Por Nayeli Rueda
El aumento en la temperatura ambiental cada vez es mayor debido al calentamiento global. Esto pasa en todo el mundo. Y la exposición al calor excesivo puede provocar deshidratación o insolación. “Los lactantes y los niños están entre los grupos más vulnerables”, señala la pediatra Begoña Fuertes Abascal, del Hospital Ángeles Lomas, en la Ciudad de México.
De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (OMS), en el siglo XXI las olas de calor aumentarán, de ahí que recomiende mantener fresco nuestro espacio vital y tratar de regular la temperatura de interiores por debajo de 32 grados centígrados, durante el día, y de 24 grados centígrados, por la noche.
El calor excesivo puede provocar en los infantes, al igual que los adultos, agotamiento, calambres, deshidratación e insolación (o golpe de calor), que se manifiesta con mareos, dolor de cabeza y taquicardia.
Un aumento rápido de la temperatura corporal a consecuencia de condiciones calurosas (más de lo normal), comprometen la capacidad del cuerpo humano de regular su temperatura, “y los menores de tres años y los adultos mayores son los más afectados”, comenta la pediatra.
Los niños menores de cuatro años, pero, sobre todo, los menores de 12 meses, son los más frágiles de sufrir un golpe de calor, pues al tener menos reserva de agua, su temperatura corporal sube más rápido, señala la Asociación Española de Pediatría (AEP). Y advierte que el golpe de calor se puede producir incluso si se deja a un niño solo dentro de un coche, expuesto al sol, incluso en días nublados en los que parece no estar haciendo mucho calor.
Para evitar alguna alteración debido al calor, Begoña Fuertes Abascal recomienda aumentar la ingesta de líquidos e hidratarnos con frecuencia. Señala que tomar agua simple, debe ser un hábito que hay que enseñar a los niños desde que son pequeños: “en nuestro país, no tenemos el hábito de tomar agua natural. Primero es el refresco o los jugos, pero estas bebidas deshidratan por la gran cantidad de azúcar que contienen”, enfatiza.
En consulta médica, la pediatra observa cómo un gran número de padres de familia abrigan demasiado a sus bebés. Incluso, en tiempo de calor, pueden traer triple capa de ropa, además de la cobija, “cuando la regla es ponerles sólo una prenda más de la que trae mamá o papá”.
Hay pequeños que, con el calor excesivo y las capas de ropa que traen puestas, sudan mucho y pierden líquidos, lo cual es peligroso porque “fácil y rápidamente se pueden deshidratar”.
Para evitar la deshidratación o la insolación, Begoña Fuertes Abascal recomienda:
Algunas señales de que un bebé, niña o niño están deshidratados son:
Protege a tus hijos e hijas y, ante cualquier síntoma que te desconcierte, consulta a su pediatra.
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