Por Nonantzin Martínez
Es lunes por la mañana. Como todos los días, te dispones a abrir la llave de la regadera para arrancar con tus actividades antes de que el resto de la familia despierte. No bien pones un pie dentro, tu pequeñito te grita llorando porque le duele la pancita. Por tu mente haces un rápido recorrido por la agenda del día que ya tenías preparada, pero que ahora tendrá que moverse por la molestia de tu hijo.
De inmediato te pones en contacto con su pediatra para comentarle el hecho y ver qué puedes hacer para calmar la molestia. Si bien les va, quizá alguna de las indicaciones o medicamentos que sugiera lo ayudarán a calmar el dolor, sin necesidad de hacer muchas modificaciones al plan del día. Pero quizás se trate de algo más grave y hasta tengan que correr a urgencias…
¿Te ha pasado algo parecido en casa? Seguramente sí, porque no hay familia que se haya escapado de un dolorcito de panza.
La Dra. Damaris Pupo, médico pediatra y gastroenteróloga del Hospital Ángeles Puebla, nos explica que el dolor de estómago o dolor abdominal en niños y niñas puede aparecer por muchas razones, “desde por comer algo que no les gusta mucho, porque comen de más e, incluso, porque no quieren ir a la escuela, para evitar hacer alguna actividad que no les interesa mucho o porque no quieren irse a dormir”.
El dolor abdominal es muy común, pero en la mayoría de los casos no está relacionado con ningún problema grave y a veces no se puede encontrar ninguna causa que lo genere, agrega la también experta en nutrición infantil: “lo denominamos dolor funcional y, aunque no encontremos una causa aparente, esto no quiere decir que el dolor no sea real”.
Además de lo mencionado anteriormente, existen otras razones muy específicas por las que aparece el dolor en los niños:
- Gastroenteritis aguda. Se presenta con diarrea y dolor y, en su gran mayoría, está asociada a infecciones virales que pueden deberse al consumo de alimentos contaminados por bacterias; en otros casos la razón son los parásitos.
- Estreñimiento. A veces la dieta infantil no incluye suficientes líquidos, frutas, verduras y fibra de los granos enteros, por lo que puede presentar problemas intestinales. Debido a las evacuaciones duras secas y muy grandes derivado de ello, el menor puede presentar dolor.
- Intolerancia a la lactosa. Esta condición se comienza a manifestar a partir de los dos años de edad, cuando la enzima que digiere la lactosa, el azúcar de la leche, va perdiendo su actividad.
- Alergias alimentarias. La más frecuente es a la proteína de la leche de vaca.
- Infecciones de las vías urinarias. Provocan dolor en el abdomen y el área de la vejiga, así como un poco de dolor y ardor al orinar.
- Infecciones respiratorias como la faringoamigdalitis aguda, cuyos síntomas incluyen dolor de garganta, fiebre y, justamente, dolor abdominal.
- Apendicitis aguda. Requiere atención inmediata y tratamiento quirúrgico.
¿Cuándo llamar al pediatra?
La Dra. Damaris Pupo recomienda hacerlo en estas situaciones:
- Si tu hijo o hija comienza con un dolor abdominal repentino que va aumentando de intensidad y se acompaña de otros síntomas como fiebre, vómito, dolor de cabeza, evacuaciones de consistencia diferente o con sangre.
- Si tiene dolor abdominal recurrente, si lo despierta de noche, si aparece en fines de semana y le limita realizar actividades que normalmente le gustan.
- Respecto a un bebé menor de un año, si comienza con un dolor abdominal repentino, como por ejemplo, si al mover las piernas sobre su abdomen empieza a llorar de manera inusual o si hay evacuaciones con sangre.
Los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades sugieren que cuando el niño se queje de dolor abdominal, debemos tratar de que lo describa para tener más claridad de la causa:
- Hay dolor generalizado o dolor en más de la mitad del abdomen. Esto puede deberse a un virus estomacal, indigestión, gases o estreñimiento.
- Cuando el dolor es similar a un calambre probablemente es a causa de gases y distensión. Con frecuencia, va seguido de diarrea. No suele ser grave.
- Si el dolor está localizado, es decir, que se encuentra solo en una zona del abdomen, puede tratarse de un problemas con el apéndice, la vesícula biliar, una hernia (intestino retorcido), ovarios, testículos o el estómago (úlceras).
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Prevenir, la mejor estrategia contra el dolor
Para evitar que nuestros hijos e hijas se contagien con virus, bacterias y parásitos, la experta en gastroenterología Damaris Pupo comparte las siguientes recomendaciones:
- Lavarse las manos, siempre, antes de comer y antes y después de ir al baño.
- Consumir agua potable.
- Lavar bien las frutas y verduras.
- Conservar los alimentos en refrigeración.
- No consumir alimentos caducados.
- Recolectar de forma adecuada la basura.
Para mejorar su salud gastrointestinal:
- Hacer cinco comidas al día: desayuno, comida y cena, con 2 colaciones intermedias.
- Mantener horarios regulares de alimentación, diariamente.
- No saltarse el desayuno.
- Evitar el picoteo.
- Tener una dieta balanceada que aporte carbohidratos complejos con alimentos como tortilla de maíz, panes integrales, arroz, tubérculos, frutas y verduras ricas en vitaminas y minerales, proteínas de alta calidad como la carnes de res, pollo, huevo, pescado y productos lácteos siempre pasteurizados, así como grasas de buena calidad (monoinsaturadas y poliinsaturadas Omega-3).
- Tomar agua simple.
- Seguir horarios adecuados de sueño.
- Hacer ejercicio aeróbico diariamente.
Y lo que siempre debes evitar:
- Automedicarlos.
- Darles remedios caseros como té de estrella, pan puerco, purgas etc.
- Desparasitar pensando que eso es la causa del dolor.
- Consumir comida chatarra, alimentos altos en calorías, azúcares y grasas saturadas que son pobres en vitaminas y minerales.
- Evitar el consumo de grasas trans.
- Evitar el consumo de alimentos fritos capeados.
La salud gastrointestinal es una tarea que se lleva a cabo en familia. Por eso es muy importante crear ambientes saludables a la hora de comer: hacerlo todos juntos en la mesa, evitar distracciones, promover el uso de utensilios como vaso, plato y cuchara y estimular la autoalimentación. “Todo esto ayudará en los primeros años de la vida a formar hábitos saludables que los mantendrá sanos”, enfatiza la Dra. Damaris Pupo, quien concluye que no hay que olvidar ser el ejemplo de nuestros niños para que nos imiten y aprendan de nosotros las conductas adecuadas.
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