En estos momentos tan difíciles ¿quién no extraña un abrazo de sus seres queridos? Sí, ese fuerte apretón corporal que, en tiempos de COVID-19, se ha vuelto una añoranza porque tenemos que mantener nuestra distancia con los demás. Si eres de los afortunados en tener a tu familia contigo, no dudes en darles un abrazo fuerte, efusivo e intenso, de esos que duran segundos y te hacen sentir bien.
Un abrazo actúa como “amortiguador del estrés”. Este contacto físico ayuda a protegernos de enfermedades asociadas a él, como dolores de cabeza, depresión y ansiedad, entre otras, de acuerdo con una investigación de la Universidad de Carnegie Mellon.
Dar y recibir un abrazo es bueno para la salud porque al hacerlo “el cerebro libera oxitocina, una hormona que puede ayudar a reducir el estrés y la ansiedad, incluso regula el sistema inmune”, apunta la psicóloga Dulce Villegas Cervantes, de Sekkan Espacio Terapéutico.
La psicóloga comenta que abrazar a tus hijos o a un ser querido, nos puede transmitir, de manera inmediata, emociones como seguridad, tranquilidad y protección. Así que si tu niña o niño está a tu lado en estos momentos, ¡no dudes en abrazarlo! O pídele que te abrace.
Diversas investigaciones han encontrado que los abrazos, a cualquier edad, estimulan la serotonina, hormona que hace que nos sintamos felices. De igual manera, se libera dopamina, la hormona del placer. “Un breve abrazo protege al corazón de una difícil jornada laboral”, según un estudio de la Universidad de Carolina del Norte.
Tradicionalmente la crianza se centraba en procurar que los bebés tuvieran alimento, salud y techo, y de los cuidados necesarios para que estuvieran físicamente bien. Hoy sabemos que el desarrollo emocional de un bebé requiere también de padres o cuidadores capaces de establecer un vínculo predecible y estimulante, además de amoroso, lo que implica demostrar el cariño a través de palabras, sonrisas, caricias y abrazos, según la guía “El desarrollo emocional: la base del bienestar”, de la Secretaría de Educación Pública (SEP).
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En estos momentos, para muchas personas es difícil abrazar a sus seres queridos. Seguimos en emergencia sanitaria y debemos mantener el distanciamiento social. Y aunque no hay nada que pueda llegar a sustituir un abrazo, Villegas Cervantes recomienda:
Hay que señalar que esta muestra de afecto tampoco es bienvenido por todo mundo. Por eso es importante respetar las decisiones de cada quien. “A muchos niños no les gusta que los abracen, y es válido, porque “también es una forma para que los pequeños se protejan de los extraños”.
Además, hay niños dentro del Trastorno del Espectro Autista que pueden presentar dificultades con la integración sensorial y pueden experimentar el abrazo como algo incómodo, pues “los estímulos los perciben de diferente manera”, concluye la experta.
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