La autoestima es la opinión que los niños tienen de sí mismos pero, ¿cómo se va formando? ¿De dónde surge? La respuesta es sencilla. De los intercambios de afecto que tienen con sus referentes cercanos: mamá, papá, familia, amigos, etc. Todo lo que le digas a tu hijo va a influir en él. Y así como hay palabras de aliento que reconfortan, también hay frases que destruyen esa autovaloración.
De acuerdo con el libro, Consejos de oro para mejorar la autoestima en los niños, de Más Editores, se trata de una autoevaluación que conlleva, por un lado, un juicio de valor aprendido (no es inherente al niño, de algún lado lo retoma), y por el otro, implica un fuerte sentimiento negativo o positivo.
“La autoestima elevada está relacionada con sentimientos positivos como placer, confianza, gozo, entusiasmo e interés. La autoestima negativa implica dolor, tristeza, inercia, culpa, vergüenza o sentirse vacío”, indica el libro.
Hay una estrecha relación entre los padres y la autoestima infantil: “En los primeros años de vida, la información de sí mismo se recibe casi exclusivamente de los padres. Con los años se incorporan otras figuras significativas como lo son profesores, compañeros de escuela y amigos”, explica Jael Vargas y Laura Oros en el estudio Parentalidad y Autoestima en hijos.
Cuanto más positiva es la relación familiar, más elevada tiende a ser la autoestima de los hijos. Por el contrario, las vivencias negativas en el hogar contribuyen a una autodefinición inadecuada. No solo es el maltrato, abuso o abandono físico, también el psicológico, las frases que una y otra vez le vas diciendo a los niños, hasta que se las creen.
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Muchas veces los padres vamos repitiendo estas palabras sin consciencia del daño que pueden causar a nuestros hijos.
Lo peor es que se corre el riesgo de que se transformen en creencias centrales que quedan “tatuadas” en la mente. A la larga, el niño (y el adulto en el que se transforma), se aferra a la idea destructiva, aunque tenga evidencia de lo contrario.
La creencia central que se inculca es la incapacidad. El niño la piensa con tanta fuerza que actúa en consonancia. En vez de trabajar para aumentar su capacidad, de forma inconsciente trata de demostrar que efectivamente “no puede hacer nada bien”.
Alternativa positiva: Todos tenemos habilidades y limitaciones. Con paciencia y práctica podrás hacer cualquier cosa. Trabajemos juntos hasta que lo logres.
Las etiquetas ponen relieve en las características “negativas” de los niños y hacen que desarrollen sentimientos de inferioridad, además de que generan problemas de identidad. La creencia central que se inculca es que “está lleno de defectos”.
Alternativa positiva: Si lo que dices no coincide con lo que haces, será difícil que pueda confiar en tu palabra. /Eres normal, con puntos fuertes y débiles. Si quieres cambiar algo, te puedo ayudar. / Está bien llorar, te ayuda a tranquilizarte.
Cuando se menosprecia su opinión, se le denigra, se evidencia alguna dificultad o incluso se le expone en público estamos hablando de humillación. Los efectos psicológicos de la vergüenza y la humillación incluyen disminución de la autoestima y del sentido de la dignidad. Realiza las correcciones en privado nunca enfrente de otros niños o adultos.
Alternativa positiva: Te lo explico mejor, no te preocupes. / No es fácil aprender a usar el baño, a veces pasan accidentes. Lo vas a lograr. / ¿Te sientes cómodo con lo que llevas puesto? ¡Adelante! Como tú te sientas bien.
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Esto es, simple y sencillamente, chantaje. Culpar a los niños por situaciones ajenas a ellos les hace creer que son responsables, cuando sabes bien que es mentira. Transmitirles culpa puede generarles una gran ansiedad.
Alternativa positiva: Vamos a calmarnos los dos. / Los problemas de los adultos no son culpa tuya. /Cuando no estás te extraño, pero sé que estarás bien. Si tienes alguna inquietud, llámame, puedes confiar en mí.
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“Ahora no, estoy ocupado”
“Quítate, no estés de encimoso”
“Vete para allá, no quiero verte”
“Ya lárgate, no te quiero”
Si rechazas a tu hijo cuando quiere expresar su cariño, le estás mandando un mensaje muy destructivo: que no merece ser amado. No se sentirá seguro, querido y aceptado. La consecuencia de esta idea repercutirá en sus relaciones a futuro.
Alternativa positiva: Tú eres lo más importante para mí, pero en este momento debo resolver algo urgente. Dame unos minutos y estoy contigo. / Te amo, que no te quepa duda.
A través de las comparaciones solo se crean celos, resentimientos y rivalidades. El niño percibe al otro como modelo inalcanzable y tendrá la creencia de que debe ser diferente para ser querido. Se generan problemas de identidad y aceptación. No sabrá quién es y tratará de imitar a los demás.
Alternativa positiva: Eres bueno, vamos a seguir echándole ganas. Yo te ayudo. /No es competencia, cada uno tiene su lugar.
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Las amenazas se basan en el miedo y erosionan la confianza de los niños hacia sus padres. Les estamos enseñando que es bueno usar la intimidación para conseguir las cosas. Además, si esa amenaza no se cumple, perdemos credibilidad y enviamos la señal de que sus acciones no tienen consecuencias. Cuando la amenaza es el abandono (dejarlo solo) se generan sentimientos de dependencia.
Alternativa positiva: Todo acto tiene una consecuencia, si no cumples con tu responsabilidad, tendrás que asumirla (cumple esa consecuencia).
Es bueno inculcarles disciplina y esfuerzo, pero no al grado de exigir la perfección. ¿La razón? Creas expectativas altas difíciles de alcanzar, además de insatisfacción crónica. Les enseñas que deben juzgarse permanentemente. A futuro le darán muchas vueltas a los posibles errores cometidos, por mínimos que sean. Tendrán una necesidad continua de reconocimiento, poca tolerancia a los cambios, necesidad de control y dificultad para tomar decisiones.
Alternativa positiva: ¡Te esforzaste mucho y eso es lo importante! / Si puedes dar más, adelante.
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La intención de los padres es que los niños se den cuenta de que se arrepentirán si no sacan buenas calificaciones o toman decisiones equivocadas. Sin embargo, lejos de provocar reacciones positivas, causa frustración, desinterés y furia, pues piensan que los progenitores no creen en ellos.
Alternativa positiva: Sé que puedes hacerlo mejor / Las personas que estudian tienen más herramientas para ser exitosos. Tienes mucha capacidad.
El abuso verbal que utilizan algunos padres en la “educación” de los hijos es el peor de todos. Genera un daño emocional y psicológico imperceptible a la vista, pero con huellas profundas. Con estas duras palabras se despoja al pequeño de autoconfianza, valor y capacidad para reaccionar. Los insultos son tan hirientes que paralizan. muchas veces toda la vida.
Alterativa positiva: Te amo
Tú lo sabes, el amor que sentimos por los hijos es de ese tipo de amor que se sale desde lo más profundo de las entrañas y busca lo mejor para ellos. Muchas veces cometemos el error de decir alguna de estas frases por desconocimiento, por intentar forjar el carácter de los niños o simplemente por estrés. No te equivoques.
Las palabras hieren y de forma muy profunda. Antes de decir algo de lo que te vas a arrepentir, respira, tranquilízate y trata de buscar una forma de explicar mejor lo que quieres sin dañar la autoestima de tus hijos.
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