Familia

Prohibido lastimar a niñas y niños

Por Nayeli Rueda

En las caricaturas o en las películas nos da risa el “chanclazo” y el “jalón de orejas”, pero son agresiones, al igual que ofender y gritar. Lamentablemente en México, sin importar su condición social, niñas y niños sufren violencia física y psicológica.

En pleno siglo XXI algunos padres consideran que los castigos corporales son una medida disciplinaria, y siguen pensando que “más vale una nalgada a tiempo, que un delincuente en la cárcel”.

Pero, la violencia genera más violencia. Ese grito amenazante que vociferas cuando tu pequeño derrama la leche o el “chanclazo” que le das por levantarte la voz, son agresiones que pueden afectar su salud mental.

Desde el 12 de enero de 2021, en México está prohibido el castigo corporal y el trato humillante.

De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (OMS), la exposición a la violencia a una edad temprana puede afectar el desarrollo cognitivo, el rendimiento escolar y profesional, así como provocar ansiedad, depresión y otros problemas de salud mental.

Erradicar la cultura de los golpes

En nuestro país ha habido avances en materia jurídica para prohibir el castigo corporal o humillante como una forma para corregir y disciplinar a los menores de edad. No obstante, la Encuesta Nacional de Niños, Niñas y Mujeres muestra que el 62 por ciento de infantes de uno a 14 años de edad, son disciplinados con golpes y humillaciones.

A pesar de que hay evidencias del daño que genera el castigo corporal, mucha gente lo sigue utilizando. “Pegamos porque a nosotros nos pegaron siendo niños y nadie nos dijo que eso estaba mal, que era inadecuado, injusto e insalubre”, señala en entrevista Gaudencio Rodríguez Juárez, autor del libro Cero golpes. 100 ideas para la erradicación del maltrato infantil.

Para el psicólogo clínico y psicoterapeuta, urge erradicar la cultura de los golpes con la que crecimos, pues las sociedades siguen validando estos métodos de crianza: “las transmiten a través de sus símbolos e instituciones; aparecen en el cine, en las canciones, en las caricaturas, etcétera, se han normalizado estas prácticas”, puntualiza.

De acuerdo con la Academia Americana de Psiquiatría Infantil y Adolescente, hay cientos de estudios que demuestran que la violencia en la televisión puede provocar que niñas, niños y adolescentes, se vuelvan “inmunes” al horror de las agresiones.

Te recomendamos: ¿Qué es la crianza positiva?

La violencia afecta la salud mental

Uno de los efectos más graves de la violencia es que atenta contra la salud mental. Para algunos niños, un “simple” grito con un tono amenazante, puede desorganizarles la vida. Por eso, “desde la subjetividad del niño o niña, toda violencia es grande, intensa, fuerte y desorganizadora”, enfatiza Rodríguez Juárez.

Los malos tratos en la crianza afectan todas las esferas del desarrollo y son precursores de problemas de autoestima y autoimagen. Los pequeños se pueden sentir, como:

  • Niñas o niños malos.
  • Poco valiosos.
  • No dignos.
  • No importantes.

Se ha encontrado correlación entre maltrato y aprendizaje. En el aspecto social, veremos infantes:

  • Agresivos.
  • Depresivos.
  • Excesivamente tímidos.
  • Que tienen problemas para socializar.
  • Poco tolerantes a la frustración.

Cuando un niño o niña ha sido golpeado, sacudido o abofeteado a edades muy tempranas, se encuentran lesiones a nivel neurofisiológico que pueden afectar algunas habilidades como el análisis, la reflexión, el lenguaje o el control de los impulsos. Y si hablamos de las secuelas físicas, veremos menores bajos de peso y con un sistema inmunológico debilitado.

Prohibido pegar

Para prescindir de los golpes, Gaudencio Rodríguez recomienda a los padres trabajar en su propia inteligencia emocional y manejar adecuadamente los sentimientos y emociones que provoca la crianza. Asimismo, sugiere:

  • Organizar el entorno del menor en función de su edad y necesidades. Un niño de dos años va a querer explorar y puede romper el jarrón de la abuela. Entonces, llénalo de objetos irrompibles para que la exploración sea segura.
  • Utilizar el diálogo y la reflexión para que vaya entendiendo qué comportamientos son adecuados y cuáles riesgosos.
  • Preguntar siempre. Si tu niño o niña ya tiene lenguaje, procura hacerle preguntas que le ayuden a entender por qué hace lo que hace y así, generar el diálogo y la comprensión.

“Las violencias tienen efectos diferentes, pero son igual de graves. Todas generan perjuicio y atentan contra la salud mental”.

Gaudencio Rodríguez Juárez, autor de Cero Golpes.

Te recomendamos: Discutir sí, pelear no.

José Ángel Araujo

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