Por Nayeli Rueda
Una niña o un niño que observa con frecuencia cómo sus padres pelean a gritos, cómo se ofenden y se insultan, presentará problemas de ansiedad, inseguridad, depresión y desconfianza, pues son menores que “también están siendo violentados por el hecho de presenciar agresiones”, explica la psicóloga Elena López, directora de Inmente (Atención Psicológica Integral).
Se ha demostrado que, si tus hijos acostumbran ver este tipo de escenas, es muy probable que de adultos sean parejas violentas y que agredan a su familia, que repitan estos patrones en la crianza y sus relaciones afectivas.
De acuerdo con el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF), en América Latina y el Caribe la violencia en la primera infancia puede generar problemas de salud física y mental durante toda la vida. Hay estudios que documentan un incremento en patrones negativos del comportamiento incluyendo la deserción escolar, el abuso de estupefacientes, la depresión, el suicidio, la futura victimización o su vinculación con la violencia y la delincuencia.
La investigación advierte que si los niños reciben cuidados inadecuados, especialmente durante el primer año de vida y generalmente de madres que a su vez fueron abandonadas o maltratadas, serán más sensibles a los efectos del estrés y mostrarán más problemas de comportamiento que quienes reciben cuidados adecuados.
La terapeuta familiar Elena López comenta que se vale discutir con la pareja y la familia siempre y cuando no haya agresiones de ningún tipo: “es normal platicar y entrar en conflicto por tener opiniones diferentes, pero en una discusión debemos aprender a negociar, a llegar a acuerdos y encontrar un nuevo equilibrio”.
Aclara que pelear no es lo mismo que discutir, que esto último se puede hacer frente a los hijos, pero sin violencia; y que al debatir tienes que llegar a un consenso. “Si vas a involucrarlos en los conflictos familiares, será necesario explicarles la situación, con palabras acordes a su edad. Si son muy pequeños, utiliza un lenguaje más concreto”.
Violencia es violencia y no debe estar permitida ni entre la pareja ni con los hijos. Lamentablemente vivimos en una sociedad en donde la violencia, desde la nalgada, hasta los gritos, se ha normalizado. No debe ser así. No está bien.
Elena López, maestra en terapia familiar.
Quizá si se trata de una niña o un niño de dos años, no convenga decirle con cara de tristeza y preocupación que hay problemas económicos. No va a entender exactamente qué está pasando y solo vas a generarle miedo y angustia.
Por el contrario, si los hijos son mayorcitos y saben a qué te refieres con escasez de dinero, tendrás que platicar con ellos honestamente, siendo cuidadoso en cómo les dices las cosas.
Asimismo, hay discusiones que son únicamente de la pareja y que tus hijos no deben escuchar, como aquellas que tienen que ver con el aspecto emocional o sexual.
Cuando discutas con tu pareja, está prohibido violentar:
Para que logres resolver tus problemas de manera más efectiva, la especialista te comprarte algunas claves fundamentales, como:
Al poner en práctica todos estos consejos es muy probable que puedas negociar y resolver tus conflictos asertivamente. Escucha los puntos de vista de la pareja, lleguen a un consenso y creen una nueva realidad: “la tuya y la mía”. De esta manera resolverás algunas discusiones sin que se conviertan en problemas graves, opina la psicóloga.
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