La capacidad que tenemos los seres humanos de comunicarnos con nuestros iguales a través de un lenguaje articulado de manera oral y escrita es uno de los más importantes diferenciadores con otras especies, sin embargo, el proceso de evolución comunicativa es personal y en el camino pueden surgir algunas piedritas, por ejemplo, la dislexia y la dislalia. ¿Sabes qué son, cómo se diferencian y cómo apoyar a tu hijo si padece una o ambas?
El lenguaje es el sistema de signos que la humanidad ha construido a lo largo de su historia y sirve de herramienta para el proceso comunicativo, es decir, desde la emisión de un mensaje, con su recepción e interpretación del mismo, hasta llegar a la respuesta o retroalimentación.
En esta ocasión te hablaré acerca de dos trastornos del lenguaje: dislalia, que afecta al lenguaje oral y dislexia, que afecta al lenguaje escrito. Pero antes, hagamos un breve repaso de cómo se desarrolla el lenguaje en los humanos.
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Independientemente de la lengua (idioma), los bebés comienzan a mostrar progreso en su habilidad comunicativa aproximadamente a la misma edad, esto es porque para la adquisición del lenguaje es indispensable que haya cierta maduración cerebral, así como un nivel específico en su desarrollo cognitivo y socioemocional. Para que un niño aprenda a hablar no solo debe contar con un aparato fónico y su capacidad cognitiva en el nivel óptimo, también es necesario que esté en exposición constante con el lenguaje, ya que este se aprende por imitación y abstracción.
En el desarrollo del lenguaje hay tres etapas:
Así sucede hasta la llegada de la edad escolar, donde la capacidad de comunicarse usando frases completas ya es algo cotidiano, y es generalmente en este momento cuando los trastornos del lenguaje (como la dislexia y la dislalia) se pueden detectar, diagnosticar y comenzar a tratar, ya que durante los primeros cuatro años de vida (mientras se madura la capacidad de hablar) los errores en el habla o la pronunciación se pueden considerar normales, a no ser que un especialista o el pediatra, digan lo contrario.
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Este trastorno afecta directamente el lenguaje oral y consiste en la omisión, sustitución, distorsión o inversión en el orden de los fonemas o sonidos, por lo tanto, te puedes percatar de esto cuando tu pequeño habla y algo en su pronunciación no es como debiera.
Dicho de otro modo, la dislalia (a diferencia de la dislexia) es una deficiencia en el modo de hablar. Dicha condición no tiene nada que ver con defectos en el aparato auditivo o del habla, generalmente ocurre porque para el menor resulta más cómoda cierta manera de hablar, porque escucha varios idiomas en su hogar o bien porque ese error o errores los escucha sistemáticamente en casa.
El correcto diagnóstico de esta condición lo ha de realizar un logopeda, que es el especialista capacitado para evaluar, diagnosticar, pronosticar, rehabilitar y prevenir los trastornos de la comunicación humana.
Es importante hacer notar que la dislalia se puede revertir, ya que por tratarse de patrones equivocados en el habla que el niño ha adquirido, a través del correcto diagnóstico, la terapia personalizada y la constancia de los padres es posible corregir la articulación y producción de los sonidos afectados, con lo que la autoestima y comunicación del pequeño se verán favorecidas.
Lo común es que esta condición sea atendida entre los 4 y los 10 años de edad, por lo que ya en la pubertad y adolescencia es muy extraño que siga presente, sin embargo, de no tratarse o no hacerlo de manera adecuada puede provocar en quien lo ha desarrollado falta de confianza en sí mismo, lo que indudablemente afectará su vida diaria y sus relaciones sociales. Mientras más pronto se actúe, el resultado será mejor y de manera más rápida. Si crees que tu hijo puede tener dislalia platícalo con su pediatra, quien seguramente te pondrá en contacto con un buen logopeda.
Este es un trastorno de aprendizaje que afecta principalmente al lenguaje escrito y la capacidad lectora, por lo que supone dificultad para escribir, leer o para comprender lo que se lee. Se caracteriza por la sustitución, omisión, traslación o mezcla de letras.
La dislalia se considera actualmente un Trastorno Específico de Aprendizaje (TEA), lo cual no significa que el niño no sea inteligente sino que, simplemente, se le dificulta desarrollar ciertas habilidades de la misma manera que al grueso de la población. La dislexia afecta las habilidades de lectura y escritura, cuando la dificultad es para realizar cálculos matemáticos se llama discalculia.
Ya que los trastornos del aprendizaje están relacionados intrínsecamente con la enseñanza escolar básica, se detectan por primera vez cuando el niño entra a la escuela. Según Mayo Clinic, aunque no hay una regla en cuanto a que se deben presentas todos los signos al tener dislexia, menciona sus principales señales:
Antes de la escuela
Edad escolar
Como puedes imaginar, son los maestros los primeros en poder darse cuenta de que un pequeño puede tener un trastorno de aprendizaje, ya sea dislexia o dislalia; cuando esto sucede lo correcto es que se notifique lo antes posible a los padres para que se pueda buscar apoyo.
Si es tu caso platica con su pediatra, él te indicará qué es lo que debes hacer y con quién acudir para el diagnóstico correcto. Aunque la dislexia no tiene cura, se sabe que, con el tratamiento correcto, el compromiso y el trabajo en equipo de los papás, el terapeuta y los maestros, un niño con dislexia puede lograr avances significativos y mantenerse así durante el resto de su vida, sin dejar de lado sus ejercicios y terapias.
“Un especialista en el aprendizaje puede ayudar a determinar qué tipo de apoyo necesita el niño. El tratamiento suele consistir en ayudarle a aprender habilidades, así como en la elaboración de un plan de aprendizaje basado en sus puntos fuertes. También puede ser de ayuda que el niño aprenda utilizando otros sentidos, además de la vista y el oído (como el tacto, el gusto o el olfato)”.
Los seres humanos somos único e irrepetibles, así como algunos nacen con una habilidad matemática enorme o con destrezas físicas sorprendentes, hay a quienes les cuesta más trabajo desarrollar sus habilidades lectoras o que por simple comodidad aprenden a hablar a su manera; no ha de haber razón para que alguien con dislexia o dislalia sea etiquetado o estigmatizado debido a sus características particulares, tan humano uno como el otro.
Si es el caso que tu hijo presente alguno de estos trastornos, calma, es algo muy común que afortunadamente se puede atender sin que sea una afectación severa a su calidad de vida.
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