Cada 15 de febrero se conmemora el Día Internacional del Cáncer Infantil, una campaña solemne que busca hacer conciencia en los cuidadores de niños para que estén atentos a los síntomas. Otro objetivo es reconocer y expresar apoyo a los sobrevivientes de esta enfermedad y a sus familias.
El cáncer infantil engloba numerosas enfermedades que se caracterizan por el desarrollo anormal de las células que crecen, se dividen y se multiplican sin control.
“El cáncer es el crecimiento desordenado y anárquico de un linaje celular. Esto puede ser en células de la sangre o en algún órgano sólido como el riñón, el hígado o un hueso”, dice el Dr. José Manuel Ruano, médico oncólogo con especialidad en cirugía pediátrica.
De acuerdo con el especialista, la principal diferencia que existe entre el cáncer de los adultos y el de los niños es que el primero es de la parte superficial de los tejidos y se llaman carcinomas, “por eso ustedes escuchan sobre el carcinoma de mama, el carcinoma de estómago. En los niños son más tumores de tipo embrionario que vienen codificados prácticamente desde que se junta el óvulo con el espermatozoide y puede ser debido a una falla genética”.
Si bien factores físicos, químicos y biológicos influyen en el cáncer, tanto en los adultos como en los niños, en los menores está mucho más inclinado hacia la parte genética: “Hay tumores que son hereditarios y se pueden ver en los cromosomas. Hay una pequeña parte que les falta en el cromosoma y eso hace que se pierdan los genes protectores contra cáncer”.
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El Dr. Ruano explica que la causa más común de cáncer infantil, con poco más del 50%, son las leucemias o cáncer en la sangre. “Generalmente es en los glóbulos blancos, los cuales crecen de forma desordenada y no permiten que otras líneas celulares como los glóbulos rojos y las plaquetas se desarrollen, y solamente crecen las células blancas”.
Existen otros tipos de cáncer frecuentes en los niños como los linfomas y los tumores del Sistema Nervioso Central (SNC). “En los niños escolares los tumores del SNC o tumores del cerebro son muy frecuentes. Después se pueden mencionar los tumores de hueso o el cáncer de riñón de los niños, que se llama tumor de Wilms. Hay muchos tipos de cáncer y sarcomas, pero básicamente las primeras tres causas son leucemia, tumores del Sistema Nervioso Central y los linfomas”.
De acuerdo con el tipo de cáncer los síntomas son diferentes. “Si hablamos de cáncer en general casi todos se acompañan de pérdida de peso y falta de apetito. Es muy común en los niños. Esto no quiere decir que sea siempre cáncer, pero cuando un niño que no quiere comer, presenta pérdida de peso, lo ves ojeroso, tiene fiebre inexplicable, ya le han dado antibiótico y no se compone… A ese niño hay que hacerle una biometría y hay que estudiarle la sangre para ver si no tiene algún tipo de cáncer”.
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Muchos de los síntomas de la leucemia en niños pueden deberse también a otras causas. No obstante, si tu hijo presenta cualquiera de ellos es importante que un médico lo examine.
“Las leucemias casi siempre se acompañan de anemia, es decir, que los glóbulos rojos están muy bajitos. Es posible que tenga moretones en su cuerpo de manera inexplicable (que no se golpeó), le sangre la nariz, presente sangrado del tubo digestivo, a lo mejor hace popó y tiene sangrado ahí. Cuando juntas todos esos síntomas puede haber un problema en la sangre y dentro de esos problemas puede estar la leucemia”, dice el Dr. Ruano.
De acuerdo con Mayo Clinic, los signos y síntomas de un tumor cerebral en los niños varían ampliamente y dependen del tipo, el tamaño, la ubicación y la velocidad de crecimiento del tumor. Algunos incluyen:
“Los niños con tumores cerebrales casi siempre tienen estrabismo. Un niño que de repente se pone bizco es muy probable que tenga afectada la parte de atrás de su cerebro. Un niño que de pronto tiene una parálisis facial, un ojo se le va chueco, pierde el equilibrio… Hay que sospechar fuertemente que puede tener un tumor”, añade el médico.
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El linfoma es todo cáncer que comienza en el sistema linfático, una red de órganos (bazo, amígdalas, timo, ganglios linfáticos en cuello, axilas, estómago e ingle) que trasladan un líquido transparente, el cual es fundamental en el sistema inmunitario del cuerpo.
No todos los niños con linfoma tienen síntomas. Los que sí, pueden tener:
“La mayoría de los niños son híper reactores, entonces cuando tienen una infección en su garganta, en las vías respiratorias generalmente, les crecen los ganglios, pero es un crecimiento chiquito, son móviles, tú lo tocas y se desplaza fácilmente. Pero cuando tienes un ganglio tumoral generalmente son como hule, de consistencia dura, firme, no se mueven con facilidad. Un niño que tiene ganglios y se lo achacan a que tuvo una infección, le dieron tratamiento, no se le quita, entonces debe ser revisado porque puede ser un tumor que se llama Hodgkin o no Hodgkin”.
Por otro lado, el doctor llama a las mamás a prestar atención a la presencia de bultos en el cuerpo de los niños: “Es muy importante que el niño vaya a su revisión y que le toquen la barriguita y vean que no tenga un órgano que está crecido para detectar un tumor del riñón, de las glándulas suprarrenales o en el hígado. Esos son tumores que no dan muchos síntomas hasta que vas a revisión o que la mamá lo está bañando y nota una bolita en su barriguita, entonces ese es un dato de que puede tener un tumor en el abdomen”.
El Dr. Ruano comenta que un niño que dice que le duelen los huesos, sobre todo cuando es uno en particular, puede ser el fémur o el húmero, ya se le dio tratamiento y el dolor no se le quita, también tiene que ser evaluado. “No hay que confundirlo con dolores de crecimiento. A un niño que tiene dolor en el mismo hueso de manera repetitiva le deben de tomar una radiografía porque es factible que pueda tener un tumor en los huesos”.
También hay que estar muy pendientes de los ojos de nuestros niños. “Hay otro tipo de tumores, por ejemplo, los tumores de la retina, específicamente el retinoblastoma, que el primer signo que ves es un reflejo anormal del ojo. A veces lo ven cuando le toman una foto o a la hora que voltea el niño en cierto ángulo y la mamá nota que en el ojo se refleja un brillo, como si tuviera luz propia. Entonces eso es que algo mal tiene el ojo del niño y puede ser una catarata o a lo mejor cáncer. Lo tiene que revisar oftalmólogo y pediatra. Se ve como un ojo de gato, un reflejo blanco. Puede ser en un ojo o en los dos”.
La supervivencia de un niño con diagnóstico de cáncer depende mucho de la etapa en que se encuentra la enfermedad. Si es detectado a tiempo, con el tratamiento adecuado, es muy probable que gane la batalla.
“Por fortuna hoy en día siete de cada 10 niños, es decir, el 70% de los niños que son diagnosticados con cáncer se curan. Cuando se detecta a tiempo la probabilidad de cura es altísima. Así como crecen de rápido los tumores de los niños, así es de eficiente el tratamiento. Lo más alentador es que cuando se cura, su probabilidad de vida es igual a la de la población en general”.
El tratamiento contra el cáncer infantil se basa en tres cosas: cirugía, quimioterapia y radioterapia. “Algunos tumores necesitan de las tres armas que tenemos, algunos solo dos y otros una, depende de qué tumor y en qué fase se encuentre. Entre más avanzado esté el cáncer, hay más exposiciones a quimioterapia o radioterapia”, finaliza el experto.
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