Por Nayeli Rueda
En la infancia se viven acontecimientos que pueden provocar dolor, tristeza, enojo o miedo. Si no fuimos capaces de resolverlos en su momento, estos sentimientos pueden quedar alojados en nuestro cuerpo y mente, por muchos años, y generar una herida emocional, explica Brenda Esparza, maestra en terapia familiar del Instituto Municipal de la Familia (IMF), del estado de Durango.
Para la psicoterapeuta, en la niñez estamos expuestos a heridas físicas cuando nos caemos y raspamos las rodillas. Pero también a heridas emocionales, “las cuales a veces no sanan en toda una vida y pueden dejar un profundo dolor en el niño y posteriormente en el adulto”.
Al igual que una herida física, una emocional necesita tiempo para una buena cicatrización, pues si no se atiende de manera adecuada, a la larga seguirá provocando dolor, explicó la experta en el conversatorio “Las Heridas de la infancia”, organizado por el Sistema de Protección Integral de Niñas, Niños y Adolescentes Durango.
Las heridas emocionales comienzan en la infancia y, con frecuencia, son originadas por los cuidadores principales como mamá y papá. Esto significa que las experiencias que vivamos durante estas etapas de nuestra vida, marcarán nuestra forma de sentir, pensar y actuar.
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De acuerdo a la encuesta sobre “Violencia en la Primera Infancia”, realizada por la organización Guardianes, la mitad de los padres y madres tuvieron heridas emocionales generadas en su infancia, y aún hay quienes no han logrado resolverlas.
Si no quieres que tus hijos sufran o vivan con dolor, es muy importante que reconozcas las heridas emocionales con las que has crecido pero, sobre todo, que trates de llevar a cabo un proceso terapéutico para sanarlas.
Una vez que hayas identificado esas huellas que te marcaron, necesitarás resolverlas para no lastimar a tus hijos. “Los adultos tenemos la obligación de sanar esas heridas, ya que de nosotros y de nuestra crianza dependerá la salud mental de los hijos”, señala por su parte, la maestra en terapia familiar Nora Esparza.
A continuación, te describimos brevemente estas cinco heridas de la infancia y explicamos cómo pueden estar dañándote a ti y a tus hijos, según lo expuesto en el panel antes mencionado.
“El tiempo no cura las heridas. Por eso, es importante solucionarlas en el presente. De lo contrario, habrá niños heridos en cuerpos de adultos”.
Brenda Esparza, psicoterapeuta
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