Por Nayeli Rueda
El temazcal postparto es una tradición mexicana que existe en diferentes culturas, desde la época prehispánica, y que ha pasado de generación en generación. De acuerdo con la Real Academia Española (RAE), esta palabra es de origen náhuatl –temazcalli– y significa “casa baja de adobe donde se toman baños de vapor”.
Actualmente, aunque ha cambiado la forma estructural de realizarlo, este ritual se continúa llevando a cabo en muchas regiones de nuestro país. Las mujeres, principalmente las abuelas, las suegras, las hermanas o las tías, son las que han estado a cargo del temazcal postparto. “Las que transmiten y pasan de generación en generación este ritual”, dice María Dolores Sangrador Melchor, integrante de la cooperativa de mujeres Nanabi.
María Dolores, originaria de Tlaxcala, realiza esta ceremonia y herbolaria desde hace 15 años. Este ritual es herencia de sus ancestros: “hacer un temazcal postparto de manera tradicional es un aprendizaje que me dio mi tribu para celebrar y acompañar a la mujer que se convierte en madre y lograr que encuentre un equilibrio”.
En su familia, cuando una mujer había parido, se realizaba el temazcal un día después del nacimiento del bebé. La mamá de la parturienta iba al monte a buscar las hierbas y el hombre prendía el temazcal. También se mataba una gallina para preparar un caldo y dárselo caliente.
En la experiencia de María Dolores, “el temazcal postparto ayuda a la “bajada de leche” y a sacar el aire, así como a equilibrar la temperatura de la mujer, desintoxicar el cuerpo y desechar los residuos de algunos medicamentos que se hayan utilizado durante el parto”. También “se hace el cierre de cadera para que el útero vaya tomando poco a poco su lugar”.
Alcina Franch, en su libro sobre los aztecas, subraya la importancia del baño temazcal tras el parto: “a través del baño ritual se procedía a la limpieza del cuerpo y del espíritu de la parturienta”.
Las tatarabuelas, bisabuelas, abuelas y madres, hacían el temazcal postparto con el propósito de acompañar a la bisnieta, nieta, hija o sobrina, “para que se reconociera como madre, estuviera más consciente de su maternidad y pudiera disfrutarla”, señala Leticia Rodríguez Serrano, partera por la Escuela de Parteras Profesionales con Cédula Profesional.
Añade que este baño también tiene como finalidad escuchar a la mujer, a la pareja, a los hijos mayores, si los hay. El temazcal puede ser privado, con la familia o compartido con otras mujeres.
El temazcal ofrece calor en todos los sentidos: al útero y al cuerpo, pero también es un cobijo entre mujeres: “escucharlas y brindarles acompañamiento es empoderarlas para que tengan confianza en sí mismas y puedan llevar una crianza orgánica con el bebé”, dice la experta, quien pertenece al grupo de parteras y educadoras perinatales de Parteras Ticime.
El temazcal postparto tradicional se hace en un cuarto pequeño y, en un costado, se calientan piedras volcánicas a las que se les pone agua para que salga vapor. Este se puede adaptar y hacer en la casa de la mujer, a los ochos o quince días de haber tenido al bebé. O bien, después de la cuarentena.
El único requisito es que, si tuvo cesárea, ya no tenga los puntos. Asimismo, se hace una entrevista previa para saber si tiene presión o azúcar alta, o alguna otra enfermedad.
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