Al iniciar el trabajo de parto, comenzarás a sintonizarte con tu cuerpo. Lo escucharás atentamente: cómo se acerca una contracción, cuánto va incrementando, cómo se aleja.
Si te sientes segura y relajada, tu cerebro comenzará a producir la hormona del amor y la intimidad, la oxitocina, que desencadena las contracciones. Poco a poco, estas tomarán ritmo, se acercarán entre sí y se intensificarán.
Para ayudarte a sobrellevarlas, tu cerebro también secretará endorfinas, una anestesia natural que te hará entrar en una especie de trance y aminorará tu percepción del dolor.
Las contracciones son como la marea, la ola viene, se queda por unos segundos y se va. Poco después llega otra ola. Cada contracción te llevará a querer cambiar de posición para sentirte más cómoda. Y así, con el movimiento, tu pelvis (que no es un anillo sólido sino un conjunto de huesos) cambiará la forma y el tamaño de su diámetro para ir abriendo paso a tu bebé mientras tu útero empuja hacia abajo. En estos momentos te ayudará todo aquello que te conecte con tu fuerza interior: palabras de aliento, música, vocalizaciones, imágenes, aromas y el contacto de tu pareja, de tu mamá o de tu doula.
Penny Simkin, educadora para el parto y doula, habla de las “tres R” del parto como señales inequívocas de que una mujer está fluyendo con su trabajo de parto. Aquí te damos algunos consejos para propiciarlas.
El espacio para parir debería sentirse como un útero en sí mismo. Una mujer que se sabe rodeada de una burbuja de contención abrirá su corazón y su cuerpo para traer a su bebé a este mundo.
También las personas presentes en el momento del parto, ya sea tu pareja, tu doctor o una enfermera, se sentirán inmersas en esta propuesta de ambientación relajada. Entre las cosas que puedes hacer para propiciarla están:
Las mujeres empiezan a “bailar” durante el parto. Este balanceo instintivo, muchas veces acompañado de vocalización, las ayuda a encontrar dentro de sí mismas el poder para dar a luz.
El ritual del parto tiene que ver con respetar lo que está sucediendo en ese espacio: una mujer está dando a luz a un nuevo ser. ¿Qué hacemos cuando entramos a un templo? Bajamos la voz, nos movemos suavemente y, con respeto, escuchamos. Algunas mujeres incluso se animan a poner un altar en la habitación, que incluye:
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* Jimena Guarque es educadora perinatal, especialista en embarazo, parto y lactancia materna
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