Por José Ángel Araujo
Tener un espacio personal es importante y muy valioso. En el ensayo “Una habitación propia” de Virginia Woolf, la autora menciona las ventajas de contar con un lugar donde se pueda tener todo lo que se quiera, al gusto de la persona o personas que lo habitan. La obra aborda temas como libertad e independencia, pero también responsabilidad y oportunidades de crecimiento. En casa, tener un espacio propio también tiene diversos significados positivos.
Para los más pequeños, una habitación propia es, además de independencia, una oportunidad para descubrir el mundo a su modo. Las habitaciones infantiles son espacios que pueden enseñarles organización, orden y respeto por la intimidad de los demás miembros de la familia.
Diversas guías, incluida la de la Academia Americana de Pediatría, recomiendan que los bebés, desde recién nacidos y hasta los 12 meses, duerman en la misma habitación que los papás, pero en su propia cama y en “posición supina (es decir, completamente de espaldas) hasta que cumplan el primer año”. Después de ello, se empieza a escribir otra historia, en el cuarto propio del pequeño.
El gran paso
La psicóloga Dyhalma N. Ávila López señala que darles su espacio es ayudarles a adquirir seguridad y confianza: “ahora los papás estarán cerca para atenderle cuando lo necesite, pero sin depender de su presencia física continua”. Esto les permitirá adquirir un sentido de autonomía que beneficiará tanto el desarrollo de su personalidad como su crecimiento social y cognoscitivo.
Cuando los niños y niñas crecen, no solo necesitan su espacio propio, ¡lo exigen! No siempre es posible que tengan su propia habitación, pero es recomendable que tengan un espacio en casa exclusivo para ellos, un ambiente divertido y abierto a la creatividad, “además de hacerlos partícipes de las decisiones decorativas”, señala el arquitecto de interiores Luis Felipe Rojas.
“Decorar una habitación es como comprar ropa: debes identificarte con lo que vistes y sentirte cómodo”, señala el experto. El espacio de los pequeños debe tener su toque, identificarse con lo que hay ahí, “es un reflejo de su mundo interior y una bonita oportunidad de involucrarlos en lo significativo que es habitar un espacio”. El arquitecto de interiores señala que una habitación, además de resolver la necesidad primaria de refugio, es una forma de expresión.
Las habitaciones y los muebles deben cumplir una función, que sea a medida de quien lo habita, pero que sea flexible. En el caso de los niños, el también especialista en diseño de mobiliario recomienda elegir “muebles que crezcan con ellos“, por ejemplo, cunas que puedan transformarse en camas individuales, cajas de madera que después puedan ser un librero o la base de un escritorio.
El momento de elegir
Lo importante es que los niños, cuando ya puedan decidir, participen en la selección decorativa que formará su espacio, pues “es una oportunidad de descubrir sus intereses y pasar momentos juntos”.
Los papás deben mostrar el abanico de posibilidades: texturas, colores, tamaños, formas y elementos con las que pueden desarrollar su sensibilidad. “Es importante observar qué materiales les provoca tranquilidad y confort”. Las posibilidades son infinitas, al igual que las combinaciones: natural, sintético, liso, rugoso, colorido, sólido, brillante, opaco, etcétera.
Y en cuanto a color, uno de los elementos que más destacan en la decoración, Luis Felipe recomienda dar un paseo con ellos para descubrir cuáles son los colores que llaman su atención, que los obtenga del entorno y la naturaleza. “Para muchas personas importa la psicología del color, pero es más interesante escucharlos, salir y ver cuáles son los colores que les gustan. Descubrirán cosas como ‘verde hoja de árbol’, ‘amarillo espectacular’ o ‘azul chamarra’, lo cual es sencillo que lo igualen en una tienda de pinturas”.
Dale vida a su espacio con las elecciones de su preferencia, no pretendas que el niño viva en un espacio adulto, y por la misma razón, despreocúpate por las cosas materiales: son cosas que se rompen, se ensucian, se maltratan y lo que tiene valor para un adulto no lo tiene para un niño, una lección que no puedes olvidar antes de hacer una compra.
¡Decorar y aprender!
- Los pequeños entienden que “tienen un lugar especialmente para ellos”, que es su refugio.
- Aprenden a resolver sus necesidades a través de objetos que no solo son decorativos, sino también útiles.
- Elementos como los escritorios y las lámparas pueden motivarlos a hábitos como la escritura, el dibujo y la lectura.
- Involucrarlos en el trabajo físico (mover, cargar, pintar, limpiar) los ayuda a valorar el esfuerzo de mantener el orden en casa, por lo que cuidarán su espacio y respetarán el de los demás.
- El proceso de apropiación los ayuda a desarrollar un amor por el hogar, a involucrarse en el entorno y a hacerlo cómodo.
- Su propio espacio los ayuda a ser responsables con el orden e higiene de su área. No tienes que recoger todo lo que tiran, pero sí enseñarles la función de sus cajones y cajas: cada cosa en su lugar. Deja que sean ellos quienes decidan dónde guardar qué.
- Respeta su espacio y pídele que cumpla con las reglas del comportamiento del hogar.