o más, deben presentarse en un periodo de seis meses, o más, y en dos ambientes diferentes.

Entre un 50 a 60 por ciento de las personas que padecen TDAH continúan manifestándolo en la edad adulta. En el otro 50 a 40 por ciento, el trastorno remite.

Así se manifiesta

El TDAH se divide en tres categorías, nos explica la experta, con sus respectivos síntomas o criterios:

Con predominio de inatención o distractibilidad, los niños o niñas:

  • Cometen errores en las tareas.
  • Tienen dificultad para poner atención en las actividades y no pueden seguir instrucciones o reglas.
  • Son tan distraídos que parece que no escuchan.
  • No pueden concentrarse.
  • Terminan trabajando bajo presión.
  • No manejan bien sus tiempos.
  • No pueden ser estructurados ni organizados.
  • Pierden cosas.
  • Son olvidadizos.

Con predominio hiperactivo-impulsivo:

  • Juegan mucho.
  • Todo el tiempo están inquietos.
  • No pueden estar mucho tiempo sentados.
  • Siempre están corriendo.
  • Suelen tener accidentes.
  • Son temerarios.
  • No pueden jugar de manera tranquila.
  • No les gusta perder.
  • Se enojan mucho.
  • Les cuesta trabajo esperar su turno.
  • Las niñas, sobre todo, hablan mucho.
  • Interrumpen con frecuencia.
  • Se meten en conversaciones.

De predominio mixto, que es una combinación de ambos.

Estas presentaciones pueden cambiar en el tiempo, señala “Guía Clínica” del Instituto Nacional de Psiquiatría: “la presentación de inatención, donde se requieren al menos cinco o seis criterios, de acuerdo con la edad de inatención; la hiperactividad y la impulsividad; y la presentación combinada que requiere 10 o 12 criterios”.

En cerca del 70 por ciento de los casos, el TDAH es hereditario, por eso es importante buscar en los antecedentes de mamá o papá. Y si ellos también presentan síntomas, es igual de importante atenderlos.

Evitemos ponerles etiquetas

El cerebro de las personas con TDAH presenta algunas diferencias que afectan la atención, la capacidad de mantenerse quieto y tener autocontrol, razón por la cual suelen ser etiquetadas como “distraídos”, “olvidadizos” o “sordos”, y hasta de manifestaciones peyorativas como “burros” o “problemáticos”, nos dice la psiquiatra Jacqueline Cortés: “debemos evitar que nuestros pequeños sufran estos estigmas y juicios, ellos no son culpables de tener este padecimiento, nadie tiene la culpa, lo que sí tenemos los padres y madres es la responsabilidad de atenderlos”.

Antes de que estas situaciones empiecen a ocasionarle un rechazo por parte de sus compañeros y maestros, así como a interferir en su autoestima o, en el peor de los casos, ingerir sustancias nocivas en la adolescencia, es importante llevarlos con un paidopsiquiatra para su valoración y diagnóstico, para que posteriormente empiecen un tratamiento. Desafortunadamente cuando el TDAH no se trata, a los pequeños les resulta difícil salir adelante.

La doctora Cortés Morelos explica que el tratamiento incluye fármacos encaminados a lograr un control de síntomas, en combinación con terapia conectivo conductual y/o sistémico conductual, así como un fuerte apoyo de sus padres y profesores.

El TDAH no se debe a que el niño pasa demasiado tiempo delante de una pantalla, a una crianza descuidada ni a la ingesta excesiva de azúcar. En la mayoría de los casos, alguno de sus progenitores o algún familiar tienen el trastorno.

Otras recomendaciones

Si tu hija o hijo ha sido diagnosticado con TDAH, además de su tratamiento, la psiquiatra sugiere:

  • Fomentar hábitos de vida saludable, como buscar que tengan un sueño adecuado y que practiquen algún deporte. Los niños con predominio hiperactivo-impulsivo, por ejemplo, pueden canalizar su energía en actividades físicas.
  • Tratar de hacerles una estructura en su día a día, es decir, dedicar ciertos horarios a la realización de ciertas tareas. Es importante Intercalar dichas tareas con descansos o actividades lúdicas.
  • “Agendarte” espacios para convivir con él o ella. Pasar tiempo con los hijos refuerza el vínculo y ayuda a sobrellevar mejor cualquier situación.

El Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad no se cura, pero con el tratamiento adecuado los síntomas pueden reducirse y los pequeños tener un mejor funcionamiento en sus actividades, lograr el éxito escolar y llevar una buena calidad de vida.

Y junto con el TDAH, es usual que tengan el diagnóstico de algún otro trastorno del neurodesarrollo, como trastornos del espectro autista, del desarrollo específico de la lecto-escritura o del cálculo y ansiedad, por eso es muy importante que esté bajo control.

“Los padres de familia suelen creer, erróneamente, que el tratamiento farmacológico producirá algún tipo de dependencia o letargo en las actividades del pequeño. Sin embargo, se ha comprobado que es seguro a largo plazo, y esto se refleja en la mejoría de la atención y en las funciones ejecutivas, como poder hacer sus tareas escolares o seguir indicaciones en el hogar”.

Dr. Eduardo Barragán Pérez, jefe del Departamento de Neurología Pediátrica del Hospital Infantil de México “Federico Gómez”

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José Ángel Araujo

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