La historia es sencilla, un cuento familiar que bien pueden disfrutar tanto los peques como los papás. Como casi todas las historias de princesas, Mi dulce monstruo tiene su moraleja, sí que sí, es una historia con mucha chispa. Ya está en las salas cinematográficas, con clasificación A, y es una gran opción para disfrutar el fin de semana.
Bueno, pues, érase una vez un reino, un rey, una princesa… Ya sé, ya sé, así comienzan todas las historias, pero esta tiene su chispa. La princesa Bárbara, hija del rey Elijah, está por cumplir 16 años, los famosos dulces dieciséis, y en el palacio todos se están preparando para la celebración.
Cabe destacar que es un palacio lujoso, ajá, como todos, pero este está lleno de robots y de objetos vivientes que en realidad deberían de ser inanimados, por ejemplo, hay unos focos voladores que acompañan siempre a la princesa.
Esta princesita, adolescente rebelde, no se cansa de llevarle la contra a su padre, el rey, y a escondidas le envía cartas al valeroso príncipe Edward, de quien está perdidamente enamorada.
Resulta, que justo el día de la celebración de su cumpleaños, llega un intruso al palacio, quien descubre el gran secreto del rey, el cual no te platicaré para no arruinarte la peli, pero, pues este truhan (Joyce) amenaza al soberano con que, para recuperar ese secreto, deberá entregarle a su hija en matrimonio…
Para salvar a su reino de semejante bellaco, el rey accede y, justo en vez de celebrar el onomástico de la princesa, anuncia el casamiento.
Obvio la princesa no se iba a quedar de brazos cruzados, sale corriendo y pues, en el bosque se encontrará con mil aventuras, pero no solo eso, sino que conocerá a un conejo parlanchín, medio bandido, y a su hermano: el dulce monstruo.
Bárbara iba con la idea de encontrar a su amor, iría a los confines de la tierra para encontrar a su príncipe, pero en vez de ello se enfrasca en múltiples aventuras con Boogey, el monstruo, y el conejo. Por su parte, Joyce, todo enfurecido por el desprecio, se lanza a buscar a la princesa para obligarla a casarse con él.
Boogey alguna vez fue humano, mas la madre naturaleza para ayudarlo a enfrentar el frío y su orfandad, lo convirtió en un ser que pudiera resistir las inclemencias del frío bosque. Le dio pelambre, cuernos y mucha fuerza. Conejo lo conoció siendo un niño pequeño y desde ahí se hicieron hermanos de la vida.
Monstruo, conejo y Bárbara emprenden el camino para encontrar al príncipe Edward, pero esa aventura estará llena de desafíos y batallas.
En la comarca del rey Elijah hay una poderosa chispa, parece un líquido común pero en realidad es el agua de la vida: le da vida a todo lo animado y lo inanimado.
Este líquido vital no solo ha servido para tener los robots y los foquitos voladores en el reino, incluso ha ayudado a conejo y a la princesa, pero tampoco te platicaré de qué forma.
De verdad te invito a que vayas al cine en familia a ver este tierno filme, apto para todas las edades y con canciones que acompañan las secuencias. Las animaciones están muy bien realizadas, es un gran trabajo el del doblaje y Mi dulce monstruo es de esas pelis que puedes ver sin miedo a que algo espante o altere a tu peque.
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