El kéfir es una bebida fermentada llena de bondades para la salud. Desde fortalecer el sistema inmunológico hasta mejorar la salud digestiva, el kéfir es una fuente de probióticos y nutrientes esenciales. Una vez que descubras el Kéfir: qué es, para qué sirve y cómo prepararlo no lo consumirás por moda sino por mejorar tu salud, pues esta bebida ancestral tiene más beneficios para tu organismo de lo que te puedes imaginar.
Hace poco miraba un documental acerca del cuerpo humano, una de las cosas que más me impactó fue descubrir que más del 80% del sistema inmune está en el intestino y que este también tiene una importantísima cantidad de neuronas, incluso hay quienes le llaman el segundo cerebro.
Entendiendo esto, la famosa frase “somos lo que comemos” cobra un nuevo sentido, ¿no crees? En esa misma producción los médicos explican lo importante que es mantener (o buscar) la salud y el equilibrio del intestino, ya que de él depende en gran medida el buen funcionamiento del resto del organismo.
Hace miles de años el intestino humano estaba acostumbrado a recibir —de la comida que se consumía— microorganismos vivos que, al interactuar con el sistema inmune, aumentan las defensas; conforme el sedentarismo se convirtió en una forma de vida y se descubrió el fuego, la dieta se fue transformando hasta llegar a lo que es hoy, que prácticamente todo lo que consumimos (al menos en occidente) está desprovisto de microorganismos vivos, que son básicos para el correcto funcionamiento del intestino, esto es la famosa microbiota, que se define como es el conjunto de bacterias que colonizan la piel, el aparato digestivo, incluida la boca, y el aparato genital.
Es aquí en donde entra una bebida conocida como kéfir, ya que se trata de un alimento que además de nutrientes aporta bacterias vivas, que ahora sabemos, son indispensables para la salud de nuestro intestino. El kéfir es una bebida fermentada de sabor agradable que se obtiene al fermentar leche o agua con granos (nódulos) de kéfir. Es un probiótico que promueve la salud intestinal y tiene varios nutrientes beneficiosos.
El Centro en Investigación de Alimentación y Desarrollo de México dice que:
“El kéfir proporciona una variedad de importantes ventajas nutricionales, ya que durante la fermentación de la leche, la lactosa y las proteínas se biotransforman en moléculas que favorecen una digestión más fácil y una mayor biodisponibilidad de los nutrientes. El kéfir también mejora el sistema digestivo al modificar la microbiota intestinal e incorporar probióticos, prebióticos (kefirán) y enzimas extracelulares”.
Se consume desde hace siglos en la zona europea del Cáucaso, en ese lugar tenían la costumbre de almacenar la leche en odres de piel de cabra. En su interior, la leche fermentaba debido a los nódulos que crecían adheridos a las paredes de los odres.
En un momento dado se percataron de que los nódulos que se desprendían se podían reproducir y usarlos para fermentar la leche en otros recipientes y el resultado era mejor que el elaborado en los odres, y de ahí nació esta nutritiva bebida.
Por cierto, la palabra kéfir viene de la palabra turca keif que significa sentirse bien, lo que tiene todo el sentido ya que el consumo de este fermento da un sinfín de aportaciones benéficas al cuerpo humano.
Ahora es muy común que una persona tenga nódulos de kéfir, también conocidos como búlgaros, en casa y pueda preparar su propia receta casera, además, como se reproducen rápidamente, generalmente se comparten con otros y así la red de salud se va expandiendo.
La respuesta más simple es no. Se parecen ya que ambos son el resultado de un fermento y se producen de manera muy similar, por lo tanto, los dos son benéficos para la salud, pero definitivamente no son lo mismo.
El kéfir tradicional se fermenta con una mezcla de bacterias y hongos, mientras que para el yogur se usan solamente bacterias.
Esa mezcla de agentes le da una doble fermentación (fermentación ácido-láctica) al kéfir y produce compuestos antimicrobianos que al consumirse van a inhibir a las bacterias patógenas que podamos tener en el intestino, además ayuda a metabolizar la fibra que consumimos, lo cual beneficia a la microbiota intestinal.
Es importante tener los nódulos o granos, que en México se conocen popularmente como búlgaros. Son granos blancos que pueden llegar a medir tres centímetros, que en realidad son colonias de bacterias y hongos.
Es fundamental lavarse muy bien las manos antes de manipularlos, se colocan en un recipiente de vidrio que debe estar limpio y se cubren con leche (lo más común) aunque también les puedes poner agua.
Regularmente en unas ocho horas ya está fermentado el líquido (la leche fermenta más rápido), ya cada uno elige qué tan espeso prefiere que quede el kéfir que beberá. Una vez fermentado se cuela y está listo para beberse. Los nódulos se deben enjuagar muy bien y el proceso se repite. Si no consumes toda la leche o el agua, la puedes refrigerar por no más de 5 días.
El kéfir es tan bondadoso y versátil que lo puedes hacer con leche de coco y dejar que sea un poco más espeso que líquido, a manera de crema para untar (o queso cottage) es una magnífica opción para untar en una rebanada de pan, lo puedes complementar usando crema de almendra o de cacahuate y, si no te limitas, usar algún topping como granillo de chocolate o arándanos deshidratados.
¿Qué te parece? Si deseas mejorar tu salud puedes comenzar por buscar quien te regale un poco de búlgaros y comenzar a consumir kéfir, tu intestino y tu cuerpo te lo agradecerán.
O bien, si no consigues los búlgaros, podrías conseguir sobrecitos de fermento de kéfir. Te dejo aquí una receta muy simple para hacer el kéfir sin búlgaros:
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