Por Redacción/La-Lista
Llevamos ya casi un año de pandemia y el sedentarismo infantil ha sido uno de los problemas a combatir. A lo largo de los últimos meses han sido numerosos los cambios que se han producido en la legislación con el propósito de intentar reducir la tendencia ascendente de contagios y fallecimientos por coronavirus. Con el confinamiento, la actividad física disminuyó considerablemente.
Pese a la dureza de estas normas, los confinamientos, el aislamiento social y el teletrabajo se han mostrado como medidas eficaces para prevenir la expansión de la enfermedad. Sin embargo, y sin obviar la necesidad de asumirlas para que la situación mejore, no conviene pasar por alto sus consecuencias.
Dentro del ámbito físico y del deporte, el cierre de los centros deportivos, los gimnasios, de las escuelas deportivas, las restricciones para hacer ejercicio en grupo, la limitación de actividad física en los recreos de los colegios, la distancia social en las clases de Educación Física o el cierre de parques públicos han sido o son actualmente algunas de las resoluciones decretadas desde el comienzo del estado de alarma en 2020.
Debido a estas limitaciones, se ha producido un fenómeno deportivo sin precedentes, como es la actividad física en el hogar. Los gimnasios, por ejemplo, han lanzado apps con entrenamientos personalizados con el propósito de seguir ofreciendo servicios a sus clientes, y la etiqueta #YoMeMuevoEnCasa ha circulado, y circula, por las redes sociales como iniciativa de distintos entrenadores personales.
Las consecuencias negativas de la inactividad física no han tardado en llegar. Diversos grupos de investigación de diferentes universidades han realizado estudios en el último año tratando de obtener nueva información relativa a la inactividad física ocasionada por el confinamiento y las restricciones, especialmente en la población infantil y juvenil.
Estos problemas relacionados con la falta de actividad física han afectado al ámbito físico y psicológico. En relación con el primero de ellos, se pueden destacar problemas cardiovasculares y de obesidad, mientras que, relacionados con los segundos, se destaca por encima del resto la depresión, agravándose esta situación en las mujeres.
La salud mental ha sido, por tanto, el aspecto que más se ha visto perjudicado con el confinamiento. En un estudio en el que participaron 595 personas confinadas se observó una relación inversa entre el incremento de los síntomas depresivos y los niveles de actividad física semanal.
Otro estudio compuesto por 4,811 participantes concluyó que la práctica de actividad física moderada durante el confinamiento se asoció con una disminución del 47% en las probabilidades de padecer síntomas depresivos. Para aquellos que realizaron 10 horas de práctica semanal, las probabilidades de padecer síntomas depresivos fueron un 39% más bajas.
En el caso particular de los niños y adolescentes, se han producido problemas relacionados con los síntomas de estrés postraumático, agresividad, rebeldía, obesidad, regulación emocional y conductual, provocando enfados, llantos, miedos, trastornos alimentarios y cierta hiperactividad.
El hecho de no poder practicar deporte con sus amigos, la suspensión de las competiciones deportivas o el cierre de los parques públicos conlleva consecuencias negativas mentales en estos. En este sentido, desde el ámbito escolar se están utilizando plataformas en línea que ofrecen la oportunidad de poder ver a sus compañeros/as, no utilizando estas plataformas solamente con fines académicos, sino también como recurso para seguir manteniendo relaciones sociales.
Otro estudio reciente en el que participaron 113 sujetos (51.8% niños y 48.2% niñas) de entre 3 y 12 años alertó de que el 69.6% de los padres y madres informaron de que, durante el confinamiento, sus hijos presentaron reacciones emocionales negativas, el 31.3% problemas en el sueño y el 24.1% problemas de conducta.
Los niños que invertían menos tiempo en el ejercicio físico y hacían mayor uso de pantallas presentaron un mayor número de reacciones negativas. Los datos sugieren, por tanto, que realizar ejercicio físico regular y limitar el uso diario de pantallas puede beneficiar a la salud mental infantil en situaciones de aislamiento.
Se proponen diferentes medidas en varios niveles, teniendo como protagonistas a los gobiernos locales, entornos de práctica en las ciudades, familia y amigos:
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En definitiva, es un hecho que los niveles de sedentarismo han aumentado durante el confinamiento y que esto ha provocado diversos problemas en toda la población, incluidos niños y adolescentes, relacionados principalmente con lo físico (capacidades físicas básicas, obesidad, hipertensión, etc.) y psicosocial o emocional (autoestima, autoconcepto físico, depresión, etc.)
Los que trabajamos con niños y jóvenes sabemos los efectos demoledores que ha tenido el confinamiento domiciliario, el no poder salir y socializar entre iguales. Sin embargo, estos efectos negativos pueden ir disminuyendo a través de la puesta en práctica de diversas iniciativas relacionadas con la actividad física y que implican no solamente a las familias y al colegio, sino también a los gobiernos locales y autonómicos.
Además, la responsabilidad individual cumpliendo con fidelidad y honestidad los consejos que nos facilitan los sanitarios para prevenir la Covid-19 es un hecho fundamental y que demuestra la empatía y el compromiso hacía los demás, lo cual facilitará contextos seguros en los que los niños puedan jugar en las calles y en los parques, algo vital para su desarrollo y salud integral.
Alejandro Prieto Ayuso, Profesor del área de Educación Física, Universidad de Castilla-La Mancha y Sixto González Víllora, Profesor Titular de Universidad en Didáctica de la Educación Física y Deportes, Universidad de Castilla-La Mancha
Este artículo fue publicado originalmente en La-Lista.com. Lee el original.
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