Por Nayeli Rueda
Hay una frase de Charles R. Swindoll que dice: “Cada día de nuestra vida hacemos depósitos en los bancos de memoria de nuestros hijos”. ¿Qué te gustaría que recordaran? Seguramente buenos momentos. ¿Cómo lograrlo?
Las personas recuerdan un mismo suceso de distinta manera o, incluso, habrá quienes ni siquiera lo recuerden. Esto se debe a que la memoria es selectiva y recordaremos únicamente los conocimientos o sucesos significativos.
De acuerdo con diversos estudios, desde el vientre materno, las niñas y los niños comienzan a potenciar su capacidad de memoria. Poco a poco esta habilidad se irá desarrollando conforme van creciendo.
El Center on the Developing Child, de la Universidad de Harvard, encontró que las habilidades de la función ejecutiva, entre ellas el aprendizaje y la memoria, comienzan a desarrollarse poco después del nacimiento.
Las edades de entre tres a cinco son una ventana de oportunidad crucial. El desarrollo continúa durante la adolescencia y la adultez temprana.
La UNICEF, por su parte, destaca que el cerebro de un niño no nace tal y como es, sino que se desarrolla. El proceso comienza antes del nacimiento e implica una compleja interacción de las conexiones neuronales que van formándose a partir de la experiencia y del entorno.
El juego como método de aprendizaje
El ser humano es capaz de almacenar mucha información, pero los recuerdos que van a perdurar a través del tiempo son los que tienen relevancia. En este sentido, los padres y educadores tienen una enorme responsabilidad.
El “aprendizaje a través del juego” o “aprendizaje lúdico” es fundamental de cara a una pedagogía y educación de calidad en la primera infancia, de acuerdo con la UNICEF, que apunta que en muchos entornos lo normal sigue siendo el aprendizaje y el recuerdo de la información basados únicamente en la memoria.
“Los funcionarios y el personal del ámbito educativo, así como los administradores y directores de los centros, posiblemente no son conscientes del papel crucial del juego de cara a favorecer la comprensión de los conceptos matemáticos, científicos y de lectoescritura por parte de los niños pequeños”.
Si bien los docentes y sus padres deben intervenir al respecto, también compete a los pediatras del desarrollo “investigar las causas, hacer un diagnóstico certero y proponer un tratamiento terapéutico adecuado”, señala el neurólogo pediatra Antonio Rizzoli Córdoba, del Hospital Infantil de México Federico Gómez.
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Comprender y recordar
Hoy día, algunos problemas de atención y aprendizaje han sido resultado de la pandemia por Covid-19, sin que esto signifique que el pequeño tenga un problema neurobiológico, sino que el contexto donde aprende está alterado, explica el experto en Pediatría del Desarrollo y Neurología Pediátrica.
En cuestión de aprendizaje y memoria, algunas consideraciones a tomar en cuenta, son:
- El aprendizaje funcional necesita que reflexionemos, que nos hagamos preguntas para poder aprender y tener las ideas más claras. Un niño o niña puede tener muy buena memoria, pero si no comprende y da sentido a ese conocimiento o suceso, no lo recordará con el tiempo.
- Conocer los procesos de aprendizaje evitará que haya diagnósticos equivocados y que algunos niños estén bajo tratamiento farmacológico pues, aunque tome medicina, “no va a funcionar”. “El niño seguirá sin aprender porque el origen del problema no sería neurobiológico”, argumenta el especialista.
- Las emociones y las experiencias también influyen en el aprendizaje, en cómo te sientes cuando haces algo. Si estás entusiasmado es más probable que retengas la información.
- Para aprender y recordar necesitas un estímulo y realizar una codificación consciente. De lo contrario, ese conocimiento se va a quedar almacenado en la memoria, pero no lo recordarás con el tiempo.
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