Tenemos juguetes educativos, reportes mensuales del preescolar y hasta el gobierno en sus instituciones de salud nos da algunas pautas a seguir. También contamos con sitios como Baby Creysi donde aprendemos trucos para enseñar a nuestros hijos a hablar, contar, dibujar o desarrollar valores como el respeto, pero lo que más determina la manera en la que nuestros peques se desarrollan es el medio en el que crecen, por lo que es interesante analizar cómo influye la cultura en el desarrollo de los niños.
Para instituciones como Save the Children es tan evidente que incluso tiene estudios dedicados a la investigación de la primera infancia en relación con la cultura y el aprendizaje.
Podemos definir al desarrollo infantil como un proceso dinámico e interactivo. Cada niño es único en la manera en la que interactúa en el mundo que lo rodea; lo que pide y recibe de los demás y del entorno dan forma a su modo de pensar y comportarse. Los niños que crecen en diferentes culturas reciben aportaciones específicas de su medio ambiente. Por esa razón, existe una amplia gama de diferencias culturales en las creencias y el comportamiento de los niños.
Nuestro lenguaje es una de las muchas formas en que la cultura afecta nuestro desarrollo. Hay reportes de investigaciones hechas en adultos que dicen que los idiomas forjan la forma en que pensamos y razonamos. Además, el contenido y el enfoque de lo que hablamos diariamente también varía según las culturas. Desde la infancia, las madres de diferentes culturas le hablamos a nuestros bebés de manera diferente. Las madres de Europa del Norte, por ejemplo, tienden a centrarse en las necesidades y deseos de sus bebés o en ellos como personas. Las madres en tribus africanas se enfocan más en el contexto social. Esto puede incluir las interacciones del niño con otras personas y las reglas que lo rodean.
Esta experiencia en los primeros años afecta la forma en que los niños se escuchan a sí mismos o a su relación con los demás, formando su propia imagen e identidad. Algo interesante es que en los países de Europa Occidental y América del Norte, los niños tienden a describirse a sí mismos en torno a sus características únicas, como soy inteligente o soy bueno dibujando. Sin embargo, en los países asiáticos, africanos, del sur de Europa y de América Latina, los niños se describen a sí mismos en torno a su relación con los demás y sus roles sociales. Ejemplos de esto incluyen: soy el hijo de… o soy un buen ayudante en casa.
Otro dato interesante es que debido a las diferencias que existen en cómo pensamos sobre nosotros mismos y cómo nos relacionamos con los demás, es que también memorizamos eventos de manera diferente. Por ejemplo, se les pidió a varios niños en edad preescolar que describieran una experiencia personal especial reciente; los niños europeo-estadounidenses brindaron descripciones más detalladas, recordaron eventos más específicos y enfatizaron sus preferencias, sentimientos y opiniones al respecto. En cambio, los niños asiáticos y latinoamericanos se centraron más en las personas que habían conocido y en cómo se relacionaban consigo mismos.
Como padres imbuidos en diferentes culturas también jugamos un papel importante en moldear el comportamiento y los patrones de pensamiento de nuestros niños. Por lo general, somos nosotros los que preparamos a los niños para interactuar con la sociedad en general. Nuestra interacción con nuestros peques construye un arquetipo de cómo deben comportarse con los demás, aprendiendo una variedad de reglas, expectativas y tabúes socioculturales. Por ejemplo, los niños pequeños suelen desarrollar un estilo de conversación parecido al de sus padres, y eso a menudo depende de la cultura.
Los niños europeo-estadounidenses nos comparten narraciones largas, elaboradas y centradas en sí mismos que enfatizan sus preferencias y autonomía.
Su estilo de interacción también tiende a ser recíproco, es decir, toman turnos para hablar. En comparación, las historias de los niños coreanos y chinos suelen ser breves, centradas a las relaciones personales y muestran un gran compromiso con sus figuras de autoridad. A menudo toman un papel más pasivo en las conversaciones. Las mismas variaciones culturales también son evidentes cuando los niños hablan con personas fuera de su entorno directo.
No cabe duda de que el mundo es amplio y diverso. ¿Ya sabías cómo influye la cultura en el desarrollo de los niños? ¿Tienes más ejemplos? Comparte con nosotros en el Facebook de Baby Creysi.
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