Por Nayeli Rueda
Algunas mamás se quejan de que sus hijas e hijos son demasiado tímidos e inseguros; viven preocupadas pensando en cómo aumentar su autoestima y se preguntan por qué sus pequeños no se atreven a tomar decisiones.
Sin embargo, muchas de estas inseguridades se deben justamente a la actitud que tienen sus madres hacia ellos. Los pequeños viven en un ambiente en donde con frecuencia son heridos en sus sentimientos y fuertemente criticados, debido a que su mamá “no está satisfecha consigo misma”, apunta la psicóloga Alejandra Piña Loeza, de Psicoterapia Eficaz.
La psicoterapeuta señala que, detrás de esa crianza tóxica puede haber una mujer con mucha frustración, inseguridad y dolor, pero también con mucha soledad. Puede tratarse de una madre con muchos conflictos internos y estar ejerciendo la maternidad sin el apoyo de la pareja o de la red familiar.
Además, “estar sintiendo culpa por no ser la madre que todo mundo espera, esa que da todo por sus hijos, que tiene desarrollado ese instinto maternal, que es paciente y todo amor y dulzura”, agrega la experta.
Te recomendamos leer: Maternidad y culpa (y salud mental).
El amor no debe doler
Una mamá “tóxica” puede darse cuenta, o no, de que lastima a sus hijos. Según la maestra en terapia familiar, esta mujer vive un conflicto interno porque no sabe quererse. O bien, tiene una visión de cariño que está acompañado de dolor, pero “el amor no debería de estar doliendo”.
Esta dinámica entre madre-hija/hijo es muy peligrosa porque el pequeño crecerá con la idea que el amor debe doler y vivir confundido, al pensar que su mamá lo ama y por eso le exige y no le permite equivocarse. Y es muy probable que en su vida adulta esos infantes construyan relaciones similares.
¿Y cómo saber si eres una mamá tóxica? Para Karyl McBride, autora de Madres que no saben amar. Cómo superar las secuelas provocadas por una madre narcisista, las niñas y los niños pueden sufrir trastornos emocionales debido a una crianza narcisista; pero puede ser distinta si se trata de la relación entre madre e hija, debido a que la mamá ve a su hija como un reflejo y extensión de sí misma.
“La madre presiona a su hija para que actúe y reaccione como ella lo haría. En tanto que la hija crecerá tratando de agradar y complacer a su madre, sin lograrlo, pues una madre narcisista nunca va a aprobar a su hija. Y complacer a otros sin obtener ninguna recompensa provocará efectos negativos en las relaciones amorosas de esa pequeña a futuro”, apunta McBride.
Piña Loeza agrega que una madre que está pensando en sí misma intentará que la hija cumpla con sus ideales. Por ejemplo, si una mamá considera que la delgadez es sinónimo de belleza, y le dice a su hija, sin pensar en su salud, “no comas porque te vas a poner gorda”, la niña crecerá con esa idea errónea.
Una madre tóxica es aquella que siempre está pensando en sí misma. Puede, o no, agredir a sus hijos o hijas físicamente, pero, sobre todo, lastima el autoconcepto y autoimagen, a través de actitudes como las siguientes:
- Los critica, menosprecia y juzga.
- Los compara.
- Los culpa de lo que ella está sintiendo.
- No valora sus logros.
- No les permite expresar sus emociones sin ser juzgados.
- No los acepta como son.
- No deja que tomen decisiones.
- Manipula, amenaza y chantajea.
Estas conductas, frecuentes y constantes, provocarán en los hijos miedos, inseguridades y baja autoestima, así como una cadena de insatisfacciones por estar haciendo lo que su mamá quiere que hagan.
La maternidad implica que la mujer se reconstruya. Una mamá que se comporta de manera “tóxica” necesita ayuda, trabajar mucho en su persona y reconciliarse. Esta actitud refleja que está en conflicto consigo misma, pero no necesariamente que tenga la intención de lastimar a sus hijos, finaliza Piña.
Te recomendamos leer: La maternidad “no es como la pintan”.