Por Ollin Islas Romo
Si has detectado que tu hijo tiene movimientos involuntarios y repetitivos, o realiza otras acciones cortas, como carraspear o hacer algún sonido, especialmente cuando está estresado o nervioso, es probable que tenga un tic nervioso.
Es normal que te sientas preocupada por ello, sin embargo, estos trastornos del movimiento son comunes durante la infancia. De hecho, diversos investigadores los clasifican como los más comunes en la población infantil. Pero, aunque son frecuentes y en muchos casos se resuelven con la llegada de la madurez, es importante que conozcas de qué se trata y qué puedes hacer al respecto.
Según la pediatra Adriana García, los tics nerviosos son “movimientos rápidos, que provienen de ciertos grupos de músculos, y que los niños hacen sin querer. Los tics también pueden ser sonidos o palabras que se dicen de manera involuntaria y repetida”. La experta menciona que existen tics sencillos y otros más complejos. Generalmente, se clasifican de esta manera:
Los tics nerviosos pueden ser pasajeros, es decir, durar entre un mes y un año, o bien, permanecer de manera crónica, lo que significa que persisten más de un año. “En caso de durar más de un año, es necesario valorar si se trata de un tic crónico o de un trastorno más complejo, como el Síndrome de Tourette, por ejemplo”, explica García.
Muchos tics desaparecen con el tiempo. Sin embargo, también es importante buscar ayuda profesional si los tics complican el rendimiento escolar de los hijos e hijas o si afectan su estado emocional, pues muchos niños se sienten avergonzados o rechazados por sus pares por padecerlos.
Existen diversas maneras de que tú y todas las personas que rodean a tus hijas e hijos colaboren para que puedan lidiar con sus tics nerviosos. La pediatra Adriana García te ofrece algunos consejos:
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Así como existen estrategias para ayudar a tu pequeño, también hay acciones que pueden aumentar su angustia y estrés, lo cual provocará que caiga en un círculo vicioso: el pequeño tiene tics nerviosos porque está estresado y, si lo regañas por ello, por ejemplo, le da más estrés cuando los tiene. Te explicamos qué no debes hacer si quieres ayudar a tu hija o hijo:
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