Hay etapas en la vida de los niños en las que no les gusta el sabor, la forma, el color o la textura de determinados alimentos. También es común que les guste algo un día pero al día siguiente ya no; que rechacen nuevos alimentos y que coman más o menos día tras día. Si tu peque es parte del club de los niños quisquillosos para comer, esta nota es para ti.
Todo esto sucede porque ser quisquilloso con la comida es parte del desarrollo de los niños. Es una forma de explorar su entorno y afirmar su independencia. Y también se debe a que el apetito de los niños sube y baja según cuánto crezcan y qué tan activos sean.
Un niño pequeño que se niega a probar alimento nuevo la mitad de las veces que se lo ofreces es quisquilloso con la comida. Casi la mitad de todos los pequeños se ajustan a esta descripción, por lo que no es de sorprender que los problemas con la comida sean una fuente de estrés para los padres.
Muchos se preocupan por los hábitos alimenticios de sus hijos y les inquieta que su peque no coma lo suficiente. Establecer patrones de alimentación saludables es importante para evitar problemas como la obesidad y los trastornos alimentarios más adelante en la vida. Varias estrategias pueden ayudar a tu hijo a aceptar una gama más amplia de alimentos.
Como parte de un estudio, los investigadores de la Universidad de Bristol, en Inglaterra, descubrieron que retrasar la introducción de los alimentos con más grumos puede contribuir a ser más quisquillosos con la comida. Los alimentos grumosos son semisólidos, como pequeños trozos de vegetales blandos cocidos o alimentos que se trituran con un tenedor.
El estudio se centró en un grupo de bebés que no comieron papillas con grumos antes de cumplir 10 meses o más. La investigación reveló que uno de cada cinco eran comedores quisquillosos a la edad de 15 meses. En comparación con los bebés a los que se les ofrecieron alimentos con grumos entre los 6 y los 9 meses, los bebés quisquillosos tenían el doble de probabilidades de tener preferencias alimentarias muy limitadas y más probabilidades de no cambiar su alimentación de bebé mucho después de su primer cumpleaños.
En conclusión, esta investigación sugiere que darle a tu bebé muchos alimentos grumosos o masticables entre los 6 y los 9 meses ampliará su interés en los alimentos y reducirá la probabilidad de que se ponga quisquilloso más adelante.
Es muy posible que debas ofrecerle solamente un alimento 10 veces o más antes de que tu bebé decida comerlo. Sin embargo, alrededor de la mitad de los padres solo lo intentan 2 o 3 veces antes de dejar completamente de lado ese alimento.
Los niños aprenden comportamientos de sus padres. Las investigaciones indican que, si bien entre el 25 y el 50 % de los niños pequeños son quisquillosos con la comida, alrededor de una cuarta parte de ellos tienen padres que han admitido que también son quisquillosos con la comida hasta ahora en su edad adulta.
Si se evitas un grupo de alimentos, tu hijo lo notará e imitará tus reservas. No limites la variedad de alimentos de tu peque solo a los alimentos que a ti te gustan. Los gustos de su hijo podrían ser diferentes a los tuyos y tal vez simplemente le estés sirviendo alimentos que no le gustan.
Casi la mitad de todos los padres están preocupados de que su hijo no esté comiendo lo suficiente. A menos que estén enfermos, un niño pequeño nunca se morirá de hambre voluntariamente. Si tu hijo se ve sano y tiene mucha energía, está comiendo lo suficiente. Si todavía estás preocupado, vigila la cantidad de comida que ingiere durante el día. Los niños tienden a andar picoteando todo el día en lugar de hacer 3 comidas al día como los adultos. Te sorprenderás de cuánto va sumando todo ese picoteo.
¡Además tu pequeño podría estar muy ocupado y no quiera hacer una pausa a comer! Procura que las comidas y las horas de las comidas sean cortas.
Para mayor tranquilidad, consulta las tablas de crecimiento y peso de tu hijo y habla con su pediatra. Ten en cuenta que tu peque está creciendo más lentamente, por lo que la cantidad de comida que necesita es menor.
Los padres que se sienten preocupados por los hábitos alimenticios de sus hijos pueden tratar de forzar o engatusar a sus hijos para que coman sus comidas. Si tu hijo se resiste, la hora de comer puede volverse una gran batalla. Evita que la comida se convierta en una lucha de poderes. Te recordamos que tu peque nunca se morirá de hambre voluntariamente. Los niños son muy buenos para juzgar sus señales de hambre y saciedad.
Y por favor, ¡las amenazas, regaños y gritos solo causarán un gran drama entre tu peque y tú!
Los pequeños y grandes sobornos con caramelos, chocolates, galletas, leche o postres solo le enseñarán que esos productos son mejores que la comida que le ofreces, lo que aumenta las probabilidades de que se niegue a comer o probar cosas nuevas.
¿Quieres algunas ideas? Te dejamos estas recetas para niños de un año en adelante:
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