Si tienes hijos pequeños probablemente has vivido la experiencia de que el pediatra le recete algún medicamento en supositorios, lo que para muchas personas la simple palabra genera incomodidad, porque claro, a nadie le gusta pensar en que tiene que aplicarle supositorios a su hijo, pero en ocasiones esta es la mejor o la única manera de medicar a una persona. Entonces, hablando de los supositorios, ¿sabes cómo ponerlos en caso de ser necesario? ¿Se lo pondrías a tu bebé o mejor solicitarías apoyo?
No es más que una forma de presentación de algunos medicamentos, así como hay cápsulas, jarabes o tabletas pues también hay supositorios para medicar. Se trata de una dosis específica de la sal o las sales que indica el empaque contenida en una especie de cápsula alargada hecha básicamente de una grasa vegetal sólida. Aunque lo común es que sean de aplicación rectal, también los hay para aplicación vaginal (regularmente llamados óvulos).
Como podrás imaginar, es precisamente la vía de administración la que hace de estas medicinas algo a lo que todo el mundo teme, de ahí que cada vez sean menos usados, pues su aplicación resulta molesta e incómoda, sin embargo, en ocasiones es la mejor alternativa para recibir medicación. Así que, vemos cómo poner los supositorios.
¿En qué casos se deben usar los supositorios?
Los supositorios tienen un doble propósito y es menester saber ponerlos: se pueden utilizar para producir un efecto directo en el recto, es decir, para aliviar el estreñimiento o para garantizar que un paciente reciba una correcta medicación cuando por la vía oral no es posible (por ejemplo, cuando un paciente no puede tragar pastillas) debido a vómitos, dificultad para tragar o falta de cooperación.
Una ventaja de los supositorios es que su material se disuelve rápidamente dentro del cuerpo, lo que facilita que el medicamento sea llevado al torrente sanguíneo y el efecto sea muy rápido, de ahí que sean muy eficaces en caso de temperaturas altas.
Lo primero y quizá más importante es estar relajado, si se trata de aplicar un supositorio a tu hijo y eso te estresa demasiado, podrías contagiar tus nervios al pequeño y las cosas no resultarán bien, si el médico ha recomendado usar el medicamento en esta presentación es porque es necesario, así que respira profundo y has uso de tu control mental.
La Asociación Española de Pediatría (AEP), en su página de internet señala la correcta técnica de aplicación:
“Aunque pueda chocar un poco, la mejor forma de administrar los supositorios no es la que el sentido común nos suele dictar; es decir, introducirlos en el ano por su extremo puntiagudo, sino al contrario: lo correcto es empezar por el extremo plano. Esto facilita que el supositorio quede alojado en el recto, porque así, cuando el ano se contrae, lo que se consigue es impulsar al supositorio hacia adentro y no lo contrario”.
Ahora que ya sabes cómo poner un supositorio, la mejor manera de almacenar estos medicamentos es en un ambiente fresco y sombreado, aunque la refrigeración no siempre es necesaria o aconsejable, si vives en un lugar muy cálido es la opción indicada. Antes de su uso es fundamental revisar las instrucciones del fabricante y comprobar la fecha de caducidad.
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