Como somos cercanas aún fuera del trabajo sé perfecto que su hija, de casi tres añitos, últimamente repite sin parar: popó, cola, pedo y pipí. Parece que se han convertido en las cuatro palabras mágicas que repite sin parar para luego morirse de la risa. Pero lo de preguntar en plena reunión por qué la popó es color café sí me hizo pensar en los motivos.
¿Por qué?
Existe una etapa entre los dos y los cinco años en la que los peques están descubriendo su cuerpo al ir aprendiendo a controlar sus esfínteres. Se desata en ellos una loca obsesión escatológica que nos sonroja, enoja, hace gracia y queremos corregir. Pero calma, que todo tiene una explicación y es algo muy normal que a todos nos sucedió, sucede o sucederá en algún momento.
¡Mearse de risa o hacerse popó de la vergüenza!
Popó-cola-pedo-pipí son palabras cortas, fáciles, que se oyen graciosas para los nenes y que vienen a definir una etapa súper importante en el desarrollo de nuestros pequeños: dejar el pañal.
Además, coincide con el hecho de que muchos niños empiezan a ir al preescolar y hay una expansión en su vocabulario que hace que estos términos sean divertidos y lógicos para anexar. Es una manera diferente en la que nuestros hijos van conociendo su cuerpo con todo y sus secreciones. Los peques van tomando conciencia de sus genitales, cómo se llaman, para qué sirven y cómo funcionan cuando vamos al baño. ¡Es algo novedoso que llama poderosamente su atención!
Un poco de ciencia…
Sigmund Freud, padre del psicoanálisis, llamó a este proceso Fase anal y explica que cuando el niño madura y es capaz de controlar sus esfínteres pasa de la zona oral (cuando se metía todo a la boca) a la anal, pues está consciente de esta función de su cuerpo. Y se muere de la risa porque este proceso y estas palabras serán las primeras bromas que intercambiará con otros niños fuera de casa y notará la cara de desconcierto de los adultos a su alrededor.
“La vaca, la vaca, la vaca hace caca…” canturrea el crío una y otra vez en el coche, en la tienda, en cualquier lugar donde haya un alma que lo escuche y lo voltee a ver. En casa de los abuelos donde cariñosamente le preguntan “¿qué quieres merendar?” él simplemente dirá “¡popó!” y soltará la risotada al ver la cara de perturbación de todos los presentes.
Entonces alguien interviene con la clásica frase de “no digas esas cosas” con el propósito de evitar ese tipo de comentarios en la cocina o comedor, pero ten cuidado porque puede resultar contraproducente: el pequeño ha recibido la respuesta de un adulto y ha logrado ser el centro de atención, por lo que le están reforzando su conducta.
A un pequeño no le interesa si la atención es positiva o negativa. Le interesa ganar la atención de la gente que está a su alrededor ¡y vaya que lo logra con sus rimas, cantaletas y bromas! La mejor manera de irles bajando la intensidad es reírnos con ellos, les vamos quitando el “chiste” y aprenden que es algo normal. Y si analizamos bien la situación, los chicos disfrutan de lo lindo cuando nos hacen enojar. Si nos reímos con ellos, se va la gracia y se normaliza la situación.
Y mucho ojo con esto que te voy a compartir, otro factor clave en el desarrollo de tu pequeño en este momento es: está naciendo su sentido del humor.
Un estudio de la psicóloga Merideth Gattis, de la Universidad de Cardiff, concluye que:
“la edad crítica para comprender que hacemos algo equivocado o sorpresivo con la intención de hacer reír se alcanza a los dos años y va pasando por diferentes etapas hasta llegar al momento de pipí-popó-caca-pedo-cola alrededor de los cinco años.”
Merideth Gattis
Los niños alteran la letra de las canciones para introducir sus nuevas palabras favoritas para socializar con sus compañeritos, primos, etc., y sentirse parte de un grupo. Y de ahí nace la necesidad de hacer reír y obtener una recompensa social.
No estás solo en esta nueva escatológica aventura. Hay muchos libros para niños relacionados al tema que los hace reír al mismo tiempo que aprenden un poco de anatomía.
Y qué decir de la música, siempre nuestra gran aliada: “me estoy haciendo caca, unas veces sale dura y otras veces sale blanda, tarararraraaaaaa”. Hace falta normalizar el asunto del baño, así tu peque pasará por esta etapa sin necesidad de sonrojarte.
Limpiarse la popó es algo que deben aprender y para eso los orientales se pintan solos con la creatividad:
Hagamos una reunión escatológica en las redes sociales y platiquemos nuestras aventuras con los peques y su evolución, nos leemos en Facebook.
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