Aunque pequeño en tamaño (al menos los caseros), el termómetro es un instrumento de mucha ayuda para el ser humano, prueba de ello es el papel protagónico que tuvo durante la crisis de salud mundial a causa del Covid-19. Pero no solo se usa para revisar la temperatura de alguien que se tema pueda estar enfermo, el termómetro sirve para revisar la temperatura de ¡todo! Alimentos, habitaciones, procesos industriales o médicos, el ambiente, etc. Todo lo anterior te ayudará a comprender por qué hay un Día Mundial del Termómetro, en realidad su utilidad en tantos ámbitos de nuestras vidas lo amerita, es por eso que cada 22 de diciembre está dedicado a este instrumento.
Historia del termómetro
En 1552 el célebre Galileo Galilei, sí, el mismo que dijo que la tierra es redonda, inventó un aparato para medir la temperatura ambiental y lo llamó termoscopio. Se trataba de una varilla de vidrio con una burbuja del mismo material por un extremo y abierta por el otro, este último debía ser sumergido en una mezcla de alcohol y agua, dejando arriba la burbuja; conforme el líquido se calentaba, subía por el tubo ¡y se podía determinar la temperatura!
Más adelante Santorio Santorio, conocido también como Sanctorius de Padua, un fisiólogo, médico y profesor italiano amigo de Galileo, adaptó el termoscopio de su amigo agregándole una escala numérica y lo usó en su práctica médica; así nació el primer termómetro clínico que tomaba la temperatura del paciente metiéndose en la boca.
Hacia 1641 el primer termómetro sellado que usó líquido en vez de aire como medio para medir fue concebido por Ferdinando II, conocido como el Gran Duque de Toscana. Su termómetro usó un equipo sellado en vidrio dentro del cual había alcohol, con 50 grados marcados sobre el tubo, sin embargo, aún no había una medida estandarizada.
Los intentos por perfeccionar el invento de Galileo continuaron, en 1664 Robert Hooke usó un tinte rojo en alcohol, además seleccionó el punto de congelamiento del agua como punto (o grado) cero y planteó un estándar en la escala de medición. El termómetro original de Hook quedó conocido como un estándar y es importante porque el primer registro meteorológico inteligible usó la escala de Hook.
A inicios del siglo XVIII, el astrónomo danés Ole Christensen Rømer ideó una escala de medida de temperatura basada en dos puntos fijos: nieve (o hielo comprimido) y el punto de ebullición del agua. Su escala de medición es conocida como grado Rømer, aunque actualmente ya no se usa.
Fue el físico alemán Gabriel Fahrenheit quien usó por primera vez el elemento mercurio como líquido termométrico. Las propiedades únicas del mercurio lo tenían todo, su expansión térmica es amplia y suavemente uniforme, lo que permitía que no se pegara al vidrio, además se mantiene líquido en un amplio rango de temperaturas y finalmente el color plateado lo hacía fácil de leer.
Fahrenheit inventó la escala de temperatura estándar que usamos hasta nuestros días. Esta escala divide el rango que hay entre los puntos de congelación y ebullición de agua en 180 grados.
En el siglo XIX Sir Thomas Allbutt creó el primer termómetro médico práctico (medía 6 pulgadas, un poco más de 15 cm) para tomar la temperatura de una persona, tardaba 5 minutos en registrarla pero en ese tiempo era un gran avance en velocidad.
Y así llegó el siglo XX, los termómetros clínicos se fueron afinando, aunque seguían usándose los de mercurio, pero durante la Segunda Guerra Mundial Theodore Hannes Benzinger inventó el termómetro de oído. A mediados de la década de los ochenta, David Philips creó mejoras para este y llegó así el termómetro de oído. Con los años la perfección de este dispositivo dio pie a los termómetros digitales que usamos actualmente, que tienen la peculiaridad de darnos lecturas sumamente precisas.
Adiós al mercurio
En 2007 los termómetros de mercurio fueron prohibidos en varios países ya que se descubrió que el metal es una neurotoxina altamente nociva para la salud, así que el riesgo de envenenamiento en caso de que el objeto se rompiera accidentalmente estaría siempre latente.
“El mercurio metálico principalmente afecta a la salud cuando se inhala como un vapor que puede absorberse hacia los pulmones. Los síntomas de exposiciones prolongadas o agudas incluyen temblores, cambios emocionales (como cambios de humor, irritación, nerviosismo, timidez excesiva), insomnio, cambios neuromusculares (como debilidad, atrofia muscular, espasmos), jaquecas, perturbaciones en las sensaciones, cambios en las respuestas nerviosas y desempeño pobre en evaluaciones de función mental”.
Ten cuidado
Si acaso aún hay en tu familia un termómetro de mercurio y se llega a romper, tienes que utilizar guantes de goma o látex para poder limpiarlo, luego de recoger los pedazos de vidrio es conveniente usar un gotero para recoger las gotas de mercurio y colocarlas sobre un par de toallas de cocina húmedas, asegúrate de que no quede ni el menor rastro del metal, por experiencia te digo que para un niño es mágico jugar con él, yo lo hacía de pequeña cuando iba al dentista. Coloca las toallas ya dobladas en una bolsa plástica de las que tienen cierre, etiquétala correctamente especificando “Contiene Mercurio” y ciérrala. Para terminar de limpiar la zona contaminada pon crema de afeitar a un pincel y limpia como si estuvieras barnizando, así se recogerán aquellas gotas que ya no se ven pero que siguen ahí. Cuando hayas dado al menos dos pasadas, mete el pincel en la misma bolsa y desecha en un contenedor de material peligroso.
Tipos de termómetros
- Termómetro de mercurio. Son sumamente prácticos y exactos, una vez superada la vida útil del termómetro se convierte en un contaminante ambiental.
- Pirómetros. Se usan en fundiciones y fábricas ya que miden con mucha precisión temperaturas muy altas.
- Termómetro de gas. Son usados para para calibrar otros termómetros ya que por su sistema ofrecen resultados sumamente exactos.
- Termómetros digitales. Son los más usados en nuestros hogares gracias a que tienen la capacidad de registrar pequeñas variaciones en la temperatura y traducirlas en dígitos que podemos leer en la pantalla.
- Termómetros sin contacto. Son más precisos y sensibles. Pueden captar temperatura de personas u objetos en movimiento, por lo que cualquier cosa que pueda estar entre el elemento a medir y el termómetro es considerado como un obstáculo y puede interferir en la lectura correcto de la temperatura. Se colocan idealmente cerca de la frente del individuo.
La polémica
¿Cuál es el termómetro más eficaz? ¿Digital o de mercurio? ¿Tú qué opinas? Los termómetros de mercurio y los termómetros digitales han convivido durante décadas. Estudios realizados durante los años setenta y ochenta concluyeron en, según el Diario Médico Británico, “que la entonces novedosa tecnología digital no aportaba, en el sector clínico, una mayor exactitud en las medidas, por lo que se recomendaba mantener la tecnología tradicional, al ser más sencilla y barata”, pero la preocupación por la toxicidad del mercurio obligó a que en los 90, luego de una exhaustiva investigación y de la realización de varias pruebas, se logró demostrar que, aun siendo reproducibles las lecturas de temperatura, los valores leídos dependían del termómetro utilizado: hasta un 25 % de los de mercurio llegaban mal calibrados a los hospitales, induciendo a errores de más de tres décimas de grado, nos comentan M.K. Leick–Rude y L.F. Bloom en su estudio Comparativo de métodos de tomar temperatura en neonatos (A comparison of temperature–taking methods in neonates).
Así que, definitivamente lo menos tóxico y lo más preciso en nuestros días, son los termómetros digitales.
Nadie puede negar la importancia de tener un termómetro en casa, sobre todo cuando hay bebés y niños. Gracias a estos dispositivos podemos detectar cuando hay alguna elevación en la temperatura corporal, que de ser importante es un signo inequívoco de que hay un proceso infeccioso o de enfermedad en gestación y es momento de acudir con un médico.
Si por alguna razón no tienes uno o el tuyo no sirve, aprovecha este 22 de diciembre para hacerte de uno nuevo y celebra así el Día Mundial del Termómetro, uno nunca sabe, quizá hasta encuentras el termómetro ideal que “mate ese recuerdo de ese amargo amor”: