A mamá podrías regalarle muchas cosas: flores, libros, chocolates, ropa… Pero más allá de comprarle alguna cosa material, ella agradecerá el amor que le demuestres todos los días. Dile cuánto la quieres con estos poemas para el Día de las Madres (cortos y bonitos).
Mamá, yo quiero ser de plata.
Hijo, tendrás mucho frío.
Mamá, yo quiero ser de agua.
Hijo, tendrás mucho frío.
Mamá, bórdarme en tu almohada.
¡Eso sí! ¡Ahora mismo!
Federico García Lorca
Enseñarás a volar… pero no volarán tu vuelo.
Enseñarás a soñar… pero no soñarán tus sueños.
Enseñarás a vivir… pero no vivirán tu vida.
Enseñarás a cantar… pero no cantarán tu canción.
Enseñarás a pensar… pero no pensarán como tú.
Pero sabrás que cada vez que ellos vuelen, sueñen, vivan, canten y piensen…
¡Estará en ellos la semilla del camino enseñado y aprendido!
Madre Teresa de Calcuta
¡Oh, cuán lejos están aquellos días en que cantando alegre y placentera,
jugando con mi negra cabellera,
en tu blando regazo me dormías!
¡Con qué grato embeleso recogías la balbuciente frase pasajera que,
por ser de mis labios la primera,
con maternal orgullo repetías!
Hoy que de la vejez en el quebranto,
mi barba se desata en blanco armiño,
y contemplo la vida sin encanto,
al recordar tu celestial cariño,
de mis cansados ojos brota el llanto,
porque, pensando en ti, me siento niño.
Un golpe di con temblorosa mano sobre su tumba venerada y triste;
y nadie respondió…
Llamé en vano porque ¡la madre de mi amor no existe!
Volví a llamar, y del imperio frío se alzó una voz que dijo:
¡Sí, existe! Las madres, nunca mueren…
Hijo mío desde la tumba te vigilo triste…
¡Las madres, nunca mueren!
Si dejan la envoltura terrenal, suben a Dios, en espiral de nubes…
¡La madre, es inmortal!
Vicente Riva Palacio
Madre, llévame a la cama.
Madre, llévame a la cama,
que no me tengo de pie.
Ven, hijo, Dios te bendiga y no te dejes caer.
No te vayas de mi lado,
cántame el cantar aquél.
Me lo cantaba mi madre;
de mocita lo olvidé,
cuando te apreté a mis pechos contigo lo recordé.
¿Qué dice el cantar, mi madre, qué dice el cantar aquél?
No dice, hijo mío, reza, reza palabras de miel;
reza palabras de ensueño que nada dicen sin él.
¿Estás aquí, madre mía?
Porque no te logro ver….
Estoy aquí, con tu sueño;
duerme, hijo mío, con fe.
Miguel de Unamuno – Poema para mamá
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Madrecita mía,
madrecita tierna,
déjame decirte
dulzuras extremas.
Es tuyo mi cuerpo
que juntaste en ramo;
deja revolverlo
sobre tu regazo.
Juega tú a ser hoja
y yo a ser rocío:
y en tus brazos locos
tenme suspendido.
Madrecita mía,
todito mi mundo,
déjame decirte
los cariños sumos.
Gabriela Mistral
Madre, madre, tú me besas,
pero yo te beso más,
y el enjambre de mis besos
no te deja ni mirar…
Si la abeja se entra al lirio,
no se siente su aletear.
Cuando escondes a tu hijito
ni se le oye respirar…
Yo te miro, yo te miro
sin cansarme de mirar,
y qué lindo niño veo
a tus ojos asomar…
El estanque copia todo
lo que tú mirando estás
pero tú en las niñas tienes
a tu hijo y nada más.
Los ojitos que me diste
me los tengo que gastar
en seguirte por los valles,
por el cielo y por el mar…
Gabriela Mistral
Me preguntaba qué es la madre.
Junta el perfume de todas las flores;
y el arrullo de todas las olas;
la firmeza de todas las montañas;
y la inquietud de todos los ríos;
la frescura de todos los valles;
y la mirada de todas las estrellas;
la caricia de todas las brisas;
y el beso de todos los labios.
Todo guardado por Dios en un corazón de mujer.
Eso es la madre.
Julia Romero Losada
Podrá nublarse el sol eternamente;
Podrá secarse en un instante el mar;
Podrá romperse el eje de la tierra como un débil cristal.
¡Todo sucederá!
Podrá la muerte cubrirme con su fúnebre crespón;
Pero jamás en mí podrá apagarse la llama de tu amor.
Gustavo Adolfo Bécquer
Madre, tú eres la dulzura,
tus manos son la ternura,
que nos brinda protección.
Es la sonrisa tu esencia,
que marca la diferencia
al entregarnos amor.
Nos entibia tu mirada
y la paciencia es tu aliada,
esforzada en tu labor.
¡Tantas noches de desvelo!
tanta lágrima y pañuelo
¡para darnos lo mejor!
Tantas horas dedicadas
con sonrisas dibujadas
para hamacar mi soñar.
Entre besos, entre abrazos
fuiste creando los lazos
porque tú eres ejemplar.
Arjona Delia (poeta argentina)
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Cuando los ojos a la vida abría,
al comenzar mi terrenal carrera,
la hermosa luz que vi por vez primera
fue la luz de tus ojos, ¡madre mía!
Y hoy que, siguiendo mi escarpada vía,
espesas sombras hallo por doquiera,
la luz de tu mirada placentera
ilumina mi senda todavía.
Mírame, ¡oh madre!, en la postrera hora
cuando a las sombras de mi noche oscura
avance ya con vacilante paso.
Quiero que el sol que iluminó mi aurora
sea le mismo sol que con su lumbre pura
desvanezca las brumas de mi ocaso.
Rafael Escobar Roa
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Yo tuve una dulce madre,
concediéramela el cielo,
más tierna que la ternura,
más ángel que mi ángel bueno.
En su regazo amoroso,
soñaba… ¡sueño quimérico!
dejar esta ingrata vida
al blando son de sus rezos.
Mas la dulce madre mía,
sintió el corazón enfermo,
que de ternura y dolores,
¡ay!, derritióse en su pecho.
Pronto las tristes campanas
dieron al viento sus ecos;
murióse la madre mía;
sentí rasgarse mi seno.
La virgen de las Mercedes,
estaba junto a mi lecho…
Tengo otra madre en lo alto…
¡por eso yo no me he muerto!
Rosalía de Castro
Yo adoro a mi madre querida,
yo adoro a mi padre también;
ninguno me quiere en la vida
como ellos me saben querer.
Si duermo, ellos velan mí sueño,
si lloro, están triste los dos,
si río su rostro es risueño,
mi risa es para ellos el sol.
Me enseñan los dos con inmensa ternura
a ser humano y feliz.
mi padre para mí lucha y piensa,
mi madre ora siempre por mí.
Yo adoro a mi madre querida.
Yo adoro a mi padre también.
Ninguno me quiere en la vida,
como ellos me saben querer.
Amado Nervo
Quiero agradecerte que estés en mi vida.
Sé que puedo contar contigo en momentos difíciles,
Sé que contigo puedo compartir mis alegrías,
y sé que nuestra amistad se sustenta en mutuo amor.
Que seas mi MAMA y mi AMIGA es el más preciado tesoro,
que agradeceré a DIOS eternamente.
Gracias por llenar mi vida con tanta felicidad.
¡Te amo mamá!
El milagro de la vida se está produciendo en tu cuerpo.
El milagro de tu cuerpo gestando no deja de sorprenderte.
Cada instante de estos nueve meses son un milagro.
El momento en que conozcas ese milagro,
será, sin duda, el momento de tu vida.
Ese momento que todos anhelamos.
Ese momento de la felicidad perfecta.
Tu cuerpo es ahora el hogar de tu bebé.
Ese cuerpo se preparó desde tu propia gestación para este momento.
Cada una de las células de tu cuerpo sabe lo que debe hacer.
Tú sólo debes cuidarlas y escucharlas.
No temas pedir ayuda,
no temas decir no sé, no temas decir tengo miedo,
no temas decir no voy a poder,
porque desde tu seno
escucharás la voz de tu hijo diciendo: los dos vamos a poder.
Y cuando sientas la tibieza de su cuerpecito en tu pecho,
el milagro de la vida habrá concluido
para dar comienzo al milagro de ser madre
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Durante 9 meses me acogiste en tu seno,
sin importar el dolor que causaba a tu espalda.
día y noche me cantabas,
DIA y noche me hablabas,
y al sentir el latido de tu corazón
con ternura me ºarrullabas.
Cuando me sentí en tus brazos,
la emoción me embargaba,
tomé tu dedo con mi mano,
te apreté tan fuerte
para que jamás me dejaras,
hoy ya no tomo así tu mano
porque con la misma fuerza
que me aferré una vez a ti,
te aferraste a mis sentidos
y llenaste de ternura
cada uno de mis latidos.
Gracias mama.
Que impusiste tu valor
con gran sentimiento
desde mi bello nacimiento.
Recuerdo tus lindos cuentos
de tu voz tus bellos cantos
con los que me hacías dormir de niña
en tu sedoso corpiño.
Mi vida sin tu presencia
es sentimiento sin existencia
ya no es alegría, ni canto
es solo tristeza y llanto.
Madre bella y adorada
siento la luz de tu mirada
como una sagrada bendición.
pido al Todopoderoso
por este pasado doloroso
me dé fortaleza y comprensión
Ante tu partida inesperada.
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Cómo no quererte,
si eres la razón de mi existencia
Cómo no quererte
si me guías en camino justo.
Cómo no quererte
que aprendí de tus consejos.
Cómo no quererte
si diste toda tu vida por mi
Cómo no quererte
si tú eres la más grande para mi
Cómo no quererte
si de tu bella interior
me supiste cuidar y amar
Cómo no decir
que eres mi adoración
Cómo no entregar
todo mi amor de hija a ti.
Ven para acá, me dijo dulcemente
mi madre cierto día;
(aún parece que escucho en el ambiente
de su voz la celeste melodía).
Ven, y dime qué causas tan extrañas
te arrancan esa lágrima, hijo mío,
que cuelga de tus trémulas pestañas,
como gota cuajada de rocío.
Tú tienes una pena y me la ocultas.
¿No sabes que la madre más sencilla
sabe leer en el alma de sus hijos
como tú en la cartilla?
¿Quieres que te adivine lo que sientes?
Ven para acá, pilluelo,
que con un par de besos en la frente
disiparé las nubes de tu cielo.
Yo prorrumpí a llorar. Nada, le dije;
la causa de mis lágrimas ignoro,
pero de vez en cuando se me oprime
el corazón, y lloro.
Ella inclinó la frente, pensativa,
se turbó su pupila,
y, enjugando sus ojos y los míos,
me dijo más tranquila:
Llama siempre a tu madre cuando sufras,
que vendrá, muerta o viva;
si está en el mundo, a compartir tus penas,
y si no, a consolarte desde arriba…
Y lo hago así cuando la suerte ruda,
como hoy, perturba de mi hogar la calma:
¡ Invoco el nombre de mi madre amada,
y, entonces, siento que se ensancha el alma !
¡Quién volviese a tener, para que nos cubriera,
una madre de noche, los párpados febriles,
quién un rozar de labios en la frente sintiera
despejando el fantasma de temores pueriles!
¡Quién tuviese, otra vez, sobre la cabecera
un rostro de ternura en pálidos marfiles
y quién bajo una mano que al fin nos bendijera
sintiese disipar las penas infantiles!
Habría que tornar a la distante infancia
a los antiguos días de los alegres años,
esos tiempos de ayer en los que la fragancia
era toda de miel, bálsamo y ambrosía,
en los cuales la cura de los mayores daños
se lograba con solo tu beso, madre mía.
Mi madre es un poema
de blanca cabellera,
que tiene a flor de labios
un gesto de perdón.
Cuando tras larga ausencia regreso
ella me espera,
me abraza como a un niño,
me besa con pasión.
Mi madre es pequeñita
igual que una violeta,
lo dulce está en su alma,
el llanto en el adiós.
Es dueña de mis sueños,
aunque no soy poeta,
los versos a mi madre
me los inspira Dios.
Qué linda que es mi madre
qué suerte es tenerla y
que dichoso al verla
feliz en el hogar
Radiante de alegría
al lado de sus hijos
cuidando sus nietitos
qué santa que es mi madre,
Bendícela, sí, bendícela Señor.
Mi madre es una rosa
de pétalos ajados
que guarda su perfume
muy junto al corazón.
Viviendo nuestra angustia
no sé lo que ha llorado
por eso al mencionarla
me embargo de emoción.
Mi madre es como un cromo
de mágica paleta
Canción dolor ternura
de todo hay en su voz
Es dueña de mis sueños,
aunque no soy poeta,
los versos a mi madre
me los inspira Dios.
Qué linda que es mi madre
qué suerte es tenerla y
qué dichoso al verla
feliz en el hogar.
Julio Jaramillo
Le regalo a mi mamá
una sonrisa de plata
que es la que alumbra mi cara
cuando de noche me tapa.
Le regalo a mi mamá
una caperuza roja
por contarme tantas veces
el cuento que se me antoja.
Le regalo a mi mamá
una colonia fresquita
por no soltarme la mano
cuando me duele la tripa.
Le regalo a mi mamá
una armadura amarilla
que la proteja del monstruo
que espanta en mis pesadillas.
Le regalo a mi mamá
el lenguaje de los duendes
por entender lo que digo
cuando nadie más lo entiende.
Le regalo a mi mamá
una chistera de mago
en la que quepan mis besos
envueltos para regalo.
Juan Guinea Díaz.
Estaba oscuro…
Solo el rayo de la luz de tus ojos.
Me enseñaste a respirar
y tus entrañas acariciaban mi frágil cuerpo.
Soñaba con colores
y te imaginaba hermosa,
fueron nueve meses en un mundo rosa.
Crecí de a poco con tu calor
me alimentaba con tus caricias
y frases de amor.
El momento llegaba
iba a conocerte,
estaba muy protegida
con miedo de perderte…
Se hizo la luz
una mañana de febrero,
mamá ahí estabas tú
tan maravillosa y tan dulce
como te había imaginado.
Aprendí con el correr del tiempo
y en mis andanzas peligrosas
de cada uno de tus consejos
valorados en cada acto
de mis diecinueve años,
y soñando cada vez
que me encuentro lejos,
con tus palabras
que envuelven mis vivencias
y acobardan los miedos
de mi juventud.
Luciana Carelli
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