La mucosidad es una especie de barrera que nos defiende de agentes patógenos, pero a veces su color, cantidad y consistencia indican que hay una enfermedad en progreso, por eso la presencia de flemas en bebés y niños puede ser un síntoma de enfermedades respiratorias.
Contrario a lo que muchos creen, el calor de verano es una magnífica oportunidad para que las enfermedades respiratorias aparezcan, ¿por qué? Precisamente porque para combatir el calor incesante muchas personas prefieren consumir helados y bebidas frías, además de que en una gran cantidad de ciudades el uso de climas artificiales y aires acondicionados es cosa común.
Y es por el brusco cambio de temperaturas que algunos virus y bacterias oportunistas hacen de las suyas. Existen muchos y variados síntomas de que algo fuera de lo normal sucede en el sistema respiratorio de alguien, uno de los principales son las flemas o esputo, que es esa mucosidad que el organismo secreta de manera natural.
El diccionario médico del Instituto Nacional del Cáncer de los Estados Unidos define a las flemas como la “cantidad mayor de la normal del moco espeso que elaboran las células que revisten las vías respiratorias superiores y los pulmones. Una acumulación de flema puede resultar de una infección, irritación o neumopatía crónica y puede causar malestar en el tórax y tos”.
Ahora bien, es importante que sepas que el cuerpo produce mucosidad (mocos) de manera habitual, está cubriendo las superficies húmedas del mismo: pulmones, fosas nasales, boca, estómago, intestinos, vagina, ¡hasta los ojos tienen una fina cubierta de mucosa!, esta es una manera natural de protección del organismo.
El Dr. Andrew Lane, experto en oído, nariz y garganta de la Universidad Johns Hopkins lo explica muy claro, como se puede leer en el sitio del National Institutes of Health de los Estados Unidos (NHI):
“La mucosidad es muy importante porque filtra los materiales que se inhalan por la nariz como el polvo, los alérgenos y los microorganismos; cualquier cosa que se respire queda atrapada en ella, como en el papel matamoscas”.
Esto lo puedes comprobar cuando, al final de haber estado muchas horas en la calle, en un día muy contaminado e incluso con personas que fuman, cuando limpias tu nariz los mocos salen negros o grises, ahora ya sabes el por qué: ¡atraparon la mugre del aire y evitaron que entrara a tu organismo!
En condiciones normales la mucosidad del cuerpo en incolora y líquida, esto cambia cuando algo provoca que el sistema inmune responda ante la presencia de un factor de riesgo que puede ocasionar una enfermedad, entonces tanto la consistencia como el color y la cantidad de la mucosidad cambian.
El NHI dice que es mucha la mucosidad que el cuerpo humano produce, aunque nadie está seguro de cuánta. En su mayoría, dicha mucosidad es agua, pero también contiene proteínas, azúcares y moléculas especiales que ayudan al organismo a controlar y combatir los gérmenes dañinos (virus, bacterias y hongos).
Mientras se está sano, nadie es consciente de toda la mucosidad que fluye despacio por su cuerpo, sin embargo, al enfermar todo cambia, esa es una de las principales señales de que un patógeno está haciendo daño.
En el caso de los bebés y los niños, este es un indicio que habitualmente los papás no pasan por alto, ya que a veces, sea porque aún el pequeño no habla o porque aún no identifica que se siente mal, la presencia de flemas en cantidad y colores distintos los pone en alerta. Ahora te hablaré de los principales cambios en la coloración y qué es lo que quiere decir:
Ahora bien, es importante que sepas que el exceso de mucosidad, flemas o fluido nasal puede ser de dos distintas consistencias que tienen diferentes causas:
La mucosidad es más espesa cuando hay un resfriado (causado por virus) o una infección sinusal (causada por bacterias).
Cual sea la causa en las variaciones de las flemas en bebés y niños, es importante que consultes con su pediatra para que te indique el tratamiento a seguir, sin embargo desde siempre existen algunos remedios caseros que son de mucha ayuda y que están recomendados por la Academia Americana de Pediatría de los Estados Unidos:
Agrega ½ cucharadita de sal no yodada y ¼ de cucharadita de bicarbonato de sodio en 1 taza (8 oz) de agua tibia. Revuelve hasta disolver la sal y el bicarbonato de sodio. Utiliza agua estéril, destilada o previamente hervida.
Ponle a tu peque de 2 a 3 gotas en cada fosa nasal (orificios de la nariz). Luego succiona el líquido con una bomba de pera para la nariz o pídale que se suene la nariz.
Las flemas en bebés y niños pueden ser un indicador de enfermedades respiratorias. Observar su color y consistencia es importante para identificar posibles infecciones. Siempre se debe consultar con un pediatra para obtener un diagnóstico preciso y recibir el tratamiento adecuado. Además, se pueden aplicar algunos remedios caseros, como el uso de solución salina y mantener una adecuada hidratación, para aliviar los síntomas y promover la recuperación.
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